Ocho.

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家

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Yoongi se deslizó en la pequeña bañera hasta que su nariz estuvo tapada con el agua. Soltó aire por la boca y las burbujitas salieron eufóricas para romper contra la superficie. Había echado unas sales para el baño que lo teñían de color azul cielo y, mientras intentaba relajar la mente, jugaba a salpicar el jabón contra el agua.

Hoseok se había bañado primero y ahora lo esperaba fuera. Le había dejado un pantalón deportivo y una camisa blanca básica. Por suerte le habían sentado a la perfección, pues Yoongi siempre compraba una talla más en sus ropas.

“Está aquí. En mi casa. No es un sueño”.

Al ser consciente cien por cien de la situación un ataque de nervios le dominó por completo y metió toda la cabeza bajo el agua de golpe para soltar un grito. Millones de burbujas salieron en respuesta a ello. La sacó a los pocos segundos jadeando y sintiéndose tan nervioso como un niño pequeño.

“No puede ser…”

Suspiró y decidió salir de la bañera. Había hecho esperar a Hoseok por demasiado tiempo. “¿Se quedará aquí a dormir?”, pensó mientras se secaba el cuerpo con la toalla. Al momento cogió su teléfono que dejaba siempre sobre un mueble antes de ducharse y vio la hora 22:10. Pero fue entonces cuando se dio cuenta de que se había olvidado de lo más importante.

“Oh, maldición… el pijama…”, pensó nervioso.

Se acercó hasta la puerta del baño y la abrió un poquito, lo suficiente para ver a través de ella. Por la rejilla vio sobre la cama su pijama, pero no había rastro de Hoseok por ningún lado. Sacó un poco más la cabeza para ver si estaba en la cocina, pero también estaba vacía. El piso no tenía habitaciones, simplemente era una estancia con una pequeña cocina en la entrada y una cama al fondo, bajo la ventana. Tenía en el centro un sofá para tres personas que había encontrado en una tienda de segunda mano por un precio increíblemente bajo y, en frente del sofá, había una televisión bastante antigua.

Yoongi se extrañó pero salió hasta la cama de puntillas y se puso el pijama de color azul marino lo más rápido que pudo, se dejó la toalla sobre sus hombros para no mojarse la ropa con la humedad de su pelo. Entonces fue cuando pudo afirmar rotundamente que Hoseok no estaba por ningún lado.

“¿Se habrá ido? Se subió a la ventana para asomarse a la ventana. Podía ver el parque y, gracias a que vivía en un octavo, se veía parte de la avenida. Quizás me intentó avisar y no le oí por estar en el agua”.

Sentado en la cama, Yoongi acabó deprimiéndose al pensar en las peores posibilidades. “Se ha sentido incómodo, definitivamente. Mi piso es un desastre, tengo ropa tirada por todos lados y encima le he fastidiado la noche…”. Pensó que, ya de por sí, había sido extraño que Hoseok hubiese aceptado ir a bañarse a casa de un desconocido, porque aunque llevaban viéndose todos los días durante esos ocho meses, nunca habían intercambiado unas palabras hasta ese momento.

De repente la noche se sintió solitaria y fría, y fue incluso como si las estrellas hubiesen perdido el brillo. El parque, a lo lejos, parecía tenebroso y oscuro, como si guardase en él un secreto perverso y oculto. Todo se había vuelto tétrico y fúnebre. Y Yoongi se dio cuenta en ese instante, que esa era la vida que estaba llevando. Sólo cuando entraba el café de Hoseok, la oscuridad desaparecía. Pero había averiguado en esos instantes que no era la cafetería, ni el bullicio de la gente, ni el olor del café… el que causaba esa calidez, era Hoseok.

Ya decía yo que todo iba demasiado perfecto… ni siquiera sé si debo volver a pisar el café, quizás se ha arrepentido de ofrecerme el puesto de trabajo”.

Se levantó de la cama con pesadez para ir a hacerse algo de cenar, aunque no tenía hambre. “Con lo que ha pasado… me da vergüenza ir mañana a tomar el café de siempre”.

Encendió el fogón y puso en él una sartén. Quizás una tortilla con kétchup le quitase el mal sabor de boca. Sacó dos huevos de la nevera y, cuando el aceite estuvo lo suficientemente caliente, los rompió para que cayesen dentro. Desanimado se puso a revolverlos con una paleta de cocina. Había en el piso un silencio incómodo y desagradable. “Después de tener algo tan divertido como lo de hoy, es difícil volver a la rutina de siempre”.

A los pocos minutos, la tortilla estaba dorada. Sacó un plato de la alacena y, moviendo la sartén, hizo que cayese sobre él. Luego fue a por el kétchup y para intentar animarse le hizo una sonrisa a su pequeña tortilla, pero le salió tan patética que incluso fue aún más deprimente.

— Definitivamente soy nefasto para hacer cosas bonitas... —Pensó mientras cogía el plato y lo miraba suspirando—. Por lo menos es comestible.

Sintió algo de envidia al recordar las formas que Hoseok solía ponerle a la espuma del café cuando tenía tiempo, siempre eran diferentes y Yoongi nunca había visto una forma repetida. “Y aquí me encuentro yo, haciéndoles sonrisas torcidas y ojos pegados a una tortilla… no me sorprendería si los niños que viesen esto me odiasen de por vida”.

Yoongi iba decidido a disfrutar de su plato deformado aunque eso significase perder totalmente el orgullo. Pero justo cuando se dio la vuelta pisó mal la pequeña alfombra que tenía bajo los pies con la mala suerte de resbalarse y perder por completo el equilibrio. Casi a cámara lenta Yoongi vio como la tortilla saltaba de su plato para ir a estrellarse contra el suelo con un sonido pegajoso y, seguido a eso, el plato se reventaba en cientos de pedazos.

Justo en el mismo momento que el plato se destrozaba, Yoongi, tirado en el suelo, vio como la puerta de su piso se abría y Hoseok entraba por ella. Casi ni podía creer lo que había frente a él.

La tortilla más bien se llama pajeon o algo así, pero para no complicará con "khe ez eza coza" La deje como tortilla, no más bue...

A esto le quedan dos capítulos más el epílogo 💔

¿Alguien más esta nerviosa por los premios de mañana? Porque yo estoy a punto de quedar calva. Jsjs

uyeonhi.「yoonseok」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora