Capitulo 6: miradas discretas y no tan discretas.

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Porque apesar de haber hecho todas esas cosas aquella noche. Ella ya no podía dirigirle la misma mirada y eso de alguna forma no lo molestaba... Para nada.

Caminaban en grupo, para hacer alguna actividad aburrida o distante junto a sus amigos y ella con cada roce que él mismo provocaba aproposito se estremecía completamente, se sonrojaba e intentaba ocultarse de él. Cómo si su mirada quemara.

Eso realmente era un sutil encanto. Le encantaba la forma en que aún ignorando lo y asustadiza se mantenía a su lado, queriendo sentir más de su calor. La forma en que observaba de más sus dedos o sus labios. En cómo reclamaba un poco de mimos al pasar o sentarse a su lado. Y por más, aquellas preciosas miradas, que tan inocentes tenían esa pequeña intensidad de querer hacer algo más.

Lo suficiente avergonzada como para hacer algo. Pero Garu no lo era.

-Ching, ¡tienes que ver esto!.- grito abyo desde un puesto de katanas, justo en las que ching se especializaba. Ella no perdió el tiempo y corrió hacia ellos, dejándolos solos en el puesto de ropa ninja.

Gary le sonrió a Pucca. Quien se encontraba dándole la espalda ajena a lo que hacía. Admirando un vestido rojo de mangas largas y falda negra, con un cinturo del mismo color adornando la prenda.

Realmente lindo, pero a Pucca le quedaba más andar desnuda. Claro que si. Eso el no lo discutía.

Admiro su pequeña espalda como tantas veces, no entendía como no se cansaba de verla si siempre lo hacía. Y la verdad no parecía haber intenciones de dejarlo. Era tan pequeña y bonita.

Se acercó por detrás discretamente, aún seguían en público por lo que no podía hacer algo lo suficientemente cochino como para llamar la atención. Por lo que, ocultando con su cuerpo su espalda, comenzó por recorrer con su mano ligeramente el contorno de su cintura.

La forma en que se retorció y enrojeció fue la más deliciosa.

Pucca, al contrario de reaccionar como otras veces. Y quitarse para que dejara de molestarla. Se quedó en su lugar, disfrutando de los mimos de... Garu.

¿Cómo podría llamarlo después de todo?.

La mano del moreno bajo peligrosamente, de su cintura a el inicio de su trasero, palpando levemente, como probando terreno. Estremeciendola.

Pucca fingió interés en la etiqueta.

-Si le interesa ese vestido puedo mostrarle unos pocos más en el almacén.- dijo el vendedor sonriente.

Gary aparto la mano rápidamente como si nada hubiera comenzado y se alejo un poco más de tres metros, mientras que Pucca se detenia preocupada de la butaca dónde permanecía el vestido inicialmente. Por lo que rápidamente nego con la cabeza y agarró el vestido inicial. Llendo a pagarlo.

Suspiró molesto, definitivamente había arruinado sus planes. Llegó hasta el vendedor y con su mirada silenciosa pregunto por el precio del vestido, en lo que Pucca admiraba más a detalle de el antes de ponerlo en el mostrador.

-o que dulce chico, un bello regalo para su novia. Serían 1805 yenes.- Pucca, apunto de pagar la cantidad fue detenida por el moreno. Quien sacó la cantidad de dinero exacta mientras ordenaba con la mirada poner el vestido envuelto. Volviendo su mirada hacia Pucca quien lo observaba asombrada y un poco fuera de lugar.

Garu, su Garu, Comprándole un vestido...¿Qué mierda estaba pasando?.

Garu alzo una ceja dudoso. Interrogando su intensa mirada por lo que Pucca la aparto sonriente. Quizás si eran algo más que solo un acosodara y su acosador.

Gary sonrió tomando su mano cuando le entregaron el vestido en bolsa, el lo tomo y camino junto a ella mirándola de ves en cuando con una sonrisa de satisfacción. Aún seguía sin creer que esa preciosura a su lado (incluso después de ser perseguido por ella más de cinco años) era ahora su novia. Si, no sé lo había dicho. Planeaba hacerlo claro. Pero era suya. Tenía muy claro que quería marcar terreno. Aún así seguiría siendo el mismo reservado. Después de todo tenía que aprender a calmar sus hormonas o terminaría violando a Pucca en cada esquina de esa maldita aldea...ahora que lo pensaba no era tan malo.

Miro a Pucca sonriendo discreta- no tan discretamente. Y está se estremecio por completo, haciendo una mueca y negando con su cabeza al comprender el significado de su mirada. Garu, tan lindo como siempre, le tomo poca importancia y agarrados de la mano la llevo a otro puesto de ropa cercano. Este era exclusivo para hombres.

Sin embargo en vez de sus planes Pucca parecía más animada e incluso tomo algunas prendas midiendo las en garu. Esto no lo tenía en mente,pero bueno. Verla emocionada era divertido.

Ella tenía esa maña de bordar el lindo corazón en el pecho y espalda de cada prenda regalada de ella (o sea, la mayoría de su ropa). Por lo que verla emocionada haciendo sus actividades de siempre solo fue una pequeña piedra en el camino. Le gustaba como se esforzaban demasiado.

Tomo su lindo rostro y lo acerco al suyo, probando sus labios ligeramente y arrastrandolos con los suyos al separarse. Dejando a una sonrojada Pucca con la prenda en la mano muy absorta en los labios del moreno.

Este soltó una carcajada, de esas que nunca daba y en cambio ocultaba con ese serio rostro. Okey suficiente, era un hombre y no podía soportar mucho más.

Se llevaría a Pucca a su casa quisiera a o no.

Sin mucho esfuerzo la tomo entre sus brazos dejando la prenda en el piso y desapareciendo, como siempre, entre el mar de gente. Mientras discretamente acariciaba de más las desnudas piernas de la chica. Mordiéndose el labio esperando pronto poder enterrarse en ellas como el pito loco codiciado que era.

-¡Garu! ¡Por fin los encontramos! ¿Dónde estaban?.-

Su

Puta

Madre.

Ese chico no tenía un mayor don que arruinar momentos íntimos.

-¿Ah? ¿Que haces cargando a Pucca? ¿ Se lastimo?.- pregunto chingo, demasiado preguntona. Acercándose como la amiga maternal que era y arrebatándole al amor de su vida.

¿Que nadie veía su preciosa desesperación por bajarle las bragas a esa niña?

¿No?

¿Nadie?

Odiaba ser adolescente.

Suspiró derrotado. Tantos intentos por robarsela y este hijo de puta lo arruinaba otra vez.

Bajo a Pucca para que ching la revisara y siguieran con el camino sin decir excusa alguna. Realmente no hablaban, pero. Estaba seguro de que ching se había dado cuenta de la insistente mirada de garu en ella, por, no sé, casi todo el tiempo.

Sin más siguió el camino junto a ellos. Derrotado y con ganas, pero no todo el tiempo sería como la noche anterior, lo sabía y aceptaba. Debía aprender a controlarse lo más posible.

Y entonces.

Pucca volteo y lo vio con esos enormes ojos marrones. Solo que esta vez transmitían mucho, mucho deseo.

Quería gritarle que dejara de hacerlo, que fuera más discreta. Pero vamos. Se estaba muriendo por probarla.

AL DIABLO LA GENTE.

Y la secuestro

pucca. (garuxpucca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora