Capítulo V - Nueva familia

3.3K 266 52
                                    

Si tienes mala memoria, vota el capítulo ahora; si te vas a acordar, vótalo después. Te quiero.

''Cálmate.'' me decía mi subconsciente mientras descendía las escaleras en dirección al Mini de mi madre. Ella estaba saliendo del coche mientras sus acompañantes imitaban su acción. Todas mis ganas de pasar un día con ella se habían borrado de un plumazo. ''Esto ya lo has superado, Aliza. No tienes por qué angustiarte. No todas las personas son despiadadas y crueles.'' Eso era algo que había vivido en mi propia piel y cuando accedí a entrar en la clínica, desconfiaba de cualquier persona. Sin excepciones. Dallas me hizo ver que no todos buscan tus puntos débiles para herirte pero aun así, él, sin quererlo, lo había conseguido. ''Agua pasada, no mueve molino.'' me recordé. Ahora había depositado una brizna de fe en la gente que me rodeaba, mas el miedo a que reincidiera en la situación que ahora deseaba apartar pero me había cohibido durante años aún acechaba. Mi madre debió pensar que en dos meses de terapia todo habría quedado relegado como una simple memoria. Error. Todo seguía igual que antes con la diferencia de que, actualmente, entre la oscuridad que diseminaba mi mente, conseguía ver una mínima chispa de claridad.

Y ahí me encontraba, físicamente, saludando a mi madre, con una sonrisa de oreja a oreja.

-Qué guapa vas. -decía ella, mirándome de arriba a abajo. Pelo suelto, como de costumbre, jersey color beige, vaqueros oscuros que llegaban a la altura del tobillo y botas negras.  Desvió la mirada a los dos sujetos que allí estaban. Señaló con la mano a los individuos, los cuales se habían apartado unos pasos mientras hablábamos, para que se acercaran.

-Bruno, encantado. -dijo el hombre. Se inclinó para darme dos besos, en cambio, le estreché la mano. No entendía qué pintaba este señor aquí si la relación que ocupaba con mi madre era estrictamente laboral, según ella. Estaba claro que compartían algo más que una piso de oficinas.

-Soy Andy -dijo el joven, el cual rondaría los quince años.

Eran una pareja bastante peculiar. El padre tenía el cabello lacio y rubio, engominado, ojos grandes y azulados con tonos grisáceos, su nariz era proporcionada con el resto de su rostro y lucía una sonrisa irritante; presumía de altura y pude distinguir, bajo el traje de color negro azabache que llevaba, ligeros músculos. Un partidazo para mi madre, aunque no llegué a comprender cómo después de lo que habíamos pasado con el que era mi padre y su marido, se había dejado llevar tan rápido a los brazos, o a la cama, de ese hombre.

Por otra parte, estaba el hijo: un pijo redomado. Vestía un polo de manga larga blanco como perlas y pantalones ligeramente ajustados, cortados por la costura hacia el final de la pernera. Pelo rubio como el de su padre y ojos verdosos. Era algo más alto que yo, no llegaría al metro setenta y tenía unos bíceps bastante marcados.

No necesitaba ningún tipo de acercamiento y/o contacto con ellos. Ellos no eran nada para mí. Aquí éramos mi madre y yo, no había espacio para nadie más. No podía ver a mi madre con nadie más. Ella era feliz sin hombres, estaba segura de ello. Se había volcado en mí desde que nuestras vidas empezaron a retorcerse tras el incidente ocurrido con mi progenitor, el cual no quería ni esperaba que aconteciera.

-Muévete, Ali. -impuso mi madre.- Vamos a hablar con el director.- Acepté y me acoplé a su lado. Los otros dos personajes nos seguían.

-¿Qué tal estás, Aliza? Me hacía mucha ilusión conocerte.- Bruno intentó entablar conversación conmigo. Sólo debía fingir que todo estaba bien, que ellos no habían hecho mierda un día del que esperaba sacar más cosas buenas que malas.

-Bastante bien, ¿usted? -dije, cortésmente. Me miró condescendientemente.

-No me trates de ''usted'', anda.- se rió. El sonido de su risa era irritante: grave y desgarrada.

Atelophobia (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora