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Julio 15
Julia
10:45

Sitúo la computadora en la redonda mesa de madera; respiro con pesar mientras pensaba en lo que me hacía falta. Fue cuando una idea tan fugaz como mis oleadas creativas pasó por mi mente. No lo dudé demasiado, solo abrí mi boca e hice el pedido desde la silla en la que me encontraba:

—¡Café por favor!

El mesero, un hombre conocido por trabajar en el lugar desde hace un par de años, se giró rápidamente sobre sus talones y asintió. En pocos minutos ya tenía la bebida a mi lado izquierdo.

Su rico olor a cafeína que desprendía me hizo pensar en el abundante tiempo que le dedicaba a mis proyectos de diseño gráfico, y el tan poco que le brindaba a mi vida personal.

Simplemente era café.

Un Simple Café©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora