Capítulo uno.

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6:30 p.m. Café Sweet. Londres, Inglaterra.

—Estoy exhausta. - Le dije a mi compañero mientras me colocaba detrás de la barra para poder visualizar mejor las mesas.

Trabajaba en un conocido café en la capital de Inglaterra hacía unos meses. Me gustaba mucho ese trabajo y debido a un problema que tuve en el pasado no me había quedado otra opción. Hace poco comencé la universidad, estoy estudiando para ser veterinaria, puesto que amo a los animales.

Eso de ser mesera se me daba muy bien, la verdad. Era un trabajo agradable, dejando de lado a los chicos que quería coquetear conmigo. Hablando de chicos, nunca me había enamorado que yo recuerde...

La mano en alto de un hombre que estaba en una mesa interrumpió mis pensamientos. Su acompañante era un castaño de ojos azules que desde que llegó no me quita los ojos de encima y eso me incomoda bastante, aunque es guapo.

—Podrías traerme la cuenta, por favor?

—¡Claro! - Exclamé con una sonrisa. Desvié mi mirada y me encontré con unos perfectos y penetrantes ojos claros, pero rápidamente la aparté y me fui.

Luego de hacer la cuenta, volví a su mesa.

—Aquí tiene. - Se lo entregué.

El señor verificó cundo era y sacó su cartera.

—Toma. - Me tendió los billetes. - Quédate con el cambio.

—Oh, muchísimas gracias. - Sonreí.

Me estaba yendo de nuevo para el mostrador cuando oí que el hombre volvió a hablar.

—¡Hey! - Me llamó. Me di vuelta y volví a su mesa. - ¿Sabes? Conozco a un chico - dijo y apuntó con la cabeza "disimuladamente" al castaño que estaba a su lado, quien está rojo como tomate y nervioso rascando su nuca. Evité emitir una risita. - que se muere por pedirte tu número pero no se anima. ¿Me lo quieres dar y yo se lo entrego?

Me pareció gracioso y a la vez tierno. El chico me pareció tierno y me inspiraba cierto tipo de confianza, así que no dudé mucho.

—Claro. - Murmuré sonriendo. En la pequeña libreta que siempre tenía conmigo donde anotaba los pedidos de la gente, anoté mi número y te entregué a hoja directamente al castaño. - Toma lindo. - me miró sorprendido pero agarró el pequeño papel y lo guardó.

De nuevo caminé al mostrador y cuando llegué noté como él me daba una última mirada y se iban de allí.

¿Me iba a llamar? De verdad me parecía lindo aunque tímido. Pero estoy segura de que me atraía.

30 Días para Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora