Tropiezos 6

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Advertencia. El capitulo contiene una escena no apta para menores, así que si no te gusta leer eso puedes saltarlo sin problema alguno~

Tropiezos 6

Un suave rechinido rompió el silencio que yacía en una sencilla habitación perteneciente de un pequeño hotel cerca del centro de la ciudad, la habitación tenia lo más esencial que podrías encontrar en cualquier otra habitación, una cama matrimonial para mamíferos medianos, un par de mesas auxiliares de cada lado y en una de ellas una pequeña lámpara, también poseía un pequeño televisor, cajones y un sencillo, pero lindo baño.

Nada fuera de lo normal. La pareja que usaría la habitación se notaba confundida.

— No puedo creer que olvidáramos las llaves y que mis padres ya estuvieran dormidos... —susurró la coneja quien se notaba bastante cansada.

— Espera, espera. ¿Qué es eso de "olvidamos"? —menciono Nick en su típico tono burlón— La única que olvido las llaves fue una conejita astuta la cual no voy a mencionar su nombre pero la estoy mirando muy fijamente.

— Ja, ja... —rio falsamente la coneja— Tú solo sígueme el juego torpe zorro... —replico la coneja para luego regresar su atención a la habitación. — Al menos había una habitación vacía en el hotel, tuvimos suerte. —sonrió la pequeña, adentrándose a la habitación y tumbando la mitad de su cuerpo en la cama, mientras que la otra parte quedaba colgando— ¡La cama es cómoda! —menciono alegre acurrucándose un poco y volteando a ver a su prometido quien la veía desde lejos de la cama— ¿Pasa algo? —pregunto ella al ver el rostro de su compañero.

— ¡N-no! Es... Solo... Huele muy bien... —titubeo apenado esquivando la mirada de la mamífera.

Ella olfateo por un momento el ambiente— ¿Oler? No huelo a nada. ¿Estás seguro de que estas bien después de ese golpe? —para Judy ningún olor era capaz de percibir su olfato, o al menos ninguno que fuera de su atención. Por unos instantes la mamífera creyó que eran alucinaciones de su amado tras el fuerte impacto de una pelota en su cabeza.

— Ya te dije que no fue nada, estoy perfectamente. —sonrío el zorro sentándose a un lado suyo.

— ¿Entonces? ¿Qué es lo que hueles? —interrogo, sin apartarle en ningún momento la mirada a su prometido.

— A ti... —le miro coqueto, notando como el nerviosismo se apoderaba del rostro de su amada— Hueles muy bien Zanahorias... —agrego, capturando a la coneja entre sus brazos, quien lo observaba apenada pero seductora.

— Veo que no te afecto mucho tener que pagar un hotel... —susurro ella levantándose un poco, lo suficiente como para ser capaz de besar al zorro lentamente.

— Por ti pagaría hasta lo que no tengo... —fue la respuesta que él dio al momento en que sus labios se alejaban, rompiendo el beso.

— ¿Tanto me deseas?... —un susurro bastante sensual salió de los labios de la coneja, quien no podía despegar su mirada de los ojos de su prometido.

Él la beso como única respuesta, un beso fugas, el cual fue seguido de otros más apasionados, duraderos y llenos de amor. Judy rodeaba suavemente con sus brazos el cuello del zorro, profundizando los besos que este le daba.

— Te... Te amo... — suspiro ella entre jadeos después de los besos que habían intercambiado.

— Y-Yo también te amo... —profeso de la misma forma que la que había hecho su prometida. Acarició lentamente la mejilla de la coneja, sintiendo entre sus patas el suave pelaje de su amada.

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