Capítulo 10

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¿Por que él? ¿Por que estaba en mi apartamento, si es que se podía saber? No hacía ni el año que lo habían dejado en el manicomio al pobrecito.

—¡Saeyoung!— caminó a paso lento y me abrazo. Se notaba que yo era unos centímetros más alto que él. Su coronilla me quedaba casi a la altura de los ojos, por lo que su pelo me molestaba en los ojos y nariz. Aunque he de admitir que tiene un delicioso aroma a cereza. —Saeyoung... Sa..— no podía ni imaginarme que él, el mismo maniático amante de las rosas negras, y del estereotipo japones conocido como yangire, se había aferrado a mi, comenzando a sollozar.

Mis manos se dirigieron a su cabeza, la cual apreté contra mi hombro. Si bien seguía siendo un loco suelto, aún era mi hermano. He de aceptar que de pequeños lo traté muy mal, debido a que tenía miedo de que me lastimara, pero aceptando que él era así, por culpa de mi madre, lo inscribí en un psicólogo. Aunque las cosas no acabaron bien...

—¡Ya!— me quito las manos bruscamente de su cabeza, y se separo de mi. —No se como confié en ti...

Aún se seguía lamentando por ciertas cosas del pasado. Pero hay que entenderlo. Le habían diagnosticado la enfermedad de múltiples personalidades. Admito que me costo tiempo memorizarlas, aunque no fueran tantas, pero cada vez que lo visitaba al manicomio era un Saeyoung diferente. Tanto que no sabia cual era su personalidad. Actualmente cuenta con dos. La normal, por así llamarla, que es como cualquier persona común y corriente con todas las emociones ya conocidas, y la psicópata.

—Veo que te mudaste...— hablaba mientras observaba las paredes. —No me llamaste.

—Iba a hacerlo.— mentí.

—¡Ja! ¿Te crees que soy idiota? Ya se que no me quieres como soy, y que tampoco te alegra que haya salido del manicomio. Pero vamos... Estaré contigo para siempre.— sus pupilas se habían dilatado y las acompañaba una sonrisa sin mostrar los dientes, muy creepy.

—¿El manicomio no estaba bien?— le cuestione mientras pasaba al living y dejaba mi mochila en el sillón.

Sentí pasos estrepitosos por el suelo de madera. Saeran me tomó de los hombros y me empujó, quedando mi pecho contra el piso. Él se subió a horcajadas sobre mi cintura, mientras que con destreza me tomaba de los brazos.

—Ya no eres tan fuerte ¿eh?— sonrió con satisfacción. —Hiciste mal en mandarme allí... ¡¿Qué clase de hermano envía al suyo a un manicomio?!

Saeran estaba enloqueciendo. En parte, si fue mi culpa por enviarlo allí, pero me fue solicitado por la psicóloga, ya que tal parecía que ella tenia miedo de que una mente tan "maravillosa" le hiciera daño. Y yo le cumplí el capricho.

—Realmente... Te odio.

No dije nada. Quería evitar conflictos, y más cuando se pone histérico, ya que es capaz de hacer cualquier cosa, y por más que sea mi hermano, si me aterra.

En aquel instante, se escuchó el timbre y luego unos cuantos golpecitos en la puerta.

—¿Seven? Abre.

Era la voz de Yoosung. ¿Es que acaso no puede irse tranquilo a su casa y pasarse horas jugando LOLOL en vez de venir a verme?

—Quítate.— le dije lo más serio que pude a mi hermano.

—No. No quiero.

—¡Yoosung!— grité. Quizás me escuchara y se decidiera a pasar, porque la verdad, no recuerdo haber tenido que cerrar la puerta con llave.

Saeran acerca su rostro a mi oreja, y comienza a susurrar.

—Que lindo es torturarte, ahora pides por ayuda.

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⏰ Última actualización: Apr 22, 2017 ⏰

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