Epílogo

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Todos ya están en sus asientos, impaciente de saber quién sería el siguiente club en su presentación.

Detrás de las largas cortinas rojas del escenario, el Club de Música se alistaba. El bajista cuidada que todo estuviera en orden mientras pasaba por cada instrumento, sus lentes cuadrados lo hacían ver más serio con sus pupilas verdes. Todo iba en orden, menos porque un espacio no era ocupado. Miro a los otros integrantes con las cejas levantadas, los cuales solo podían sonreír nerviosamente o apartaban la mirada como si no hubiera pasado nada.

— ¿Donde está? — dijo como un golpee hacia los demás.

— Me mando un mensaje, ya viene en camino — contesto la pianista sin mucha emoción.

— Tranquilo viejo, siempre ha logrado llegar a tiempo. — completó el baterista  y se apoyó sobre el hombro del bajista.

Un maestro indicó que faltaba un minuto, y las luces del escenario empezaron a ser más leves. Todos se pusieron en su lugar, solo unos segundos para que todo empezará un chico de tez delgada con cabello peinado de un lado llegó. Agarro su guitarra del estuche, y tomó su lugar.

30 segundos

— Te mataré después de esto. — soltó el chico de lentes.

— No lo harás. Todavía no he terminado la próxima canción. — contesto el chico mientras recogía su pelo con un listón verde limón.

20 segundos

— Esta vez quien te retrasó, Vampirito — la pianista pregunto con sarcasmo.

— Mi hermana y su novia tuvieron que hacer compras. Si una chica se tarda en hacer compras, imagínate dos — soltó y la chica sonrío.

10 segundos

El telón empezó a abrirse dejando al público; en el estaba algunos alumnos, maestros, padres, hermanos y gente desconocida. Todos con los ojos atentos a los movimientos del club.

El baterista contó y en el número 0, empezó todo. La cantante se movía entre el escenario mientras sonría a todos, los instrumentos por un momento parecían vivos mientras cada uno dejaba que sus manos hicieran lo demás.
El guitarrista era el que más atención captaba, había momentos en los que solo el sonido de las cuerdas cantaban una melodía que acompañaba a las demás y sus dedos se movían el viento en la temporada de otoño; que en vez de dejar caer a las hojas, eran las notas de la canción. Aparte de que era uno de los más apuestos del grupo, y su sonrisa natural derretía a las chicas.

La letra termino y el guitarrista fue el último en dejar de tocar; siguiente sonido, aplausos sin control que se dirigían al escenario. Lleno de sudor, el guitarrista sonrío con emoción y se inclinó al público como todos sus compañeros.

Como un impulso sobre él, sus ojos se posaron a su público, y en la mitad de la segunda de las filas, unos ojos captaron la atención del chico.

Eran como ojos de gato, azules y llenos de alegría. Su pelo suelto se movía con delicadeza en su asiento, y sus labios finos dibujaban palabras que solo él entendía.

Cuando aún no lo entendía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora