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—¿perdona? 

—ya lo has oído —yoongi sonrió, tomando otra calada y dejando salir el humo por sus fosas nasales—. golpéame lo más fuerte que puedas.  

mientras hoseok permanecía impactado, bloqueado ante la posibilidad de golpear al pelinegro, yoongi proseguía consumiendo su cigarro. mentalmente decidió que, cuando este finalizase, se voltearía hacia el teñido para recibir su merecido puñetazo.
quizás al principio había sido extraño. la idea de comenzar un enfrentamiento voluntario nunca perteneció a los planes de hoseok. sinceramente, era un chico pacífico. disfrutaba de la relajación, de la calma. pero yoongi era como un vendaval. te absorbía en su caos y no te dejaba escapar. 
el cigarro desaparecía entre los dedos de yoongi, al igual que el tiempo de hoseok para pensar.

—no voy a pegarte —se encogió de hombros, mirando fijamente a su acompañante—. no tengo ninguna razón.

—¿quieres una razón? —aspiró el último humo procedente del cigarro aprovechable y lo retiró, pisándolo posteriormente. giró sobre sus talones. hoseok lo observaba de cerca. era adicto a sus acciones y ocurrencias—. no quiero morirme sin ninguna cicatriz —rió levemente ante el ruedo de ojos del teñido—. cicatrices que no me haya hecho yo mismo. 

así que yoongi se situó frente al muchacho. sonrió. hoseok se percató de lo simple que era su sonrisa, pero el dolor que escondía tras ella. todas aquellas cicatrices autoinflingidas, todos los intentos de suicidio, todo el odio y el poco perdón. definitivamente, yoongi no merecía ser tan bello pero, a la vez, tan destructivo.
en un leve segundo ya le había golpeado. su brazo había ascendido su posición y había obtenido impulso, logrando que el rostro de yoongi se girase ante el golpe. unas carcajadas respondieron al instante.
hoseok no lograba creer lo que sucedía. ¿acaso no le había dañado? ¿había hecho algo mal?

—otra vez —habló yoongi, tomando por sorpresa al teñido.

—ya es suficiente, yoongi —observó una negación por parte del nombrado—. no voy a pegarte otra vez.

—¡hazlo!

fue una brisa de viento comparado a la tormenta de su mirada. aquella era una imagen traumática. era un simple chico suplicando para ser dañado.

—¡quiero sentir algo! 

y repentinamente, yoongi cayó sobre sus rodillas. ocultó sus ojos tras las palmas de sus manos. ligeros sollozos asomando de sus comisuras, logrando que hoseok se acercase a él y, con un tacto cuidadoso, apartase las manos de yoongi.
las lágrimas descendían por sus pómulos. parecía que la llovizna había comenzado. hoseok acarició su mejilla derecha. era realmente bello. una obra de arte llena de dolor, de historias y sufrimiento. yoongi se acercó a hoseok. sus labios se unieron en un simple empujón. sólo el pelinegro cerró sus párpados desde el principio. hoseok no lo creyó hasta que sus labios aceptaron la unión, moviéndose con lentitud.
sintió tantas emociones. tantos tipos de explosiones positivas y tantas negativas. el sabor metálico de los labios de yoongi le confundía. sabía que era sangre. su labio abierto le ofrecía aquella textura desagradable, pero no suplicó por su perdón. no pronunció palabra.

todo lo que podía pensar era en yoongi, en su extraño comportamiento. en lo bien que besaba. en los chupetones de su cuello. en sus manos enrollándose en los mechones rosados de hoseok. en sus ojos caramelo. en su pelo desordenado y actitud neutral.
nada le importaba.
hoseok lo sabía.

percibió como su cercanía se agotaba. el vacío poseyó sus comisuras, sintiendo el frío de la noche. las oscuras pestañas de yoongi se mantenían apreciables. sus ojos cerrados y sus labios entre abiertos. parecía un ángel inocente. él no merecía tanto sufrimiento. realmente, nadie merecía aquella tortura emocional. aquella inestabilidad brutal. 

—¿te curas las heridas? —hoseok curioseó.

—no. 

—se te van a infectar, yoongi. 

finalmente, sus párpados ascendieron. sus pupilas, dilatadas ante la escasa iluminación, observaban atentas a hoseok. ¿qué estaría pensando? ¿realmente no tenía esa preocupación hacia él mismo? 
liberó un suspiro antes de levantarse. 
hoseok le imitó.  

—mi padre casi no está en casa —se encogió de hombros antes de curvar levemente sus labios—. y mi madre me ve sólo dos fines de semana al mes. a nadie le importo, ni siquiera a mí.  

—esa no es excusa. ¿quieres que te las cure yo?

evadió totalmente las excusas del pelinegro. parecía convencido de sus acciones. pretendía tomarle en su casa. que durmiese a su lado, ofreciéndole el calor que necesitase. yoongi se veía escaso de cariño, cosa que hoseok desprendía.
la ceja del pelinegro se alzó, al igual que su sonrisa. una carcajada irónica salió de entre sus dientes, acompañada de la mirada sorprendida de hoseok, quien preguntó—: ¿te estás riéndo de mí? —yoongi asintió—. ¿qué tengo de gracioso?

—tus esperanzas.

todas las facciones de yoongi se relajaron. incluso sus párpados cayeron nuevamente durante unos segundos. aquél estado calmado, pacífico era más atractivo. pero posterior a la tranquilidad se halla la tormenta.
yoongi mostró su iris castaños una vez más.

—puedes curar mis heridas, pero no puedes curarme a mí. yo no estoy enfermo, hoseok, yo soy la enfermedad.

CATACLASM ━ HOPEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora