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Mike se despertó de golpe. Cerró los ojos unos segundos, intentando volver a dormir, pero sólo fué una pérdida de tiempo. Él, una vez despierto, ya no puede volver a dormir. Le pasa todas las noches, y él sólo se levanta cansado, se sienta en la cama, toma agua caliente de la botella que tiene siempre al lado de sus pantuflas mientras se ríe de sí mismo. Eso mismo hace al despertar por la mañana. Mira a sus pies y luego a su armario, pensando en cómo sería el discurso de su profesora de Inglés al verlo llegar tarde a clases otra vez.

Mientras un escalofrío recorre su espalda, haciéndolo temblar, piensa en su amigo, y al ver a la aburrida pared de su habitación recuerda el color vivo del suéter del castaño. Deseaba verlo sonriente y alegre al entrar al salón. Esperaba que Jeremy lo saludara y riera suavemente en lugar de simplemente quedársele viendo desde su asiento. Lamentablemente, lo único que podía definir la mirada de su amigo era la tristeza. Él ya estaba aburrido de no hacer nada al respecto, así que se pidió a sí mismo mandar a la mierda la vergüenza y preguntarle qué le ocurría.
Luego rió. Él todos los días se dice lo mismo y nunca lo hace.

A pesar de que Jeremy no es de hablar mucho, cuando tiene ganas de conversar dice todo lo que quiere decir. Pero, quizás no diga todo lo que piensa.

—Oh...—dice en voz alta, y se ríe— Soy un imbécil—se friega un ojo con el puño y con su mano libre se ayuda a sí mismo a despertarse con una bofetada-.

Se levanta, descalzo, sin importarle lo frío de las baldosas del sucio suelo de su desordenado cuarto. Camina hasta estar frente a su armario. Abre una de las puertas y se choca con la otra. Se queja y abre la otra, frotándose el golpe con la mano. El montón de ropa totalmente desordenado dentro de su armario lo desalentaba. Mira al frente y suspira. Se despereza y piensa en qué ponerse.

—Hmph...—se dá un par de palmadas en la nuca y sonríe- La misma mierda de siempre...-susurra, mientras toma su sudadera roja y la tira a su cama.

Luego tira un jean, agarra sus zapatillas negras y embarradas del techo de su armario mientras se queja del frío en sus pies. Toma un par de medias sudadas de la semana pasada y las huele. Es asqueroso, pero está apurado, y tampoco le importa mucho. Las tira a la cama mientras busca una camiseta de mangas largas.
Mira a la parte oscura de su armario, dónde están amontonados los zapatos viejos de su madre, los cuales ya han quedado sin uso. Saca su mochila de ese rincón y la mira con asco. La huele y la aparta de su cara enseguida, tirándola a un lado de su ropa. No tendrá tiempo de desayunar, qué lástima, ya son las siete y treinta.

—Hoy será un gran día—dijo, antes de reírse y mirar al suelo con pena-.

Jeremy siempre llegaba temprano o a tiempo, mientras que Mike desperdiciaba su tiempo mirando al suelo y suspirando. Ojalá su amigo le guarde un lugar, sino, tendrá que sentarse en el fondo de todo, en el pupitre más viejo, sucio, descuidado y con chicles, insultos, y penes dibujados en todas partes.

—Éste día será una mierda...—admitió, recordando que tendría clase de Química.

Tomó su jean y se lo puso, sentándose en la cama para arremangarlo y ponerse las medias. Acomodó su pantalón y se puso sus zapatillas. Se ató los cordones y volteó a buscar la camiseta que había tirado antes. Luego se puso la sudadera, que a pesar de tener manchas de corrector por esa vez en que a Jeremy se le olvidó avisarle que sus compañeros habían dejado un gran charco de esa mierda en su escritorio para molestarlo, era el más abrigado que tenía.
Toma su celular de la mesita de luz junto a su cama y mira la hora. Luego lo guarda en su bolsillo.

Busca su gorro negro y corre al baño, una vez frente al espejo se mira a sí mismo y sonríe. Mira sus ojeras y se saca la lengua. Se pega una bofetada y se pone su gorro. Toma su cepillo de dientes y abre el grifo. No iba buscar la pasta de dientes en ese momento, pues debía llegar a tiempo a clases. Se cepilla los dientes de forma rápida. Unos minutos después sale del baño con la cara mojada. Se seca el rostro con la manga de su sudadera, viendo con desagrado las manchas oscuras que el agua dejaba en su ropa. Se despide de su mamá y le desea que tenga un buen día, pero ella lo detiene antes de que corra a buscar sus llaves para salir corriendo a la parada de autobús.

—¿¡Te vás a ir sin desayunar!?—le pregunta de forma algo desesperada, tomándolo del brazo con fuerza.

—Ehh... Sí—responde, riéndo suavemente—. Tranquila, mamá, voy a comprar algo para comer en la cantina del colegio después. ¿Sí...? Quédate tranquila.

—Oh... Está bien...—murmura, bajando la mirada— ¿Necesitas dinero, verdad? ¿O tú tienes?

—Ah, sí. Sí tengo-mintió—.

La señora le advierte que hace mucho frío en la calle y le pide que tenga cuidado, entonces el ojiazul le sonríe y le pide que no se preocupe, respondiéndole que todo estaba bien. Se sonríen, se abrazan y Mike se vá corriendo a buscar sus llaves.

Siente que su celular vibra en el bolsillo de su pantalón. Jeremy le ha mandado un mensaje.
Jeremy quiere saber si Mike irá a clases y le desea un buen día. Ésto hace sonreír al moreno, ya que el ojiverde también se preocupa por él.
Sale de su casa, cierra la puerta y corre a la parada del autobús para esperarlo.
Aprovecha para responderle a su amigo, diciéndole que está bien y que asistirá a clases seguido de una carita sonriente. Jeremy sólo le responde con una corazón, y Mike sonríe por eso. Quiere escribirle algo más, pero vé que el bus ya está acercándose a la parada y guarda su teléfono en su bolsillo.

"Hoy será un gran día" se dice a sí mismo, mientras estira el brazo haciendo una seña con los dedos, indicándole al conductor que iba a subirse en su autobús. 

Preocupación - jeremikeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora