#50.5

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La siguiente parada fue la dirección de la escuela, y tres asientos de ella lo ocupaban Mark, Cecilia y yo.
Nos separaron de los demás después de llegar a la escuela, donde se supone que nuestros papás nos recogerían sin ningún contratiempo.

Pero nosotros éramos la excepción, los padres de Mark están en la oficina de la señora directora con mis papás. Y nosotros esperando nuestros castigo. Mira a Cecilia en mi lado derecho, quien jugueteaba con sus dedos mientras que Mark trataba no tener algún contacto visual con ambos (aún tenía la marca de la mordida que le di en el brazo).

Desde el pasillo se acercaba un par de tacones con rapidez, Cecilia se detuvo y se puso recta pero aún con la cabeza abajo. La mujer que solía tener la sonrisa amigable ya no existía, ahora con ojeras y expresión cansada pero aún así seria se detuvo en frente de Cecilia. Guardo silencio un rato mientras nos observaba a los dos, y se agachó hacia mi.
— Pequeño, siento mucho todo lo que pasó. — y acaricio los golpes de mi cara y sigo con mi cabello.
— No, ella no ha hecho nada. — señale. Ignoro mi comentario y solo soltó una pequeña expresión de calidez.
— Gracias Edward

De la puerta salió mis padres seguidos por los de Mark. Ambos se disculparon por lo que hizo su hijo al haber agarrado cosas que no eran suyas (nunca mencione que fue el dibujo), pero igualmente tuvimos que disculparnos con ellos por terminar la discusión con golpes.

— Ya saben cómo son lo niños, resuelven todo como luchadores. — trato de romper la tensión el padre de Mark.
— Rorbet, no es el momento. — respondió sin verlo su esposa. — Tenemos que hablar con Mark sobre su comportamiento, nos retiramos. Gracias.
— Nosotros somos los que tenemos que solucionar esto, y perdón por todo lo que ha ocasionado nuestro hijo. — mi madre se disculpó.

Los padres de Mark y él se marcharon en seguida después de eso, dejándonos a Cecilia y yo otra vez solos mientras mis padres volvían a entrar a la oficina acompañados por la mamá de Cecilia. Esta vez no tardaron mucho, y hicimos lo de antes.

— Siento todo esto, Cecilia nunca había causado al como esto.
— No te disculpes, son cosas de niños. Seguro Edward dijo algo que no debía. — Mamá me vio con mala cara, tragué saliva.
— Perdón Cecilia, por haber herido tus sentimientos. — me disculpe apenado.
Cecilia se acercó a mí y susurró con fríamente.
— Perdón Edward, por haberte mojado.

Realmente no lo hizo, su expresión no tenía emociones. Solo lo dijo para quedar bien con su madre. Lo sé, he roto algo dentro de ella. Y ahora la culpa está siendo mi propio castigo.

Se fue, Cecilia se fue con su madre sin mirar atrás. Le seguí con la mirada esperando, pero solo se fue. Que esperaba, que sonriera como antes lo hacía.

El trayecto a casa estuvo lleno de tensión, y llegamos a casa sin que mis padres me dirigieran siquiera la mirada. July abrió la puerta con emoción, y me abrazo fuertemente pero mi padre le mando una seña.
— Oh. Bueno, iré a comprar algo de botanas. Ahora vuelvo.

Cuando mi hermana cerró la puerta me senté en el sillón y espere mi castigo.
— Edward estas cansado. Mamá también lo está, mañana hablaremos.
— Y ¿mi castigo?
— Es suficiente por hoy. Tú mismo pusiste tu castigo.
Subí las escaleras pero no antes de que mamá me dijera:
— Edward, no me gusta que seas así.

Mamá está triste por mi culpa. Papá está desilusionado por lo que he hecho. Cecilia no quiere volverme a ver. El videojuego nuevo no está tan divertido como pensé. July fue a comprar botanas y yo quería algo.

Papá tiene razón, nosotros mismos ponemos nuestros castigos.

Cuando aún no lo entendía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora