Cuarto Capítulo

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Después de haber salido del pequeño piso situado en el corazón de la ciudad, se dispusieron a caminar por las calles transitadas; donde la gente seguía su rutina diaria sin salirse de ella. El peliblanco observaba curioso las acciones de las personas que le rodeaban. Giró el rostro y se dio de bruces con el cristal de un escaparate muy abrillantado. Saliendo una señora regordeta con muy malas pulgas que saco el trapo y limpió lo que había ensuciado. Encima que esa señora se creía superior mirándole con tanto desdén, le humillaba de esa manera! Al ver las intenciones del joven Malfoy; Theo le agarró y lo sostuvo para que no acabase con la vida de esas malhumorada señora mayor. Al centrar la atención en ese cristal, a través de el vio como un montón de cacharros extraplanos se disponían bien iluminados mientras la gente los observaba con deseo y frustración. Que raros eran los muggles, dios mío.

Cuando se le pasó la irritación por lo de la pequeña tienda, fueron a uno de los callejones escondidos tras las calles abarrotadas. Christian miró hacia los lados para ver que no pasaba nadie delante suya, para acercarse a un muro pintarrajeado con graffitis mal hechos y posar su mano con delicadeza. La pared cedió con cuidado mientras invitaba a pasar a los jóvenes magos con una débil sonrisa lobuna en el rostro. La parte más alternativa de la ciudad, mágica y deslumbrante; de encontraba oculta al ojo de una persona normal. Al entrar se quedaron maravillados de la exuberancia de las tiendas; elfos vendiendo sus esculturas de madera; regateando con algún que otro sobrado que intentaba sacar el mayor provecho. Caminaron a lo largo de la empedrada calle principal, mientras veían como relucían los carteles de madera y farolillos tenues. El joven Harrison, los llevó a una de los establecimientos más grandes de ese pequeño pueblo oculto, un herrero.

Al entrar, toda clase de armas relucían en los expositores, desde las mas pesadas y empedradas, a las mas ligeras y simples, de defensa, de asalto... Era el paraíso del guerrero.

Ahí se encontraba el propietario atareado, atendiendo a un joven feérico; que iba en busca de flechas para su robusto arco, y al ser tan exigente no encontraba lo que quería y al grandullón se le estaba agotando la paciencia.

- Estas son demasiado endebles. No entiendes que se pueden romper nada más que coja velocidad!?- dijo irritado el joven oliváceo.

- Pregunte en la tienda de Brock. Ahí tendrán sus flechitas de elfo- dijo sarcásticamente mientras lo echaba de allí. Al girarse y ver el rostro del joven, en su adusta cara se formó una sencilla sonrisa.

- Que te trae por aquí granuja? Y quienes son estos amigos que traes a mi tienda- dijo mientras se posicionaba detrás del mostrador.

- Encantado de verte de nuevo Alan, todo un placer! Estos son dos magos. Tengo entendido que aparte de estas armas, vendes polvos de red flu de calidad.- dijo mientras sacaba una sonrisa torcida. El hombre cogió de la trastienda y tiró dos grandes sacos encima de la encimera, provocando que casi saliensen disparados los dos contra el techo.

- Cuánto...?- dijo determinando la cantidad.

- lo que me des.

- Te doy máximo cinco copas, que si no me arruino de manera infranqueable.- dijo mientras lo servía en una pequeña bolsa aterciopelada.

- Gracias de nuevo- dijo mientras le guiñaba el ojo de manera divertida y el asentía con un leve suspiro.

- Di a tu hermana que lo que encargó ya esta aquí, para que se pase.- dijo mientras empezaba a suspirar; ya no sabía que hacer conmigo. A Malfoy se le encendieron los ojos, rebosando de curiosidad. Iba a preguntar pero cerró la boca antes de decir algo que no poder rectificar luego.

- Como os quedáis con esta pedazo de ciudadela detrás de las paredes de uno de los barrios mas populares de la ciudad?- dijo mientras sonreía achinando los ojos.

Se dieron la media vuelta para volver a buscarlos a todos, pero cuando volvieron el cuerpo... Una sombra los miró con unos ojos plateados tras esa capa de oscuridad. Unos dientes de tiburón y una sádica mirada mientras susurraba ciertas palabras en un idioma diferente, con modulaciones de tono distintas.

Se acercó a ellos, mirandolos directamente a los ojos sin bajar la mirada. Se dieron cuenta de que lo que estaban percibiendo desde esos orbes plomizos, no era mas que una manera de atravesarles la conciencia. Ese sujeto sabía algo que solo Christian sabía; era un shek.

Y buscaba venganza.

Cuanto tiempo mis pequeños lectores c: !! hace tiempo que no escribo ya que esto de estudiar, no me da tiempo a dedicarme al resto de cosas. Que os ha parecido? Veía que estab perdiendo algo de magia y acción por lo que la he incrementado cx

Quién será esa persona que conoce tan bien christian? uououo lo sabréis en el próximo capítulo :v. Abrazos psicológicos c:

Origin of revenge (TIUHP2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora