Natalie salió de la tienda de música a las nueve en punto esperando encontrarse con Aarón pero no fue así, él no estaba ahí como no había estado la noche anterior.
Ella sabía la razón. El debía estar en algún bar de la ciudad tomando para olvidar lo que le había hecho.
— Nat, ¿no quieres que te lleve a tu casa? — le preguntó Xavier, su compañero de trabajo — Sabes que no me cuesta nada.
La castaña lo pensó un poco mirando a la calle en espera de que Aarón apareciera pero sabía que eso no sucedería. No podía rechazar la oferta de Xavi, no quería regresar sola a casa así que después de pensarlo unos minutos terminó accediendo.
Cuando llegaron a casa de ella, le dio las gracias por haberla traído, dejó un beso en su mejilla y bajo del auto dándose cuenta que la luz de su pequeña morada estaba encendida y se podía ver perfectamente la silueta del hombre que tanto amaba.
Aarón la había visto llegar en otro auto que no era el suyo, con otro chico que no era él.
Antes de abrir la puerta, Nat estaba pensando seriamente si realmente tenía que quedarse a dormir ahí, tal vez podía quedarse afuera sin importar el frío, después de todo traía su chamarra. Pero cuando estaba por quitar la llave de la cerradura para dar media vuelta y salir corriendo, la imponente imagen de Aarón apareció en su campo de visión.
Natalie trago duro ante la expresión de su novio. Su mirada era fría, sin sentimiento alguno por ella. Sabía lo que venía a continuación. El moreno la jaló del brazo haciendo que entrará tropezando a la casa.
— ¿¡Quién es él, Natalie!? — su voz retumbo por toda la sala, estaba borracho — ¿¡Por qué llegaste con ese tipejo!?
— Es X-Xavi, mi c-compañero de trabajo — titubeó — N-No llegaste por mi y... no quería regresar s-sola a casa.
Aarón rió sin ganas y la aventó contra el sofá.
— ¿¡Xavi!? ¿¡Ahora lo llamas con diminutivos!? — Nat no le respondió, tenía miedo de que si decía algo no fuera la respuesta que su novio quisiera — ¡El que no haya llegado por ti no significa que puedas venirte con cualquiera!
— No creó que sea para tanto — soltó sin pensar aquellas palabras, pero inmediatamente se dio cuenta y rectificó — Sólo es mi amigo.
«Amigo»
Aquella palabra no le gustaba para nada. Su novia no podía hablar con ningún otro hombre que no fuera él y por ende no podía tener amigos. Natalie era suya y de nadie más.
Camino hasta su chica y se sentó a horcajadas sobre ella, comenzó a besarla desesperadamente para que entendiera que ella sólo era de él. Nat quiso quitárselo de encima pero era inútil, ella no tenía las fuerzas necesarias para eso, en cambio Aarón tomó sus pequeñas manos y las colocó por encima de su cabeza siguiendo con los besos, mientras que con su mano libre empezaba a tocarla para después deshacerse de sus prendas sin mucho esfuerzo.
Las lágrimas comenzaban a descender por sus palidas mejillas pero eso, al moreno, no parecía importarle demasiado.
En cualquier otro momento aquellos besos y aquellas caricias las hubiera disfrutado y hasta las hubiera devolvido, pero esa noche no. Esa noche aquel acto sexual era sólo para complacerlo a él y para hacerla entrar en razón de que ningún hombre podía tenerla más que Aarón.