Dos semanas.
Habían pasado dos semanas completas desde aquella noche fatídica y todo, realmente todo parecía ir viento en popa.
Aarón había dejado de tomar y pudo conseguir un trabajo en una pizzería, el horario que tenía le convenía porque al terminar su jornada podía pasar por su chica a la tienda de música. Natalie por su parte estaba de lo más feliz ¿y cómo no? Su novio estaba bien y estaba cumpliendo con su promesa.
Todo marchaba bien.
No podían pedir más, todo indicaba que este cambio se mantendría y podrían salir adelante.
Ojalá Nat oyera las palabras que la parte razonable de su cerebro le decía.
Si una vez lo hizo no falta mucho para que lo vuelva hacer.