Te lo prometo, conejito

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Otro día comenzó mientras se colaban los rayos del sol por las rendijas de la persiana. Me levanté sin ganas por otro día igual en mi vida, tenía ganas de que todo volviera a tener algún sentido para mí, volver a ser feliz lo era como antes, pero todo lleva su tiempo y la felicidad no se puede buscar. Te encuentra a ti cuando menos te lo esperas.

Desayuné, me vestí y fui a coger el bus con Clara. Mi madre ya se había ido a trabajar, ni siquiera le había oído llegar ayer por la noche ni hoy marchar, pero pasó por casa ya que su vaso de café estaba en el fregadero.

- ¡Buenos días, mi princesa! -Clara tan entusiasta como siempre- ¿Preparada para otro día de clases?

- Buenos días, pedorra. Ya sabes... ¡qué remedio!

- Al menos ahora ya te puedes alegrar la vista con nuestra nueva profesora, ¿eh pillina? -me dio un golpe en el hombro a modo de chiste.

- ¡Qué mala eres! ¿Tú qué tal con Fran? ¿Has logrado articular palabra con él o aún no?

- No juegues con esas cosas, ¡sabes que me da vergüenza! - dijo mientras se hacía la indignada.

- ¡Pues no me pinches tú con Claudia! ¡Estamos en igualdad de condiciones!

Cogimos el bus y llegamos al instituto. Ahí nos encontramos a unos amigos de Clara pero a mí no es que me hicieran mucha gracia, ya que eran los "populares del colegio" y yo nunca me he sentido cómoda en ese círculo de gente.

Dejé a Clara con ellos y me dirigí a nuestra clase. Teníamos Historia y ahora me estoy planteando por qué me levanté de la cama. Con lo a gusto que estaba yo entre mis sábanas, con mi pijama... y ahora tengo que aguantar una asignatura que no puedo con ella. Yo no sé cómo aprobaré esto, creo que es la asignatura que peor se me da.

Me senté en el suelo, me puse los cascos y me puse a Beret (cantante de rap) mientras dibujaba en mi cuaderno un paisaje donde solía ir de pequeña. Era como un bosque precioso con mesas y barbacoas para poder hacer ahí la comida. Ahí me sentía como en casa, ya que al ser pequeña, no tienes preocupaciones ni responsabilidades. Ese sitio siempre me recordaba a mi infancia y lo fácil que es que la felicidad te encuentre.

Alguien se sentó a mi lado mientras murmuraba algo. Era Claudia.

-¿Qué? ¿Perdona?- dije mientras me quitaba los cascos- Es que estaba con la música.

- Que qué haces aquí sola - dijo mientras sonreía.

- ¡Ah!, es que Clara está con sus amigos y a mí no me caen bien, son demasiado... bueno, da igual. ¿Cómo estás? ¿Estás mejor que ayer?- pregunté preocupada por ella. En verdad necesitaba saber cómo estaba.

- Sí, estoy bien, gracias- esbozó una perfecta sonrisa.

-¿Me lo prometes?- dije poniéndole ojitos de niña buena. Por dios, pero ¿por qué he hecho eso?

- ¡Por dios, que mona!- le brillaban los ojos ante mi mueca. ¡mierda!, se estaba riendo de mí. Soy imbécil -Te lo prometo, conejito.

¿Conejito? ¿Me acababa de llamar conejito? Oh, ¡dios mío!, adiós ropa interior.

- Es que has puesto esa carita que me has recordado a los efectos del SnapChat- Soltó después de una carcajada al ver mi cara de sorpresa. Comencé a ponerme roja, ¡dios, qué vergüenza!

- Supongo que gracias, profe- Respondí mientras me reía. Qué cruel era.

- Bueno, me voy que tengo guardia, luego nos vemos.- se apoyó en mi rodilla para subir, me dedico una sonrisa desde arriba y se fue. Ahí me quedé embobada mirando su perfecto cuerpo, sus curvas y su gran melena rubia que a cualquiera hipnotizaría.

Al cabo de un rato, bajé de mi nube y entré en clase ya que todos estaban dentro. ¡Qué bien!, llego antes que todos y ahora según la profesora llego tarde.

- Vete a la biblioteca mientras haces estos ejercicios. Que sea la última vez que llegas tarde a mis clases. Las actividades las quiero para mañana y no quiero excusas.

Qué genial, la asignatura que más odio y ahora la profesora me tiene manía. ¡Qué asco de vida!

Bajé hasta la biblioteca y firmé en el papel para certificar que he pasado ahí la hora. Me senté en la mesa más apartada que había porque ahora no tenía humor para aguantar a nadie. Irónicamente no había nadie en la biblioteca, ningún profesor, ni ningún alumno.

Saqué el libro de historia y me puse los cascos. Necesitaba escuchar esa canción que me animaba cuando estaba mal. Ahora no es que estuviera en la mierda, pero no me sentía muy animada. Un nudo en la garganta me estaba provocando el llanto de repente al escuchar la canción. ¡Cuántas veces habré llorado a solas con esa canción! Conseguí no romperme y comencé a hacer las actividades.

Al cabo de un rato noto que alguien me quita los cascos. Lo que nos faltaba, ¿quién narices es ahora?

-¿Qué pasa?-dije de mala gana sin levantar la vista de los apuntes.

- ¡Oh, vaya!, parece que no te has levantado con humor hoy- ahí estaban otra vez esos ojos. Inconscientemente me provocó una tímida sonrisa.

- Lo siento, es que me han echado por llegar tarde y no estoy de humor.

- No te preocupes, seguro que también tenía mal día- dijo riéndose.

Y ahí estábamos, sentadas juntas mientras me ayudaba a hacer las actividades entre risas y bromas, conociéndonos un poco más y sonriéndonos mutuamente. Era perfecta en todos los aspectos.

Un timbre me sacó de mis pensamientos. Me había quedado embobada mirando a Claudia mientras preparaba su siguiente clase. Me miró y me dedicó una cálida sonrisa. ¡Dios! ¡no hagas eso...!

-¿Qué clase tienes ahora?- dije mientras nos levantábamos.

- Pues contigo, conejito- soltó una carcajada al ver mi cara de nuevo.

- Ay, jope, que me pongo roja, no hagas eso - Sonrió y noté como me acariciaba la espalda suavemente, parecía que el mundo se había parado y sólo estábamos ella y yo, sus caricias y mi espalda.

- No te avergüences de nada, simplemente sé tú misma- dijo ya cogiéndome de la barbilla alzándola para que le mirara a los ojos. Yo sólo pude asentir mientras me perdía en sus ojos.

Fuimos a clase juntas y entramos ante la mirada de Clara y la profesora de historia. Le entregué las actividades para no tener que dárselas mañana y Claudia sonrió, pero no supe interpretar su mirada, nunca me había mirado así, pero no era una mirada incómoda, todo lo contrario. La profesora de historia cogió las actividades de mala manera y se fue de clase. Claudia me miró como "si, tenía mal día" y reímos por nuestra complicidad, ante la atenta mirada de Clara.

Fui hacia mi sitio y Clara ya me estaba matando a preguntas. "¿Y esas miraditas?, ¿qué hacías con ella?, ¿por qué esa sonrisa?"

- Para, para, locomotora- dije entre risas. Le conté todo lo que había pasado y estalló en una carcajada. Claudia nos miraba sin entender nada, pero la miré como diciendo "déjala, está loca" y sonrió

- La tienes enamoradita perdida, Julieta- me llevé otro codazo.

- Anda, cállate y atiende que no me quiero pasar otra hora en la biblioteca.

- No, lo que quieres es quedarte aquí para mirar a tu amorsito.

- Clara, ya vale que al final te pego.

La clase prosiguió tranquila, menos mal que no dijo nada más sobre el tema porque ya bastante nerviosa estaba yo con su cercanía la hora anterior. Sonó el timbre volviéndome a sacar de mis pensamientos. Miré a Claudia y me estaba mirando, me sonrió a modo de despedida y le correspondí. Joder, que mona...

(...)

Clara y yo estuvimos hablando toda la tarde hasta la hora de dormir. Sabía que no me gustaba estar en casa tanto tiempo sola, así que acabamos hablando por Skype hasta que decidimos irnos a dormir. Otro día había acabado, aunque al final, este sí que había sido un buen día.

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