No es nada fácil recopilar en unas cuartillas toda mi vida, pero voy a intentar hacerlo. Vivo en Jaén, en una finca enorme, como si fuera un pueblo. En ella hay veterinario, médico y maestros para la escuela de los hijos de los trabajadores del campo. Los olivos se extienden por todo el campo. Tengo ratos libres en mi notaría y los evoco, unas veces con amargura y otras con un inmenso placer.
Esta finca pertenece a tres hermanas, mi madre, mi tía Elena y mi tía Adela.
Mamá fue ama de casa, mi padre murió cuando yo tenía tres años y era el fiscal del Estado. Tía Elena es magistrada y tía Adela, aunque no es maestra de escuela, suele dar clases alguna vez a los niños. Ellos todas las mañanas entran en el edificio que mi familia levantó para educarlos.
Yo estudié en el bachillerato en Jaén y también abogacía. Para entonces, mucho antes, digamos, mi madre había hecho un viaje con unas amigas y conoció a un señor canadiense. Se enamoraron tanto uno del otro, que terminaron casándose con la aprobación de las hermanas se mi madre.
Mi madre y su nuevo esposo se fueron a vivir a Otawa, Canadá, donde el tenía fábricas no sé de qué, pues tampoco me interesaba mucho. Yo tenía apenas 7 años cuando eso ocurrió, y mis madres fueron mis dos tías. Una de ellas, tía Adela, estaba casada con un notario. En la historia de mi familia siempre hubo notarios y personajes de la vida pública y política. Mi padre había sido fiscal y el marido de mi tía Elena, viuda, por cierto, era un alto magistrado de la Ausencia Nacional. Vivían en Madrid, pero cuando él murió, mi tía Elena, quien también es magistrada, pidió el traslado aquí a Jaén. Yo no quería ser notaria y con ese fin estudié Leyes. Cuando me gradúe, le dije a mi tía Elena:
-Me voy a Madrid. Prepararé las oposiciones a notaria, quiero ocupar el lugar que va a dejar tío Enrique.
-¿Estás segura?
-Si. Quiero seguir la tradición, ¿y quién mejor que yo para ocupar la notaría que él dejará cuando se jubile?
Me gustaba el campo y Jaén para mi era un sitio delicioso. Pero me tuve que ir a Madrid a estudiar en un colegio universitario. Y ahí empezó mi cruz. También debo añadir que allí empezó mi vida de mujer.
Un día de esos que hay tantos, lloviznaba y yo estaba estudiando. Ya había terminado la carrera de Derecho en mi pueblo, mi querida ciudad. En Madrid, estudiaba cuanto podía e intentaba aprobar en la primera convocatoria para mi notaria.
Sinceramente, no lo creía posible.
Aquella tarde, me cansé de estudiar, cerré el libro y salí. Me puse un gorro de esos que se ponen el el campo y un impermeable a juego con las botas.
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Algo Más Que Fascinación© Corin Tellado
Teen FictionMarita vivía un amor apasionado con Orson, pero él no quería compromisos ni pensar en el futuro.