Miré el reloj que estaba encima encima de la cocina, marcaba las 6:56 p.m. En ese momento la puerta se abrió dando paso a mi compañera de trabajo quien comenzaba a las 7:00 p.m. Agradecí que estuviera aquí a tiempo, ya que siempre llegaba un poco tarde y no quería hacer esperar al castaño. Dieron las 7 en punto y la puerta se abrió dejando a un guapo Tyler a la vista.
Vaya, ¡qué puntual!
Me buscó con la mirada y luego de encontrarme se acercó.
—Hola. - Saludó con una sonrisa.
—Hola. - se acercó a mí y depositó un suave beso en mi mejilla, cosa que hizo que mi respiración se entrecortara. ¿Cómo era posible que me haga sentir así si ni siquiera lo conocía? - Tyler, ¿me das unos minutos? Debo cambiarme.- dije apuntando a mi uniforme.
-Claro.
Salí de ahí y me dirigí al baño. Me puse un vestido no muy corto, uno casual y arriba una chaqueta negra. Tomé mi cartera, me la colgué y volví con el castaño luego de despedirme de mi jefe.
-Listo. - avisé y vi como me observaba de arriba a abajo.
—Estás hermosa. - comentó mientras salimos de café. No pude evitar sonrojarme.
—Gracias, tú también lo estás.
-Oh por Dios, nunca me habían dicho que estaba hermosa.
Solté una carcajada que hasta yo me asusté por ella. El castaño me dirigió hasta un auto negro. Nos subimos y allí no me aguanté a preguntar:
—¿A dónde vamos?
-A ver Stand Up. - Respondió.
—¿De verdad? ¡Amo el Stand Up! ¿Cómo sabías?
—Lo intuí, supongo... - Se rascó la nuca algo nervioso y puso en marcha el auto.
Comenzó el camino y era algo bastante silencioso e incómodo. Era raro, porque estaba en el auto de un completo extraño yendo quizá a su guarida para secuestrarme y luego violarme. Ok, quizá exageré un poco. Gracias a Dios, él decidió romper lo que ambos habíamos formado.
— Y cuéntame. Prácticamente no sé nada de ti.
—Hagamos un juego. - Propuse. - Tú me haces 5 preguntas y luego yo a ti, ¿hecho?
—Hecho. - Aceptó.
—Bien, tú comienza.
—Amm... ¿Vives sola?
—Sí.
—¿Estudias algo?
—Quiero ser veterinaria.
—¿Comida favorita?
—Hamburguesa con papas fritas, definitivamente.
—También la mía. - Ambos reímos. - ¿Cantante favorito?
-Ed Sheeran.
—¿De verdad? ¡Lo amo! Creí que era el único. - Sonreí, este hombre me caía genial. - Una última pregunta... ¿Eres de besar en una primera cita? -Concluyó su interrogatorio mirándome con una sonrisa pícara.
Nunca había tenido una primera cita, o quizás sí, no lo sé. Pero no creo que sea de esas que besan e la primera cita.
—No, a menos que seas Robert Pattinson...
Ambos soltamos una carcajada.
Me gustaba el ambiente que habíamos creado, era cómodo y cálido.
—Bien. Ahora te toca a ti.
—Ok... ¿Vives solo? - Rió ante mi pregunta, ya que fue la misma que me hizo él. - No tengo mucha imaginación.
—Sí, vivo solo.
—¿Hace mucho no estás en una relación?
—Amm, algo. - contestó un poco nervioso.
—¿Tienes mascotas?
—¡Tres gatos! - Exclamó feliz como un niño de 5 años. No pude evitar soltar una risita.
—Pues entonces me muro por conocerlos.
—Cuando quieras. - Me guiñó uno ojo y luego volvió su vista al camino.
—De acuerdo, sigamos... ¿De qué vives?
—Estoy estudiando para ser profesor de música, dentro de poco me recibiré y a veces hago suplencias en las escuelas. También toco la guitarra y compongo, así que cuando sale un oportunidad, hago presentaciones en bares o clubes.
—Genial. - Este chico cada vez me sorprendía más. - ¿Eres de los que besa en la primera cita?
Me miró alzando una ceja y luego contestó:
-—Sólo si la dama lo desea. - Qué caballeroso. - Aunque casi siempre es así porque nadie se resiste a mis labios. - Bromeó.
Entre risas llegamos al lugar. Por ahora iba siendo una muy buena primera cita. Bajamos del auto y entramos al bar. Nos sentamos en una mesa que Tyler ya había reservado, estaba en el medio. Faltaban tan solo unos minutos para que el espectáculo comenzara. Apenas nos sentamos y un mesero llegó a pedir nuestra orden. No había visto la carta y no estaba segura de lo que iba a pedir.
—Dos hamburguesas con papas fritas y buen vino. - Vaya. Era el hombre perfecto sin duda alguna. En ese momento nos miramos a los ojos sin decir palabra alguna. Tenía una mirada bella, sincera. El mesero que volvió con nuestros pedidos rápidamente fue quien interrumpió nuestro lindo contacto visual. Unos minutos después las luces se apagaron y un chico subió al escenario. Se presentó y luego comenzó a hablar. Juro que nunca en mi vida me reí tanto, o al menos eso es lo que yo recordaba. La comida se pasó entre risas y casi que me ahogué bastantes veces, era muy divertido. También en algunas ocasiones, me quedaba viendo la sonrisa de Tyler. Tenía una dentadura perfecta y cuando o hacía sus ojos se achinaban. Este chico era lindo por donde lo mirase. Luego de una hora y media de risas, el show terminó. La gente aplaudió y las luces volvieron a encender.
—Fue genial. - Comenté.
—Y divertido. - Agregó. - ¿Vamos? Es algo tarde y mañana trabajo.
—Oh, claro. También yo. - Sonreí y cuando estaba por sacar el dinero de mi billetera él me frena.
—Nada de eso, yo pago. - Rápidamente llamó al chico que nos atendió y le dio el dinero.
No protesté, sólo rodé los ojos. Nos levantamos de nuestra mesa y nos fuimos. Me pidió la dirección de mi casa para poder llevarme. En el viaje me percaté de los tatuajes en sus brazos. Los había visto pero o les había puesto atención. Eran coloridos y raros.
—¿Te tatuaste una ketchup? - pregunté divertida mientras me reía.
—Me encanta la ketchup pero no el tomate. ¿No viste toda la que le eché hoy a mi hamburguesa?
—Sí. - dije riendo mientas lo recordaba. Seguimos andando unos minutos después llegamos.- Aquí es.
—Qué lindo lugar.
—Gracias. - Me desabroché el cinturón y luego lo miré. - Y también muchas gracias por lo de la cita, Tyler. Ha sido increíble, de verdad.
—Me alegra que te haya gustado, gracias por aceptar salir conmigo. - Sonrió. - Entonces, ¿nos vemos en la cita número 2?
—Claro, nos mensajeamos. - Sonreí y me acerqué a él, lo miré un segundo y le dí un beso en la comisura de los labios. Me morí por comerle la boca ahí mismo, pero no quería parecer tan desesperada.
Bajé del auto y llegué a la puerta de mi hogar. Él no se fue de ahí hasta que me vio entrar. Cuando llegué, suspiré y me recargué en la puerta. Dios, me tiene sus pies.