El solo de la canción comenzó a llenarme por completo, una brisa fuerte chocó contra mi haciéndome tambalear hacia atrás mientras mi corazón latía incontrolablemente. Toda yo temblaba como la tierra en medio de un fenómeno natural. Emeritus deponía su ardor mientras a mi pecho empezaba a faltarle el aire.
Al tenerlo tan cerca, no sabía que mirada poner, a excepción de aquella que pondrías como si de un ataque epiléptico se tratase. La intensidad de su mirada transmitió una extraña corriente que jamás había sentido. Al no poder relacionarlo, mis pies se dejaron llevar de aquello y caí. Estaba sobre mis rodillas delante del Papa. Mi cabeza fue a descansar en el comienzo de mi pecho y mis ojos comenzaron a ver rojo.
De nada servía negar que no tenía miedo. Era muy diferente a la adrenalina que se sentía al hacer aquellos rituales que nunca funcionaron pero que aún existía la esperanza de que funcionaran.
Era algo real y verdaderamente oscuro y tenebroso. No conseguía percibir la presencia de los otros a mi alrededor. Solo concebía aquel dolor no identificado en mi pecho, unas ganas de llorar inimaginables y alguien sosteniéndome de no caer al suelo. Los mareos iban y venían, hasta que hubo un momento en el cual mi estómago no aguantó la presión y comenzó a expulsar todo.
Lo que me impactó más de la cuenta fue lo que salió de mi interior. Un líquido negro y espeso. El pánico comenzó a predominar en mí. Y fue como si el shock del momento desapareciera para dar lugar a una nueva sensación que permanecía en mi.
Estaba nada más y nada menos que en los brazos del Papa Emeritus III. Intenté separarme, pero solo pude ponerme en pie, ya que el brazo de Papa seguía manteniendome pegada a el. Mi respiración era profunda y pesada. Su forma de mirar hacia mi, era como hubiera encontrado algo. Su ojo azul brillaba con todo tipo de malicia, perversión y sorpresa. Su brazo fue soltándome poco a poco. Capté la manchada túnica que llevaba y recordé lo que había sucedido.
Tapé mi boca con los labios y quize disculparme, pero de mi boca no salía pabara alguna. Observé a mi alrededor y el lugar estaba limpio. Las únicas almas presentes eran la de Phoebe, Marcus, Sean, Papa, Los elementos y yo. La sensación de vergüenza vino a mi cuando vi que desde afuera todos luchaban por ver el espectáculo y tanto Phoebe como Sean me analizaban sin discimulación. Marcus se mantenía un poco más distante.
La sensación aquella perpetuaba en mí. Me sentía sacrílega en muchos semblantes los cuales nunca imaginé. Todo efecto o sentir de vergüenza desapareció y una calma en conjunto de un sentido de alerta me asaltó. Me moví pasos hacia atrás. Y pude escuchar como comenzaron a pedirle a los estudiantes que se fueran a sus cabañas y duerman.
—Eli...
Phoebe me había susurrado. Dirigí mi mirada hacia ella. Quería decirme algo, pero al juzgar por su mirada entendí que no lo quería decir o preguntar delante de todos.
—Vámonos. —Dije mirándola solo a ella. Cosa que al parecer a Sean no le gustó.
Ella asintió y con nuestras cosas en su hombro derecho, caminó hasta mi y me tomo del antebrazo para ayudarme a salir. No me despedí de ninguno, ni siquiera de Ghost. Detrás de mí, escuchaba como Marcus amenazaba al papa, mientras alterado le preguntaba que qué me había hecho.
Caminamos a paso apresurado por el oscuro espacio de árboles. Llegamos a nuestra cabaña en donde había mucha gente reunida. Solo eso faltaba. Unos en pijama, otros con la misma ropa. ¿Cuánto tiempo había pasado? La entrada en búsqueda de nuestra habitación se limpió, tan solo unas cuantas chicas y chicos colados entre ellas estaban dentro. Al llegar, Phoebe estaba abriendo la puerta, cuando una de las de mala reputación se acercó a mí. Phoebe abrió la puerta y seguido se puso frente a mí.
—¿Cuál es el problema? —Phoebe, habló.
—Tan solo quería saber qué ha pasado. ¿Por qué hizo eso?
Mi amiga respiró hondo y tuve que tomarla de la mano para que no se le echara arriba. Le brindó una mirada algo fuerte para poder ser descrita.
—¿Y a ti que te importa?
Fue lo último en decir antes de empujarme dentro del cuarto, luego ella seguir y cerrar con potencia la puerta.
Ambas respiramos profundo un momento. Miré el espejo frente a mí y me encontré con una yo horrible. Un líquido negro pegado a mi piel, que bajaba desde mi boca, hasta mi cuello y se pegaba a mi sueter. Mi cabello no tan arreglado y mi piel se veía un poco encogida. Hasta que comencé a quitarme la ropa para darme una ducha. Me sentía realmente incómoda y presionada. Ya desnuda, Phoebe me pasó mi toalla, luego la dejé.
Las cerámicas del suelo de la bañera estaban frías. Temblé un poco y pase mis manos por mis brazos para detener un poco la acción anterior. Abrí la ducha al máximo y dejé que el agua me mojara hasta el cabello. Pasé más fuerte las manos por mi cuerpo. Ya comenzaba a desesperarme. Solté un grito de dos segundos, después de esto escuché un golpe fuera de donde y luego una preocupada Phoebe entrando ya con su ropa de dormir puesta alarmada.
—Tranquila. Solo que un extraño temblor no se me quitaba.
—Habla cuando estés lista.
—Siempre estoy lista para hablar. —Le dije para terminar con mi ducha.
Salí con mi toalla envuelta y gotas escurriéndose de mi cuerpo. Amarré mi largo cabello negro en una cola no tan alta. Terminé de secarme completa, me puse un sostén deportivo con un abrigo que cubría hasta arriba del ombligo y luego de una bóxer de encaje, un pantalón de pijama.
De la mesa tomé un cigarrillo, lo encendí y comencé a distraerme de todo lo que había pasado. Phoebe me acompañó encendiendo uno y se acostó conmigo a fumar. Ninguna dijo nada, tan solo disfrutábamos del efecto de calma momentánea que nos brindaban nuestros cigarrillos.
Unos toques en la ventana nos sacaron de nuestro momento de relajación. Phoebe se iba a levantar, pero yo le dije que lo haría. Detrás de ellas se encontraban Marcus y Sean con sonrisas maquiavélicas en sus caras.
—¿Qué se traen entre manos? — Pregunté.
—¿Estás bien? — Sean preguntó.
Una pregunta seguida de otra pregunta. Excelente.
—Estoy mejor. Gracias por preguntar. —Ambos se miraron, posterior me miraron a mí.
—Escucha, tenemos algo ¿Quieren? — Esta vez dijo Marcus.
Volteé la cara hacia Phoebe y ella se sentó en la cama. Sonreí para los muchachos y asentí como una niña pequeña. Esto si era lo que me faltaba.
N.O.T.A.
Sacrilegio:Profanación de algo que se considera sagrado, especialmente cuando el profanador conoce el valor sagrado de lo que profana.