"Joder, algunas cosas", pensó Daniela al entrar en la suite.
Lo de la Eli era impresionante. Tanto su necesidad de controlarlo todo y que todo saliera a la perfección, como el hecho de que se alojara en el ático más increíble de todo el norte de Madrid y no le diera la más mínima importancia.
El piso entero era la última planta del hotel, un loft cercano a las Torres Kio con un enorme balcón y un ventanal frente a él que permitía disfrutar de las que quizás eran las mejores vistas de la ciudad de Madrid.
Daniela se acercó a la mesa frente a los cristales, ahora repleta de varios detalles de flores y champán, y se quedó mirando las luces de la ciudad un poco cohibida. El personal del hotel había tenido la delicadeza de iluminar el loft con decenas de velas encendidas que hacían innecesarias las luces.
—¿Está bien? —preguntó Elettra insegura.
—Sí, muy bien —respondió Daniela—. Tú... ¿vas a beber champán?
—He pensado que por una vez... —Elettra dejó el móvil y se quitó el abrigo.
—Si hubiera ganado Gran Hermano, te habría podido traer aquí yo.
Elettra hizo un ruido de fastidio.
—Deja ya eso. No quiero hablar de Gran Hermano ni de Alyssa.
—Qué pasa, ¿tampoco es amiga tuya ya? —Daniela aprovechó para devolverle el "zasca" de Aída mientras dejaba la chaqueta sobre el sofá.
—Por favor, ¿vas a comparar? Por favor. Ella seguirá siendo mi amiga aunque te fastidie, Alexandra García.
Elettra tomó la botella de champán y la manipuló —con la gracia de un gorila— hasta que saltó el tapón. Mientras el líquido caía, la mitad sobre la mesa y la mitad en el suelo, llenó dos copas. Daniela se puso la mano sobre los labios para contener la risa, pero aceptó la que le alargaba.
—Por... —dijo Elettra.
—Una buena conversación.
—Exacto. —Brindaron y después Elettra tosió—. Qué asco.
Dejó la copa sobre la mesa y puso los brazos sobre sus hombros. Daniela tragó saliva y sonrió; no podía evitar acordarse de aquel momento, captado para siempre en un vídeo, en el que había hecho lo mismo al levantarse. Solo que entonces ambas llevaban una camiseta y ahora iban vestidas de noche. Algo que podía arreglarse fácilmente, en opinión de Daniela.
Acarició suavemente la cintura de Elettra y metió la mano por el borde de la espalda de su vestido. Sintió como Elettra se estremecía ligeramente y se apartaba un poco. Estaban tan cerca que notó el roce de su aliento en la cara.
—¿No me vas a besar aún? —susurró Daniela.
Por toda respuesta, la Matadora tomó un mando a distancia y encendió unos altavoces. Lo primero que resonó en el loft fue Shaky, la canción de reggaetón, pero Elettra la cambió rápidamente entre risas. Comenzó a sonar una bachata lenta.
—Esta tampoco me convence —se quejó la italiana.
—A mí me gusta —dijo Daniela tirando de ella—. Ven aquí.
Elettra se dejó atraer. Daniela la tomó y la abrazó mientras bailaba con ella. El silencio —más allá de la música— reinaba en el ático. Se dio cuenta de que habían estado juntas muchas veces, pero prácticamente nunca solas. Habían vivido toda una historia dentro de Gran Hermano, pero la verdadera historia, con todo lo que ello implicaba, empezaba ahora.
"Hace unas horas estabas en el tren sin saber si esto era lo correcto", se dijo enterrando la cabeza en su hombro. "Y hace unas semanas habías dado esta historia por muerta y enterrada. Y ahora estás aquí. Lo que es la vida".
Daniela sonrió mientras sentía que Elettra la apretaba más fuerte. Tan fuerte que casi le costaba trabajo respirar. Se seguían moviendo al ritmo de la música, solo que algo más despacio. Pronto el baile se convirtió simplemente en un abrazo interminable a la luz de las velas.
Daniela contuvo un quejido cuando Elettra clavó las uñas en su espalda y supo que aquel abrazo estaba curando algo, porque hay abrazos que sanan. Entre Elettra y ella había muchas heridas y era imposible que todas se cerraran en una noche, pero ese contacto estaba haciendo mucho. Más allá del simple placer físico de tener a Elettra contra su cuerpo, se dio cuenta de lo muchísimo que había echado de menos tocar y abrazar a alguien en las últimas semanas del concurso y, en particular, lo mucho que había sentido la falta de Elettra. Sintió lágrimas en los ojos y la abrazó aún más fuerte; solo paró cuando Elettra emitió un sonido de ahogo y, riendo, se apartó un poco.
Fue entonces cuando encontró las palabras mágicas. Y supo que, si realmente quería ese beso de la Lamborghini, eran las únicas posibles.
Así que habló, y lo hizo de corazón.
—Eli —le dijo al oído—, te quiero. Te he querido todo este tiempo.
En el concurso habría discutido con Elettra, porque seguramente ella no la habría creído de buenas a primeras. En el concurso habría tenido que defender sus palabras delante de otros. En el concurso probablemente alguien las habría interrumpido antes de que pudieran siquiera abrazarse de verdad.
Pero en ese ático ya no quedaba nadie que pudiera interrumpir, y no había razón para que Daniela Blume y Elettra Lamborghini estuvieran juntas más allá de que ambas así lo deseaban.
Sintió que Elettra se estremecía de la cabeza a los pies. Solo por eso supo que la creía.
Entonces llegó el beso.
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Algo viejo, algo nuevo (Blumettra)
FanficDespués de Gran Hermano VIP, Daniela Blume y Elettra Lamborghini tienen LA conversación. Esta historia es una obra de FICCIÓN y está escrita desde el cariño y el respeto. No conozco personalmente a Alexandra García ni a Elettra Lamborghini ni los de...