6. Psique

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Cuando despertó se sorprendió de encontrarse en una cama muy cómoda y en una habitación lujosa. Se levanto despacio observando su entorno, ni siquiera en el palacio de sus padres había visto tanto oro en una sola habitación, le parecía increíble todo lo que le rodeaba.

Camino por el lugar, curioseando todo lo que podía sin tocar nada pues temía romper algo, al llegar al balcón y admirar la vista que tenía quedo embelesado, el jardín de la casa era tan hermoso y colorido que no se lo creía. Salió de la habitación dispuesto a conocer a su anfitrión, tenía que agradecer por haberle prestado tan hermosa habitación pero también debía volver a donde se había dormido porque tenía un destino del cual hacerse cargo.

Recorrió el lugar de arriba a abajo, buscando en cada rincón por alguien con quien pudiera hablar pero parecía estar solo ahí. Psique no comprendía entonces como había llegado ahí y porque esa enorme casa solitaria estaba tan bien cuidada, hasta que entro en el elegante comedor y descubrió un lugar puesto a la mesa, alguien debía estar ahí puesto que la comida estaba caliente.

—Para usted.

Escucho una vocecita a su espalda y volteo buscando al dueño, sintiendo un escalofrío al no encontrar a alguien.

— ¿Quien...?

—Mi amo me ha dicho que no debe vernos —aclaró la misma voz—. Mi nombre es Minami y puede llamarme cuando necesite algo.

—Minami, ¿quién es tu amo?

—Lo conocerá esta noche cuando venga a verle, es a quien usted subió a buscar.

Psique se mordió el labio y asintió a la nada, tomando asiento a la mesa.

—Está es su casa —dijo Minami, acercándole una copa de vino—. Puede ir y venir tanto como desee...pero al caer el sol debe usar la venda que trajo con usted, es la única regla que mi amo le da.

—Gracias —sonrió levemente, el monstruo no debía ser tan malo si le estaba dando todo eso—. ¿Tu amo llegara al caer el sol entonces?

—Si, viene a consumar su matrimonio, debe esperarle en su habitación.

Tragó saliva, su interior se sintió extraño y sintió la boca seca de los nervios.

—Entiendo, gracias Minami, puedes retirarte —susurró y escucho un aleteo apresurado alejándose.

Suspiro y optó por comer bien, no sabía cuánto había dormido con exactitud, pero a juzgar por la posición del sol pronto anochecería de nuevo. Bebio el contenido de su copa como si fuera agua y comió unas fresas para volver más dulce su boca.
Se puso de pie sin prisas al sentirse satisfecho y camino por donde llegó para volver a su habitación. Sobre la pequeña mesa junto al diván del balcón, se encontraba su venda lista para ser usada.

Tomó aire llenando sus pulmones y lo soltó muy despacio calmando el nerviosismo que inundaba su interior, tomó el pequeño pedazo de tela y cubrió bien sus ojos, comprobando que no se colaba ni un poco de luz. Extendió las manos y busco sentarse en la cama, esperando que su prometido llegara pronto.

Escucho un aleteo en su ventana y bajo la cabeza cubriendo el pedazo de tela como si este no le sirviera de nada, sus manos hormigueaban y su respiración estaba agitada.

—Psique —una voz grave frente a él le llamo y sus manos fueron tomadas con suavidad por unas más callosas.

Alzó el rostro con curiosidad, plenamente consciente de que no podría verlo y tragó saliva para calmar su interior.

—Puede llamarme Yuuri, mi señor —susurró con voz baja y en actitud sumisa, ni siquiera había preguntado pero ya le había dado ese nombre que le había otorgado el oráculo en secreto.

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