Origin of revenge (TIUHP2)

Séptimo Capítulo

Después de ese encontronazo que la había dejado patas arriba, intentó ver el lado bueno del verano que estaba pasando: había regresado a su ciudad natal, se había reencontrado con sus allegados y estaba pasando el mayor tiempo posible, absorbiendo como una esponja el clima cálido y algo desolador de la estrepitosa ciudad.

Levantó la vista y con la mente ausente vio como las bocas de sus amigos se abrían y cerraban, pero las palabras no las llegaba a escuchar. Sus oídos seguían pitando y estremeciéndose después de haber vuelto a escuchar su voz. Esto era realmente malo. Hayley dejó ese ritmo tan vigoroso para volver a uno pausado, poniéndose a su altura.

-¿Quieres hablar de esto o prefieres tomarte un buen café e intentar olvidarlo?.- la mirada de su mejor amiga lucía apagada de la preocupación.

-Ambas. Ambas estarían bien.-susurró con desgana. La pelimorada se aferró a su brazo con fuerza y tironeó para despertarla de su ensimismamiento. Entraron y notaron el leve murmullo de los clientes, el suave borboteo de la cafetera y el olor amargo y nostálgico del café.

-Hola Margot. Hace meses que no nos vemos, ¿nos pones lo de siempre?.- la brillante sonrisa de la teñida, hizo que la chica de enfrente suya se estremeciese. Una voz muy melodiosa. Se sentó guardando sitio, y notó su móvil vibrar; era su madre.

-Aquí tienes.-dijo la chica. Rozaron las puntas de sus dedos causando un leve tartamudeo por parte de la dependienta, haciendo que un risilla colmase el ambiente.

-gracias.-le guiñó un ojo juguetona, sabiendo que esta pegaría un salto de asombro y sorpresa. Giró el rostro y vio a su amiga hablando por teléfono, la postura de sus hombros indicaban que la cosa estaba bastante tensa, sus suspiros hacían que las conversaciones que la rodeaban, convergiesen en un solo punto, la voz de ella. Se sentó de manera cautelosa mientras observaba la mirada azul cobalto perdida de su amiga, perderse en los reflejos de los cristales apagados.

- ¿Qué quería?.- Bajó la vista y bebió un poco de su café. Ardía más que mil demonios.

-Preguntaba si el año que viene me gustaría continuar en Hogwarts o prefería cambiarme a la escuela de Nueva York.- las palabras se atragantaron en la boca de la pelimorada. ¿Volver tan repentinamente sin explicación alguna? Sonaba a gato encerrado.

-¿Porqué querrías volver a la escuela de Nueva York? No le veo el sentido a tal propuesta.- Los ojos se le empañaban con el humo del café.

- Mi madre después de lo que ocurrió con el innombrable, fue notificada por la escuela. Tiene miedo de que yo pueda caer como víctima colateral de este juego en el que nos ha metido. Comprendela, sus hijos están a más de mil kilómetros de distancia de ti; y no sabrías como reaccionar si le pasa algo donde tu no estés. Shail estará de los nervios.- una leve sonrisa acusó por salir de la comisura de sus rosados labios.

-Podremos con esto ya lo verás.- Posó su mano junto a la de su amiga. Sus ojos brillaban con bravura y comprensión. Las campanas de la puerta tintinearon con levedad, y un aire húmedo y caluroso azotó la tienda. Al levantar la vista, estaban su hermano mayor junto al trío slytherin cacareando a más no poder. Los movimientos espasmódicos que hacía Blaise para entenderse con los otros tres restantes, daban aspecto curioso y gracioso al mismo tiempo. Elisabeth rodó los ojos con incredulidad mientras sorbía los restos de ese café cargado que le habían servido, se quedó observando como el cielo estaba manchado de nubes blancas algodonosas. Había intentado evitar lo inevitable los meses restantes desde que rompió con en jugador de quidditch; pero este no paraba de meter la nariz donde no le incumbía. Notó como hacían chirriar la silla enfrente suya, y se topó con los ojos grisáceos del peliblanco. Por una vez en su vida no expresaban burla o cinismo, sino comprensión.