capitulo 3: autoplacer

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Oscuro, así es como el definía la noche.

Uno de los privilegios de la oscuridad en la noche era que nadie te podría ver, descartando a la luna que se colaba por su ventana claro, y que Garu siente que está le dice "asco" de mil formas. Estos prácticamente serían los momentos en que agradecía que la luna no hablara, también era uno en los que disfrutaba de vivir alejado de la gente, en lo profundo de un bosque de bambú donde sería difícil escucharlo, eran estos momentos exactamente los que amaba.

El viento rugía tras su ventana, levantando sus cortinas, dando un aire tan placentero que sólo logró relajarlo. Y seguía con lo suyo.

Imagino los labios de pucca, aquellos hermosos labios rosados y carnosos que no dudaba y ella cuidaba muy bien de ellos para poder besarlo y que se sintiera suave, porque es justamente lo que sentía incluso al imaginarlo. Luego pensó en sus ojos, aquellos ojos tan rasgados y finos, con sus largas pestañas tan chinas, ese hermoso color café avellana que los cubría, ¿que podía ser mejor que eso?. Y luego en sus manos, aquellas manos tan suaves, tan delgadas y pequeñas, tan blancas y delicadas, aunque lo último sólo lo aparentaran, porque aquella mujer de dieciséis si que sabía pelear, y cada vez que lo hacía el lo disfrutaba al máximo.

Deseaba que sus manos, las manos de aquella hermosa chica lo tocarán como el lo estaba haciendo.

Arriba abajo, abajo arriba. Uff, pero que placer sentía.

No se imaginaba un placer más intenso que eso, pues a sus diecisiete años nunca fue tocado ni nunca toco a una mujer. Le gustaría llegar más lejos, pero no podía. Ni siquiera podía imaginarse tocar a otra mujer que no fuera pucca, y es que aquella ni siquiera sabía de la belleza que poseía, pero diablos, le encantaba verla sonreírle coqueta y relamerse los labios cada vez que le veía.

Estaba excitado y mucho, necesitaba más para que dejara de doler y dormir paficicamente. Agobiado y sin más que hacer al no poder llegar al orgasmo en su mente ocurrió una grandiosa y enferma idea. ¡Espiar!. Rápidamente lo desecho, pero sin darse cuenta ya se estaba cambiando con su vestuario ninja para ir en camino sobre la obscuridad de la noche.

Si, había llegado antes de lo previsto. Estaba parado en su ventana, todo estaba obscuro por lo que pensó que tal vez estaba dormida. De un ágil movimiento ya estaban dentro de la habitación, parado aún lado de la cama de pucca, viendo como pacíficamente dormía, con su pelo suelto y tapada hasta la mitad de su rostro, hermosamente preciosa.

Sin poder evitarlo, levanta con delicadeza la colcha, tragando duro en el trayecto pues estaba nervioso. Pero se relajó al instante.

Dios estaba desnuda, tan desnuda como adan y eva, tan hermosamente desnuda que la luz de la luna que sobresalía de la ventana abierta se reflejaban en su blanca piel, tan blanca qqe era perfecta para dejar marcas.

Dios aquellos senos, era grandes, podía poner su mano sobre ellos y aún sobresalía mucho pecho, su linda y marcada cintura, su ancha cadera y sus piernas que parecían tan largas que sólo quería comercelas.

Podría jurar que su ereccion estaba apunto de romper sus pantalones.

Rápidamente al recordar a lo que venía comenzó por meter su mano en su pantalón, palmeando su hombria, sintiéndose tan bien al momento. La saco de su pantalón y comenzó a rodearla con ambas manos, igual que en casa pero aún más motivado.

Arriba abajo, abajo arriba.

Quería desparramarse sobre ella, que sintiera su semilla por todo el cuerpo, queria que despertara pero no podía.

Y entonces pasó lo inevitable, derramó todo el semen que contenía sobre ella, llegó a manchar gran parte de su cintura, abdomen y entrepierna, aunque la mayoría terminó en la cama.

La vio ahí, tan tranquila, respirando pesadamente sin ninguna preocupación, únicamente pensando que se veía tan eroticanente violable en estos momentos.

Satisfecho aún no queriendo irse, decidió limpiar aquella Mancha de su cuerpo, pasando con ligiresa sus manos desde sus pechos, queriendo apretarlos y dejar marcas, luego fue a su abdomen, sintiendo lo lisa y suave de su piel, y por fin a su linda y pequeña vagina. Paso sus dedos con demasiada delicadeza por lo que vio dándole placer a ella también, cuando se sacudió fuertemente y gimió en bajo, hasta podría jurar haber escuchado su nombre mientras pasaba sus manos por su linda y hermosa parte íntima.

La vio removerse inquieta, casi matándolo del miedo. Sus párpados lentamente comenzaron a abrirse asustándolo. Y como todo cobarde que era la tratarse de ell simplemente desapareció por su ventana, sin dejar rastro alguno de que el estuvo ahí, únicamente su agria miel en la cama de la Morena.


Como no quería que se masturbara, con su cuerpo desnudó y sólo dispuesta para el, aunque no quisiera pervertirla sabía que era solamente de el, pero por el momento, únicamente votaría por el autoplacer.

pucca. (garuxpucca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora