Prólogo

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  En el amor siempre hay algo de locura,

y en la locura siempre hay algo de razón.  

Corrían los años y según los doctores parecía que el mundo empezaba a establecerse en una nueva era, ¿Realmente todo era tan distinto ahora?, ¿Era tal la magnitud de sus palabras?.

Cuestionaba a menudo en mi pequeño mundo, si al menos...  Lograría reconocer mi hogar si alguna vez salía de aquí, tanta era la soledad que me aquejaba y tan marcado había dejado mi corazón, que lo único que podía hacer era intentar recordar mi pasado, sin embargo, incluso el recuerdo de mis padres era ahora tan difuso... Y me dolía tanto que sea así, y me dolía el hecho de que nunca vinieran a verme, y me dolía el hecho de que se olvidaron de mí, o al menos eso pretendían desde hace tres años, y me dolía que las apariencias sean tan importantes para ellos, que lograron sobre pasar el amor que alguna vez me tuvieron, y me dolía que un vestido caro y amigos adinerados  puedan llenar el vació de la indefinida muerte en vida de una hija.

Observé la bata blanca por décima vez en el día, estaba manchada, tenía gotas de sangre, de mí sangre, también estaba rasgada y con los botones apenas sujetados por un fino hilo y entonces imagine que yo era ese hilo a punto de expirar, a punto de romperse para ser remplazado por otro hilo y entonces sentí su presencia a mis espaldas y mi espina dorsal se entumeció, su hálito rozaba mi nuca con vehemencia y sentí sus manos al rededor de mi cintura, entonces quise gritar, pero no tenía fuerzas, y quise correr pero mis pies no se movieron.

Sabía que me quería hacer daño, pero también sabía que si me oponía sería peor, entonces quise dejarme llevar.

-¡Charles, quita tus sucias manos de ella!

Temblé y sentí un leve beso en mi cuello antes de verlo alejarse por el pasillo a paso lento.

Acaricié mis nudillos con temor y levanté la vista hacía mi salvadora, Marise, ella me sonrió, se acercó y por primera vez, me dejó ver el terror atrapado en sus ojos, me acurrucó en la sólida camilla y besó mi frente con cariño, era tan dulce conmigo, que a veces me daban ganas de decirle mamá.

A pesar de que teníamos la misma edad, ella había envejecido el doble de sus años por mi causa y yo estaba infinitamente agradecida, en realidad, no podía hacer más que agradecerle desde el corazón en cada oportunidad que las circunstancias me daban.

Y le sonreí

Y ella me sonrió de nuevo

Poco a poco mi visión fue más y más borrosa, creí que estaba cayendo en un profundo sueño, pero me equivoqué, no era un sueño, era una pesadilla, una pesadilla en la vida real.

Sentía como mi cuerpo se retorcía y la sangre salía de mi nariz sin parar, mi corazón se quería salir del pecho y mis pulmones no recibían oxigeno suficiente.

Y tuve miedo de morir

Porque lo amaba

y porque era cobarde

No hay cosa más atroz que perder el control de tu propio cuerpo, excepto perder el control de tu propia mente, y aún así, yo había sido castigada con ambas maldiciones a tan corta edad, que solamente quería gritar, patalear y renegar, pero sobre todo quería vivir.

Y luché

Luché por no caer en ese sueño eterno, luché contra mi cuerpo y mi alma sin saber realmente que estaba luchando, y grité tan fuerte como pude, pero el dolor no cesaba,  y la sangre brotaba más y el corazón del pecho se estaba saliendo y mis ojos se estaban cerrando.

Y entonces sentí un pinchazo en mi piel

Y me desvanecí

I Really Try  #BLAwards2017 #BRUSSO2k172 #PNovel #P&P2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora