O8

2.2K 385 65
                                    

quizás yoongi se hallaba en lo cierto y hoseok, irónicamente, sufría de simple atracción física. necesitaba saciar su curiosidad conociendo a aquél pelinegro. sabiendo su comportamiento, analizando sus pensamientos.

quizás yoongi y hoseok no estaban preparados para el amor. ninguno era capaz de mantenerse estable emocionalmente. recaerían en depresión. se ahogaría en su ansiedad. comerían hasta hartarse y llorarían hasta quedarse dormidos.

quizás no debieron conocerse, pero quizás estaban destinados a hacerlo. sus miradas se toparon en su primer encuentro. sus sonrisas fueron mutuas. ambos sentían algo grande. deseaban profundizarse sin salir dañados, algo difícil de conseguir.

el reflejo de hoseok mostraba una imagen dura de reconocer. un muchacho con cabellos rosas pálidos, con la tez levemente morena y los labios temblorosos, secos. sus manos cesaban el recorrido de sus lágrimas.

eran las diez de la noche de un jueves cualquiera. había transcurrido variados días desde que yoongi liberó las dudas del ambiente. hoseok no había vuelto a los grupos de ayuda. estaba dolido, comenzaba a sufrir de nuevas complicaciones para dormir.

las horas pasaban como segundos. los minutos como suspiros. parecía que aún era martes. el cerebro de hoseok parecía enfermo otra vez. tenía insomnio otra vez. perdía las esperanzas otra vez.

y todo comenzaba a tornarse un círculo sin final establecido. una línea que prosigue, que no sabes dónde acaba.

—he traído un cafe con leche para mi chico —abrió la puerta lalisa. era una visita inesperada, aunque hoseok ni siquiera se volvió para mirarla—. oh, idiota, ¿ni siquiera me vas a saludar?

nadie contestó. fueron instantes silenciosos e incómodos, realmente confusos para la muchacha que proseguía con su tinte rubio. portaba un gorro invernal de lana. un pequeño pompón caía por su nuca. mientras que sus piernas, ocultas tras la fina tela de unas medias oscuras, se negaban a olvidar el verano.

hoseok admiró por el espejo la falda blanquecina de lisa. era de encaje, adoraba aquel tipo de prendas. percibió un jersey negro que finalizaba el conjunto. dio un aprobado mental antes de saludar en un susurro.

—taehyung me ha dicho que no has vuelto a decirle de ir a los grupos esos —decidió dirigirse al tema de la cuestión—. ¿qué ha pasado, hoseok? —lisa podía notificar los problemas en los ojos del teñido. su actitud no era común.

—nada —se encogió de hombros.

la muchacha bufó. conocía a su amigo a la perfección. debía ser paciente, darle tiempo para abrirse. sólo compartiría su dolor cuando explotase, tal y como una bomba. tiene un tiempo libre hasta que, finalmente, se formulan un conjunto de sentimientos que lo hacen desvanecer.

no hubo mayor tema de conversación en la próxima media hora.

ambos, sentados en la mesa de la cocina, se acompañaron mutuamente. lisa apreciaba los ojos hinchados de hoseok, una clara marca de lágrimas. el teñido sorbía su café gustoso. era una textura ruda y amarga que adoraba.

—jisoo me llamó el otro dia.

la voz de lisa sonó desesperada. quizás la personalidad habitual de hoseok debía volver. a pesar de sus sentimientos de cansancio, de la pesada depresión o el cúmulo de ansiedad que tensaba sus músculos.

—sólo quiso saber que si estaba bien y qué había de latín —explicó la de cabellos rubios observando atenta su cappuccino—. creo que me he hecho muchas ilusiones a lo tonto.

—yo creo que no —contraatacó, sorprendiendo a su mejor amiga positivamente—. ayer me mandó un mensaje preguntándome si tenías pareja, que si era su novio. y le dije que ella era lo más cercano a una novia que tenías ahora mismo —sonrió con anhelo—. parecía muy contenta por la revelación.

la acaramelada mirada de lalisa comenzó a iluminarse, como si el sol apuntase únicamente hacia ella. la curva de sus labios aumentaba por momentos. sus manos dejaron de moverse por nervios. se calmaron ante la experiencia compartida de hoseok. ella era feliz.

por un momento, hoseok deseó ser normal. carecer de enfermedades mentales. vivir una vida como cualquier otro adolescente. tener relaciones, asistir a fiestas, hacer nuevos amigos, beber alcohol y tomar medicamentos sólo cuando tuviese dolor de cabeza.
pero no.

hoseok era tan diferente a los demás. teñía su cabello de colores extravagantes, que raramente rozaban lo normal o natural. era abiertamente bisexual. se dejaba utilizar por las personas. era incapaz de hablar con los demás con facilidad. debía proseguir con sus antidepresivos diarios y pretender que mejoraba.

—el chico del grupo, yoongi, estuvo hace unos días en mi casa —hoseok tomó el turno de palabra, sintiendo que lisa se liberaba al conseguir que hablase sobre sus preocupaciones—. le curé unas heridas y le pregunté porqué me había besado... dijo que no necesitaba explicaciones. que no éramos ni seríamos nada.

a veces no se necesitan palabras para acompañar a las personas.
cuando el dolor se acumula y produce una oleada de depresión, ningún tipo de oración consolará al corazón roto.

lisa se levantó de su silla, abandonando toda bebida caliente para abrazar a su amigo. este ocultó su rostro en la curva mortal del cuello de la muchacha, donde pudo notificar sus marcadas clavículas.
el ambiente se tornó oscuro. quedó oculto tras una terrible capa de penumbra y desolación. el pecho de hoseok se rompía a cada segundo, sintiendo que nunca lograría estar acompañado. que moriría, tal y como sus temores más grandes mostraban, completamente solo.

las rodillas del teñido se desmoronaron. temblaban, aumentado el peligro a caer. pero los brazos de lisa le mantenían sujeto. le guiaron hacia la pared de la cocina, donde se dejaron deslizar. hoseok tomó lugar en las baldosas frías. su nuca sobre los muslos de lalisa, sintiendo sus dedos entre los rosados mechones.

—¿sabes qué me decía mi padre de pequeña? —irrumpió lisa el silencio, siendo contestada por una negación del muchacho—. que llorar es bueno, tanto como reír.

—no quiero morir solo, lisa.

—no lo harás. nacemos y morimos acompañados.

CATACLASM ━ HOPEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora