6: Solo la verdad

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¿Por qué Leonardo esta peleando? ¿Y con quiénes?

Esto no tiene sentido.

Creo que es más que obvio que Leo no es el más pacífico de los cuatro pero sé perfectamente que si él está discutiendo con alguien debe de ser serio.

―Escuche.―habla uno de los hombres con voz fuerte.―Las normas estipulan que cuando cualquier hechicero cumple sus dieciséis años debe de ser enlistado y...

Un fuerte golpe nos sobresaltó.

―No me importa cualquiera de sus estúpidas normas.―y Leo vuelve a alzar la voz.―Mis padres no lo permitirían.

Martin frunce el ceño y conecta su mirada con la mía.

Sé que con solo mirarme me está preguntando que si entiendo algo. Niego con la cabeza y, con la mirada, le pregunto si él entendía.

También negó con la cabeza.

― ¿Por qué Leo está peleando?―susurro Amy.

―Shhh.―le callamos ambos y pegamos la cabeza lo más que podemos a la puerta.

―Por supuesto que no.―ironiza uno de los hombres.―Seríais todos una familia de adeptos.

¡Cerebrum quis sustinebit!― rugió.

Luego de eso sonó un alboroto por la casa, algo gemía y golpeaba todo a su alrededor. Mire a Martin asustada.

¿Qué estaba pasando ahí adentro?

¡Solve fasciculos!―volvió a alzar la voz mi hermano.

Todo pareció normalizarse después de eso, ya no sonaba nada extraño ahí adentro, más bien lo único que lograba oír era la respiración agitada de uno de los hombres.

Mi respiración también se estaba agitando. No lograba entender que estaba pasando ahí adentro y comenzaba a alterarme. Tampoco reconocía las voces de esos dos hombres, no se parecían a ninguna de las voces de los hombres que acompañaban a Leonardo en la mañana.

― ¡Idiota!―espeto uno de los hombres. Se oyeron pasos fuertes y luego un golpe de algo contra la pared.― ¡Podías haberme matado con eso!

Otro golpe.

Y otro.

Y luego otro.

Amy se aferró a mi cintura con miedo.

― ¡Ya déjalo!―grito el otro hombre.―Vas a matarlo si sigues golpeandolo.

Abrí mis ojos como platos.

Alguno de todos los hombres dentro de mi casa bufo.

― ¿No crees que seria mejor matarlo?―pregunto con cierto cinismo en sus palabras.―Un Fihankra menos y nos podríamos llevar a sus hermanos.

Amy soltó un grito ahogado y se alejó de la puerta rápidamente con los ojos a punto de desbordar lágrimas. Martin por su lado actuó por impulso y estuvo a punto de entrar a la casa pero yo lo detuve antes de que le diera vuelta a la perilla.

Él me miró advirtiéndome que me quitara pero yo negué con la cabeza.

No creo que sea buena idea interrumpir ahora, tal vez solo le daríamos más problemas si se dan cuenta de que entramos.

¿Pero qué está haciendo Leonardo? ¿Y quiénes son esos hombres con los que está peleando?¿Por qué están hablando de nosotros? ¿Y de nuestros padres?

Otro golpe volvió a resonar adentro.

―Le prohíbo que vuelva a llamar a mis padres adeptos.―respondió Leonardo antes de que se oyera otro golpe.―Y si tanto lo desea máteme, de todos modos seria inocente Fihankra en otra ergástula u holocausto.―la respiración de Leo sonaba muy agitada.―Pero si me matan, jamás se llevaran a mis hermanos de aquí.

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