8

6 1 0
                                    

Miro a través de la ventana con U2 abrazando mis oídos. La chica del autobús, que se sienta a mi lado, está escuchando su propia música y se está quedando dormida. Ni siquiera la conozco pero se ve que es de esas que siempre escoge el momento equivocado para estar en lo cierto. Todo lo que veo son paisajes que me hacen más pequeña. ¿Ves esa montaña? Tan alta que no podría escalarla y además se adorna con vestidos de la nueva temporada. Estas montañas forman parte de un desfile de modelos que me recuerdan continuamente que visten mejor que visto yo a mi alma. Mi chica ha movido el pie e inconscientemente me está sacando de este túnel oscuro llamado malos momentos. Aparto la vista de la ventana y lo veo. Me están mirando unos ojos nuevos. Es como si estuviera navegando en las aguas turbias de mi mente y me estuviera sacando a flote. Tiene una bonita sonrisa, supongo que la grabaré en mi mente por el momento. Me dice algo estúpido que no alcanzo a escuchar, lo siento U2 pero puedes esperar. Esto son momentos. Yo sí que sé escoger el momento adecuado, no como la chica que sueña a mi lado. Tal vez si sus párpados no estuvieran cerrados, si ella no estuviera volando entre sueños, estos ojos que me miran serían para ella. Pero ella escogió el momento equivocado para quedarse dormida. Por eso me gusta estar con los piel en la tierra. Y aunque mi puerta de la ilusión esté cerrada con los brazos del sufrimiento, tatuados de momentos que un día sufrimos, él está tocando muy fuerte. Insiste y pienso en que tal vez puedo soltar mi ilusión muerta por un momento. Que tal vez puedo rozar con mis manos su cara y cogerle de la mano y fundirme en un abrazo. Tal vez luego lo suelte y vuelva a rodear la celda de mis ilusiones. Pero tal vez disfrute ese momento.

Primer espacio en mis textos, necesito saborear esto. Quiero que se esfume el dolor y que me llenen los buenos momentos. Y ahí viene otro.

Sentados en una cabaña de madera, amigos, él y yo, hablando de los viejos y de los nuevos con una cerveza barata. Lo estoy viviendo pero ya lo echo de menos.  Esto son buenos momentos. Reímos, nos abrazamos, bebemos y volvemos a reír. La vida así, merece la pena. No estamos drogados de alcohol sino de alegría. Felicidad, amor, amistad, personas. He vuelto a sentir y no lo esperaba. Te veo con alguien y no duele. Mientras me estén dando todo esto nada importa. El chico del autobús y hace unas bromas, me da igual si ya tiene a quien le abrace por las noches o si a mí todavía me atan tus palabras, a mí él me está pidiendo algo. Y a ti ya te di demasiado, aunque no fuera suficiente.

unknown feelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora