capitulo 3

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En la actualidad, Dudley, Black Country.


Daanna miraba a través de la amplia cristalería del salón de su casa cómo la oscuridad caía


sobre Dudley. El cielo algo rojizo cubría aquel condenado obrero lleno de fábricas y gente


trabajadora. En Dudley no había casas de diseño como las de los Vanirios, por eso, para no


levantar suspicacias, estaban bien ocultas. Los cristales de las casas se oscurecían con la luz


del día permitiendo que los que eran como ella, seres inmortales débiles a la luz del sol,


pudieran campar a sus anchas en su hogar a cualquier hora. Al atardecer, cuando el sol se


ocultaba entre las montañas, los cristales se veían transparentes. Daanna se veía reflejada en


ellos y se estudiaba. Llevaba un camisón largo y negro, vaporoso, que moldeaba sus pechos


pero volaba alrededor de su cintura y sus caderas. ¿Qué veía ella en su reflejo? ¿Qué verían


los demás en ella? Era la misma de siempre: ojos verdes como los de su hermano Caleb,


ligeramente más claros, grandes y rasgados en las comisuras; sus cejas negras que se


arqueaban armónicamente; su boca voluptuosa y su cuerpo exuberante donde debía serlo.


Se había recogido el pelo negro en lo alto de la cabeza, y varios mechones le enmarcaban la


cara ovalada. Nunca envejecería, era una guerrera, una elegida por los dioses, respetada por


su clan y querida por su hermano..., pero, ¿qué había de la mujer? ¿Dónde estaba la mujer


que una vez había sido? Apoyó la frente en el cristal frío y cerró los ojos, << ¿Dónde


diablos está Menw?>>, se había hecho la misma pregunta las últimas tres semanas. Ahora,


como cada noche desde que él se había ido, iba a salir en busca de él y de su hermano


Cahal. Y lo hacía sola, no como acto de rebeldía sino porque realmente no le apetecía estar


en compañía de nadie. Ni de Ruth, ni de Aileen, ni de su hermano...porque aunque se


alegraba por la felicidad que les rodeaba, ella, lamentablemente, no era feliz, y la alegría


que los tres irradiaban le hacía daño. ¿Era mala por sentirse así? Menw MacCloud había


desaparecido del mapa, como su hermano Cahal, del que nadie sabía desde la fiesta del


Ministry. Y él no saber, el vacío, la nada que provocaba en Daanna la desaparición de


Menw, la sumía en un pozo negro y sin fondo. Después del entierro de su amigo Gabriel,


no había vuelto a ver al sanador. Y cómo dolía su ausencia, cómo herían las palabras que se


habían dicho por última vez.


Daanna se abrazó a sí misma, y se obligó a no llorar. Últimamente lloraba muchísimo, algo


que no había hecho en sus dos mil años de edad, pero los últimos días habían sido caóticos.


Ruth había estado a punto de morir, pero Adam, el chamán del clan berserker, la había


salvado. Sin embargo, en la guerra que Vanirios y berserkers cruzaban contra los jotuns,

El Libro De La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora