Capítulo 5

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Me deslumbra la luz de una lámpara, lo que hace que me despierte sobresaltada, pero me relajo al ver a Iris sentada a un lado de la camilla.

-¿Esta era tu genial idea? - le pregunto, sonriendo, señalándome.

-No me hagas sentirme más mal de lo que me siento ya-me ruega, haciendo una mueca triste.

-Tranquila, es broma-le digo, sentándome.

Su mueca se transforma en una media sonrisa.

Mi camilla está a un paso de los aseos, literalmente.

-¿En esa silla estaba sentado...?- le pregunto.

Iris asiente antes de que pueda acabar la pregunta

En ese momento veo a Lucas salir del aseo, no sé en qué estoy pensando, pero, me dan ganas de abrazarle, me apoyo en la camilla, dispuesta a ponerme de píe

-Espera, no...-me advierte Iris.

No le doy tiempo a acabar la frese, me yergo sobre mis pies, entonces, no me da tiempo a reaccionar y cuando me quiero dar cuenta, estoy cayéndome, con las rodillas flexionadas, queriendo tocar el suelo, no puedo detenerlas, pero, Lucas, que, en ese momento, camina tranquilamente hacia nosotras, al verme, acelera el paso, y cuando estoy a un milímetro del suelo, cayendo de lado por un mal movimiento que he hecho para intentar evitar la caída, noto una mano en mi codo y reconozco de quién es porque solo su mano me produce pequeñas descargas eléctricas cuando me toca, cuando giro la cabeza, compruebo que no me equivocaba, Lucas me aguanta la cadera, haciendo que me mantenga recta frente a él, después de dudar durante un segundo si hacerlo o no, le abrazo, él acepta el abrazo, rodeándome con sus fuertes brazos, devolviéndomelo, me echo a llorar en su hombro, liberando la presión que tenía acumulada desde que entramos a la discoteca improvisada.

-Bueno, yo...voy al baño-dice Iris, corriendo la cortina que hace de puerta, dejándonos solos.

-¿Qué me pasa?-pregunto entre sollozos.

Lucas me sienta en la camilla

-Prefiero decirte esto sin paños calientes-me dice Lucas, coge una silla y se sienta delante de mí.

-Adelante-le digo, asustándome.

-Verás, el médico nos ha dicho a Iris y a mí que no podrás volver a caminar.

Me tapo la cara con las manos

-¡La gente me va a ver como la más débil!, ¡No sirvo para nada!.

-¡Hey!,¡No digas eso!

-¡En la cárcel no es todo un camino de rosas, y tú lo sabes! , ¡Mi situación me exige demostrar que soy fuerte, me exige demostrar que no se me puede subestimar!, -cosa que hacen porque mis ojos tienen color- ¡¿Cómo se supone que voy a hacerlo si estoy en una silla de ruedas, si ni siquiera puedo tenerme en pie por un segundo yo sola?!-insisto.

-¡¿Acaso crees que solo por el simple hecho de no poder tenerte en pie no puedes demostrarlo?!-me pregunta, alzando la voz-Escúchame-me pide, volviendo a su tono de voz, pero más suave, apartándome las manos de la cara, no las suelta cuando las deja en mis rodillas- ¿Acaso crees que estás sola?

-Tu enfermera me ha dicho que...-empieza a contarnos Iris, descorriendo la cortina, pero de repente se calla.

Lucas me suelta las manos y en ese instante comprendo porque Iris se ha callado tan repentinamente.

-Tu enfermera me ha dicho que mañana por la mañana te darán el alta.

-¿Mañana?, ¿Tan pronto?-me sorprendo.

-En realidad, llevas unos cuatro días aquí, te inyectaron más sedante del necesario y no has despertado hasta hoy-me aclara Iris.

-Voy a hablar con tu médico para que me informe sobre tu silla de ruedas y todo lo demás.

Lo contemplamos cuando se gira, camina hacia una puerta con un letrero en el que pone: "Dr. Gómez"

-Siento haber estropeado tan magnífico momento- dice Iris, volviéndose hacia mí.

-¿Qué momento?-intento disimular.

-Para tu información, se ve a la legua.

-¡Calla!-musito, cuando oigo los pasos de Lucas en el pasillo, poniendo un dedo sobre mis labios.

ella me imita, poniendo también un dedo sobre sus labios, emitiendo una carcajada silenciosa.

No puedo evitar reírme sonoramente sin darme cuenta, parecemos protagonistas de la típica conversa de recreo en el colegio, en la que la amiga intenta que la otra le diga quién le gusta, cando caigo en lo fuerte que me he reído, miro a Iris, que me observa sorprendida-¿No teníamos que callarnos?-pregunta.

Me tapo la boca entre risitas.


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