Un encuentro Peculiar.

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Nagisa por fin había salido de la habitación y ante él un gran y extenso jardín lo acogía, decidió explorar el lugar por unos minutos hasta que divisó nuevamente a ese conejo blanco, el cual él y Karma habían seguido ciegamente.

Espero ese muchacho llegue a tiempo. — suspiro el conejo, quien aun no podía caminar bien.

Disculpe, ¿Puedo ayudarlo? — pregunto el peliceleste.

Mary Ann, que esperas. — refufuño, mientras confundía a Nagisa con su empleada. — No ves que tengo una pata rota, no seas ingrata y ayudame.

Nagisa no corrigió al conejo y decidió ayudarlo.

Caminaron un buen tramo hasta llegar al lugar donde vivía el conejo, entraron en esa casa y el conejo se puso a descansar en su sofá, sin antes ordenarle a Nagisa traer su abanico, el cual se encontraba en su habitación.

Obedeciendo el pedido del conejo, Nagisa fue al cuarto del conejo blanco para buscar el abanico, mientras buscaba el objeto observo que había una pequeña botella, sonrió y sin pensarlo la bebió, grave error.

Rápidamente su tamaño aumento, su cuerpo seguía creciendo cada vez mas y mas, hasta que el dueño de casa se dio cuenta del pequeño temblor que había, corrió con todo y dolor hacia su cuarto y llamo a su fiel empleada, al no oír respuesta alguna decidió abrir la puerta del cuarto y un enorme brazo fue lo que vio, no sabia como había aparecido y decidió ir por ayuda.

Minutos después el conejo regreso con algunas personas estas no sabían que hacer, así que obtaron por aventarle a ese extraño brazo lo primero que tenían.

Nagisa pudo escapar gracias a eso, ya que entre los objetos que le estaban aventando había algunas migajas de pan, las cuales comió y ayudó a que decreciera, un alivio para el peliceste, quien después de esto trato de continuar su recorrido por un mundo que no conocía.

Mientras caminaba se encontró con un pequeño bebé, el cual estaba gateando en sentido contrario a él, sin pensarlo lo recogió, y llevo consigo, pensaba ir y tratar de encontrar a la madre del pequeño.

Mientras tanto, una peliverde se mostraba totalmente furiosa y desolada en su cuarto, el gran amor de su vida había sido raptado por un hombre, si tan solo el poder que disponía en ese reino detrás del espejo fuera el mismo que en ese mundo, donde ella habitaba, movería cielo, mar y tierra por dar con su amado y ejecutar al secuestrador. Pero no se daría por vencida.

Dijo unas palabras y el espejo se convirtió en un portal, el cual la llevaría al mundo donde ella gobernaba, donde ella era la reina de corazones.

En el castillo todo estaba listo para recibir a su majestad, los soldados estaban desplegados como habitualmente lo hacían, no había ningún error en su formación , solo faltaba unos segundos y ella llegaba.

Las campanadas se empezarón a escuchar, ella ya había llegado.

El castillo entero recibió a su majestad y la atendió para luego ir a la pista de criquet, ya que en una hora la duquesa y ella tendrían un duelo.

Nagisa camino un buen tramo y no dio con nadie, como podía ser que ese niño estuviera ahí por mucho tiempo, fue lo que se preguntó, pero...

Itona. — se empezó a escuchar a lo lejos. — Itona. — se repetía.

La persona que estaba gritando diviso al peliceleste y fue donde él, al verlo con el bebé se sintió aliviada.

Itona, No desaparezcas así, por favor. — dijo la pelinegro. — Gracias por recojer a mi sobrino. — sonrió la chica y cogió en brazos al bebé.

De nada. — le respondió el peliceleste.

Gracias... Ya es tarde.... Itona, vamos rápido. — dijo y se fue rápidamente.

Nagisa no entendió el porque de su apuro, y decidió seguir con su camino.

Mientras iba a donde sus piernas lo llevaran se encontró con una extraña reunión de té, donde sin querer fue coordialmente invitado.

Por nuestro pequeño... — lo observo el tipo del sombrero, Isogai. — ... No nos haz dicho tu nombre, pequeño.

Yo... No recuerdo. — contesto. — lo había perdido, no recordaba su nombre.

Una persona sin nombre, que curioso. — desde lo alto de uno de los arboles un gato sonreía. — No lo recuerdas, ¿ no es así?, si gustas, yo te ayudare. — dijo el gran gato Koro- Q.

Por favor. — un rayo de esperanza pudo ver al fin.

Liebre, tu hazlo. — dijo el gato.

Esta bien. — respondió la liebre apodada Maehara.

Si bebes la correcta, recordaras todo... — empezó a decir la liebre.— Pero si bebes la incorrecta nunca podrás recordar tu nombre. — término.

De pronto, el peliceleste diviso a alguien, un pelirrojo que corría hacia donde estaban ellos, no recordaba quien era pero se le hacia conocido.

Nagisa. — el pelirrojo pudo dar con él.

Su cabeza empezó a sentir inmenso dolor y se desmayo.

Una sonrisa escalofriante salio del pelirrojo..

¿Que le hicieron a Nagisa? — preguntó siniestramente.

El sombrero huyo y la piel de la liebre se erizo de inmediato que provocó que no se moviera, mientras que el gran Koro-Q, fue el único que le respondió.

Nada, solo estábamos ayudando a que recuperara su nombre, nada más. — sonrió.

Así espero... — dijo el pelirrojo.

Nagisa... Nagisa... Despierta. — dijo... Después de varios minutos, pudo despertar a su amado, quien para ser sincero no se veía nada mal con ese vestido, si fuera por él, en ese mismo momento devoraría cada centímetro de su piel, pero no, no lo haría, odiaba la sola idea de que su amado fuera escuchado por otros, después de todo, esos gemidos solo eran suyos.

Continuará...

Nagisa en el país de las maravillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora