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docenas de invitados abandonaron la celebración tras la lucha, incluido el agresor. en menos de treinta y cinco minutos, la casa se vació, permaneciendo únicamente yoongi y sus más cercanas amistades.

jimin proseguía desinfectado algunas heridas. los hematomas se acumulaban en su redondeado rostro, junto a sus abundantes ojeras.

—¿en qué mierda estabas pensando? —inquirió jimin algo enojado, sintiendo la divertida actitud de su amigo a su lado—. no estoy jodiendo, idiota.

pero yoongi sólo encogió sus hombros. hoseok sabía que era su mejor contestación, la única que no creaba el caos a su alrededor. simplemente era un muchacho desorientado, dolorido.

en sus ojos ya se podía divisar las hemorragias. la de su nariz cesó hacia algunos minutos, junto a su ceja. algunas heridas habían cicatrizado con la ayuda del agua oxigenada, otras fueron limpiadas con suero. yoongi no ofrecía muestras de inquietud o molestia. aguantaba cual soldado. serio, incapaz de leer sus sentimientos en su rostro.

era una cualidad que hoseok envidiaba de él, su incapacidad de emitir. en extraños momentos, cuales como su bajón en el salón del teñido, se podía percibir leves rasgos de normalidad. de una depresión tan profunda que variaba su personalidad. pero se esforzaba demasiado en reprimir sus emociones, en negar lo que sentía. y quizás aquello era lo que más le dañaba.

—necesito droga, jimin —murmuró yoongi, sintiendo los dedos de su amigo sobre su pómulo. trataba de limpiar la sangre que escurría por su mejilla. cesó unos segundos. pensaba seriamente si sería una buena opción. desaparecería su dolor, pero podría lograr empeorar su estado físico—. vamos, por favor. lo necesito.

en un par de súplicas más, jimin resopló. tres minutos después retornó con una pipa de cristal. hoseok conocía algunos medios para consumir crack, pero desconocía de la adicción de los chicos a ello.
lisa admiraba sorprendida. ¿iban a hacerlo? era una droga con mala fama, en verdad. muchos sufrían de enfermedades psicológicas tras disfrutar del crack. además las sobredosis eran casi instantáneas.
quizás aquello era lo más aterrador. yoongi podría usarlo como una forma de suicidio inmediata.

—no hagas que me arrepienta de esto —añadió jimin.

tras aquel aviso, yoongi gozó de la droga. parecía relajado. el humo salía de sus labios y los efectos empezaron a recorrer su anatomía. sentía como el mundo carecía de preocupaciones. la euforia era tan intensa y agradable. hacía mucho tiempo que no percibía su vida con positividad.

sus ojos contactaron con los de hoseok. admiraba silencioso la escena. yoongi sonrió. le agradaba el muchacho. se preocupaba por su salud, a pesar de ser en vano.
ambos sabían que yoongi no duraría demasiado, sólo que uno de ellos lo había admitido y el restante no.

—pon música —dijo el pelinegro, levantándose patosamente—. quiero bailar.

con un suspiro exhausto, jimin obedeció. una canción pegadiza comenzó a reproducirse. se escuchaban guitarras eléctricas de fondo, acompañadas por el sonido de una batería y la voz dulce de un hombre.

yoongi dio una vuelta. a veces tropezaba con sus propios pies. otras simplemente detenía sus movimientos y balanceaba su cráneo. nada estaba asegurado en su coreografía. pero algo fue planeado, ya que al cabo de un rato hoseok sintió como yoongi tomaba sus manos.

comenzó a saltar en leves momentos. la euforia poseía su cuerpo. el teñido se sentía incómodo, incapaz de conocer el futuro. no quería seguir jugando con drogas. había sentido necesidad de volver a tomar algunas sustancias los últimos días. aquella no era la vida que deseaba.

acababa de separarse de una terapia psicológica. yoongi necesitaba enlazarse con una o su historia se tomaría penumbrosa. sólo la drogadicción era un golpe bajo, pero él necesitaba más. disfrutaba de su lenta desaparición, de su autodestrucción.

algunas lágrimas se escurrieron por los ojos de hoseok. no deseaba pensar en situaciones dramáticas, donde yoongi despertaba muerto por sobredosis y todos sollozaban en su funeral. un cementerio casi vacío en el que todos lamentaban su pérdida. muchos eran desconocidos, otros tantos familiares. y, en centro de todos, un desolado hobi.

—¿por qué lloras? —sonrió yoongi despreocupado.

su pulgar acarició el pómulo de hoseok, pero este no respondió. sus ojos se perdieron en los descontrolados pies de yoongi. pronto los efectos del crack le abandonarían. la felicidad, la sensación de estar completo. todo lo que le mantenía a flote le haría hundir.

—no te preocupes —mintió hoseok algo desanimado, sintiendo las miradas de sus amistades rodearle—. disfruta tú del resto de la canción.

lisa abrió sus brazos, donde el teñido se colocó. algunos sollozos se acomodaron en el ambiente, callados violentamente por la música.

las escaleras fueron descendidas por taehyung y jungkook, quienes reían. se sorprendieron al no sentir más presencias que las conocidas. jimin tomaba asiento en el suelo, junto a lisa y hoseok. ambos se veían tristes, depresivos. mientras que yoongi danzaba espontáneamente en el centro del salón.

tras ellos un muchacho de piel canela y cabello castaño les seguía. divisó la escena que ambos admiraban, ignorándola. ¿cuál era la importancia? sus ojos se posaron sobre el pelinegro que bailaba. sus movimientos no estaban calculados, así que posó sus manos en las caderas del delgado, tomándolo por sorpresa.

—namjoon, para —exigió jungkook desde las escalones, pero el nombrado negó.

—es mi última noche en la ciudad —rió—, déjame disfrutarla.

el corazón de hoseok sintió un vuelco casi mortal. una patada que no fue anticipada. simplemente sucedió. namjoon palpaba con libertad el cuerpo de yoongi, quien no se mostraba incomodado. la droga causaba tales estragos, hoseok no lograba creerlo.

a pesar de conocer la promiscuidad de yoongi, su desinterés en las relaciones y su pánico a ser importante por alguien. a pesar de saber que no debía caer en aquellas garras suicidas. a pesar de sentir que su mundo era penumbroso cada vez que se acercaba a él. a pesar de cada amenaza, de cada problema, de cada aviso, hoseok se vio perdido en yoongi.

y mientras él besaba a namjoon, el teñido simplemente lloraba. sabía que nunca tendría lo que taehyung y jungkook podrían conseguir. lalisa y jisoo se volverían pareja, tomarían las riendas de su futuro. seokjin conseguiría un novio. jimin sería feliz en miami.

pero él lloraría por yoongi.
se ahogaría por yoongi.
se enterraría vivo por yoongi.
viviría y moriría por aquel muchacho depresivo.

su mundo estaba con las luces apagadas. no tuvo mayor opción que retomar su vieja manera de evadir las complicaciones.

—jimin —llamó al menor, que respondió al instante. sus ojos no estaban iluminados como de costumbre. nada se hallaba en su punto correcto en esos momentos—, pásame algo de alcohol.

CATACLASM ━ HOPEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora