ƒιяѕт ѕιgнт

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La caminata hasta la casa de SulHee nunca antes había sido tan incómoda; exceptuando la primera vez, cuando SulHee chocó con un poste de luz por hacerse a la interesante y caminar observando la apagada pantalla táctil de su celular.

— Y.... — la chica infló sus mejillas mientras miraba de reojo a Jimin, quien caminaba absorto en sus pensamientos. — ¿Qué opinas de Haneul? — la pregunta captó sus cinco sentidos, ya que relamió sus labios y los frunció después. Conocía tan bien al chico.

— Es agradable.

— ¿Sólo eso? — tal vez suene masoquista, pero SulHee se acostumbró a eso. Preguntarle a Jimin por otras chicas y escuchar su opinión honesta sobre ellas, cosa que podía ser algo dolorosa. Sin embargo, prefería escucharlo de la boca de Jimin, que creer rumores de pasillo

— Bonita también. — escucharlo de él era diferente. Era como la anestesia. Duele cuando te la inyectan, pero el adormecimiento de saberlo por tu propia cuenta, ojos y oídos lo hace valer la pena. No obstante, la duración de ésta no era prolongada y no había que esperar mucho para que el lugar tratado empiece a doler.

SulHee asintió y siguió caminando en silencio.

— ¿Y a ti? — preguntó.

— Igual.

—¿Bonita? — Jimin siempre sabía cómo sacarle una sonrisa a SulHee y era una de las cosas que más le gustaba de él.

— Tonto. — rio.

— Por eso dicen que me parezco a ti...— rompió abruptamente el hielo, abrazando a la chica por los hombros obligándola a pegar su nariz en el cuello de él.

Claro que SulHee no protestó.

No habían palabras que describieran cómo era un abrazo de Jimin. Siempre reconfortantes, acogedores, cálidos y dejan con ganas de más. Además de que sus distintas alturas les juegan a favor, la chica puede embriagarse con el aroma dulce, sin llegar a ser empalagoso.

— No respiro.

— Respírame. — apretó más el abrazo llevando a SulHee al límite.

Le encantaba esa capacidad que poseía el chico de transformar un día gris en un lienzo lleno de colores, formas y texturas. Hacerla sentir en las nubes, otorgándole a su vida una pincelada ficticia y llevándola fuera de las barreras de la realidad.

— Me ahogo. — dijo entre risas. Finalmente, Jimin aflojó el abrazo y siguieron caminando.

Risas, abrazos fugaces y cosquillas absurdas fueron parte del resto del camino. No se dieron ni cuenta cuando ya habían llegado a casa de SulHee.

— Llegamos rápido. — un tono de decepción predominó en su oración.

— Te acompañaré mañana también, y pasado, y el resto del año. — sus ojos se hicieron más pequeños al mismo tiempo que una gran sonrisa se formaba en sus labios. — Es una promesa. — SulHee sonrió por inercia, pero se desvaneció ante un breve flashback.

—¿Jimin?

—¿Mmh?

— Recuerdas cuando... es decir, hace tiempo, ¿cuando te negabas a acompañarme hasta aquí? Cuando recién éramos amigos. — asintió sin entender el punto de su pregunta. — Nunca tuve la oportunidad de preguntar por qué, o sea, vives en la misma dirección, sólo que más lejos y no querías caminar conmigo. ¿Por qué? — hizo una mueca y rascó su cuello meditando una respuesta.

— No lo sé. Era muy tímido, supongo.

— Park Jimin, chico popular, rompe y roba corazones... ¿tímido?

Good Lies || pjm & jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora