Parte 4

33 5 3
                                        


En el pequeño departamento reinaba la paz, hasta que el sonido intermitente de un celular corto de golpe el silencio y el sueño de Alfonso, quien tan acostumbrado a ese sonido por las mañanas no se sobresaltó al despertar, tan solo basto con dirigir su mano a su bolsillo y tomar el aparato para silenciarlo. No le sorprendió del todo haberse quedado dormido en una posición tan incómoda como en la que estaba ahora, sentado en la silla y recargándose en la mesa, ya que no era la primera vez que le pasaba, sin embargo, siempre terminaba arrepintiéndose de ello porque le provocaba agudos dolores en la espalda.

En cuanto se levantó de la silla comenzó a estirar sus brazos hacia arriba para intentar acomodar su espalda, mientras camino lentamente hacia el sillón donde se encontraba dormido su invitado. Al parecer el sonido del despertado ni siquiera había logrado que se inmutara ni un poco para despertar, por lo que Alfonso se acercó con más confianza sabiéndolo aun dormido. Su intención era observar como seguían sus heridas, aunque la forma en la que se había quedado dormido solo le permitía ver el perfil derecho de su rostro.

En ese mismo momento a Alfonso le sorprendió lo mucho que aun parecía lucir como una mujer, incluso sin necesidad de maquillaje sus facciones eran suaves y finas. Sin ningun tipo de permiso, Alfonso de nuevo tomo su cámara y cuidando de no hacer ruido capturo la escena.

Podría decirse que Alfonso era un tipo obsesionado con las fotografías.

Se alejó lentamente en dirección hacia el cuarto de baño, queria tomar una ducha antes de irse a trabajar. En el baño encontró en un rincón la ropa mojada de "Elena" y aunque por un momento le dio un poco de vergüenza tomar la ropa femenina de aquella persona, decidió simplemente ignorarla y continuar con lo suyo. Se ducho, le lavo los dientes, se vistió e intento peinar su cabello aunque este no permanecía peinado demasiado tiempo.

Antes del salir del baño, tomo la ropa de "Elena" para llevarla a un diminuto cuarto de lavado donde la colgó para que pudiera secarse ya que continuaba húmeda de cuando se la quitó en la noche.

Alfonso de nuevo se acercó al sillón donde aún se encontraba durmiendo su invitado, después de lo que había pasado ayer entendía que estuviera cansado, pero pronto tenía que irse a trabajar. Se acercó hasta tocar la frente del otro con su mano, se preguntaba si tenía fiebre o algún otro malestar, pero aquel toque solo provoco que el contrario se despertara de golpe y asustado se sentara rápidamente sobre el sillón en el que estaba intentando recordar donde estaba, pero en cuanto reconoció a Alfonso, se tranquilizó.

-Perdón, no quería asustarte- le dijo Alfonso de forma nerviosa.

"Elena" no dijo nada, solo continuo mirando a su alrededor, mientras recordaba lo que había pasado en la noche ya que ahora se encontraba mucho más consiente. Todo aquello le daba vueltas en la cabeza y entre más lo pensaba más avergonzado se sentía por haberle causado, de nuevo, más problemas a ese extraño que apenas conocía. Realmente buscaba la forma de disculparse por lo sucedido, pero no encontraba las palabras adecuadas, por lo que solo se levantó del sillón decidido a irse y no regresar jamás a causarle problemas a ese chico amable.

Sin embargo, al levantarse cayó en cuenta de que aún tenía puesta la ropa de Alfonso.

-¿Dónde está mi ropa?- pregunto intentando no sonar ansioso.

-Se está secando, pero no te preocupes, puedes quedarte con esa ropa...

-No importa que este mojada, puedo ponérmela así.

-Te vas a enfermar- le advirtió mientras detenía su paso y lo miraba directamente a la cara -Me alegra que la hinchazón de tus golpes bajara tanto, aunque aún tienes las marcas de los moretones - de pronto se acercó más y su mano tomo la barbilla del contrario para poder examinar más de cerca los golpes.

Confía en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora