Todo estaba borroso y las voces de quien parecían estar cerca se escuchaban lejanas, gritos, muchos gritos o al menos eso le parecían a él, quería tirarse al piso, tirarse y descansar un rato, recuperar el aliento que había perdido, pero no podía, era capaz de sentir una pata en su espalda rodeándolo y de entre todas las voces que parecían ecos lejanos... La reconoció, se trataba de la voz de a quien más amaba, no entendía bien lo que decía, pero se escuchaba preocupada, desesperada, intentando que él hiciera caso de las palabras que mencionaba. Inhaló lentamente, para que el repentino exceso de aire no le causara mayor mareo.
— ¡Stu! ¡Stu! —pudo escuchar, volteando a ver lentamente a la figura que lo abrazaba. Aun no era capaz de apreciar bien, pero le era imposible confundir esa sensación del pelaje de su esposa, así como el suave aroma que llegaba a su pequeña nariz.
— Bonnie... —susurro antes de poder percibir el sonido de pisadas acercándose, enfocó su mirada hacía al frente, topándose con lo que era un conejo, un conejo de pelaje y ojos color café claro, el cual vestía un pantalón holgado azul marino y una camisa a cuadros azul con blanco que ahora se encontraba manchada de sangre, su ceño estaba fruncido. Por un momento había olvidado todo lo que había sucedido, pero el cuanto vio al conejo lo recordó... Él lo había golpeado por insultar a su niña... Y ahora aquel conejo venía a seguir con su venganza.
Su esposa lo abrazó con fuerza, como si con aquel gesto pudiera impedir que lo continuara golpeando aquel conejo café.
Las miradas de ambos se cruzaron, Stu tenía miedo, pero fue capaz de no expresarlo, fue capaz de darle la cara a un conejo el doble de fuerte y joven que él, haría lo posible por no demostrar temor o de suplicar perdón, porque lo había hecho en defensa de su hija.
Una mancha gris se interpuso entre los dos.
— ¿Judy? —susurro mirando la nuca de su hija, su posición era firmé y demostraba bastante imponencia para que solo se tratara de una conejita.
— Sabes, el hecho que te haya rechazado para comer no te da el derecho de venir, insultarnos y golpear a mi padre. —inquirió con un tono de voz seguro, pero sobre todo... Molesto— Te hace quedar como el inútil que eres —bufo sonriendo con perspicacia, cosa que hizo arder en furia al conejo provocando que frunciera el ceño y apretara aún más los puños. Si bien, la personalidad que mostraba frente al brabucón no era la suya, la actuación le había salido de forma magnífica, recurso al que solía llegar cuando la situación lo ameritaba y como decía su prometido, algo bueno debía pegársele después de años conviviendo con un zorro.
— Judy ¿Qué haces? —susurro el padre de la joven apenas esta termino de hablar, temía que su pequeña resultara lastimada, no importaba que fuera policía o que fuera de las mejores en su área, siempre temía por su seguridad.
— No golpeo hembras... —advirtió furioso arrastrando las palabras que salían de su boca y ahogándose mentalmente en su odio por la coneja que se encontraba dándole la cara con valentía.
— ¿Es una amenaza? —con seriedad respondió la coneja elevando una de sus cejas.
— ¿Sabes qué? Coneja, ya me estas hartando —se acercó de forma brusca tomando con fuerza el brazo de la coneja, cosa que había hecho ponerse en guardia al zorro por si la situación lo ameritaba, aunque confiaba en que su prometida sabría manejar la situación.
Judy hizo una mueca de dolor al sentir el fuerte agarre, no es que el conejo fuera demasiado fuerte, siendo comparado con una oficial de policía, pero la sorpresa de la acción le había hecho bajar la guardia.
Aquel dolor no hacía nada más que intensificarse, el brazo de la coneja estaba siendo apretado y torcido con salvajismo, un pequeño grito ahogado intento salir del hocico de la coneja.
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Zootopia- Tropiezos
FanfictionTener una pareja implica demasiadas cosas, algunas buenas otras no tanto, pero depende mucho de la comunicación que tiene la pareja y que tan fuertes sean los lazos de la misma para que pueda vencer los baches que pueda encontrar por el camino.