Nothing Else Matters

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      Después de una larga reunión con Erwin y con algunos soldados de rango superior, Levi se dirigió hacia el lugar donde había quedado con Hanji para reunirse.

Como iba a estar tan ocupado con tantas reuniones en los próximos días, Levi no podría descubrir la razón por la cual Mikasa se había estado ausentando casi todas las tarde en aquellos últimos dos meses. Mikasa era considerada una de los soldados más fuertes que la humanidad disponía, y en la expedición se notó que se había saltado varios entrenamientos.

Se mantuvo ahí parado como una estatua con los brazos cruzados, esperándola. No tardó en volver a pensar en Petra, y recordar su carácter jovial, su mirada siempre llena de vida, su sonrisa... Siempre que estaba solo o podía por fin tomar un respiro de sus varias obligaciones y labores, Levi la recordaba, así como los buenos recuerdos como los más dolorosos. Perderla había sido un duro golpe para él, ya que Levi en realidad la amaba. La presencia de Petra hacía que sus días fueran más cálidos y más fáciles de llevar, pero ahora...

Ahora todo volvía a ser como antes. La primavera había llegado a su fin y de pronto volvía el invierno de su vida, pero sólo que esta vez era un invierno mucho más frío que el anterior.

Hanji, la estúpida cuatro-ojos a la que Levi estaba esperando, era quizás una de las personas que seguía iluminándole el sendero oscuro y pedregoso de su vida. Un sendero lleno de baches y de espinos, pero un sendero que le tocaba recorrer, al fin y al cabo.

Y no se rendía. No podía actuar como un cobarde cuando el plan de Erwin tendría lugar dentro de unas semanas: capturar a Annie. Primero las labores y las reuniones, después los sentimientos y los recuerdos relacionados con Petra. No podía dejarse llevar por sus sentimientos, tenía que aceptar que la había perdido para siempre... Que Petra estaba muerta.

Frunció el ceño ante la expectativa, pero la aceptó, como solía hacer siempre. De repente oyó pasos rápidos, quizás trompicones...

-¡Levi-chaaan! –Aquella voz chillona y femenina hizo que a Levi se le erizara el vello, frunciendo el ceño ante aquel nuevo apodo.

Levi separó un poco las piernas y puso el pie delante para comprobar si Hanji sería tan torpe como para caer ante aquella zancadilla sin ni siquiera darse cuenta. Y se tropezó, cayendo al suelo de bruces.

Es tan predecible.... Levi hizo el ademán de sonreír en sus adentros.

-¡Auuh! –Se quejó en su tono infantil habitual-. ¡¿Por qué has hecho eso, Levi-chan?!

-Eres molesta. –Respondió Levi lanzándole una mirada despectiva.

-... Tú también lo eres. –Replicó la joven haciendo morros y apartando su mirada de él lentamente.

Hanji tardó un microsegundo en reaccionar tras haberle contestado a Levi, ya que siempre le caía una buena con tan solo contestarle, aunque fuera en broma o de buena gana.

-¡EN FIN! –Exclamó de golpe a la vez que se ponía en pie de un salto, con cierta desesperación que le oprimía el pecho-. ¿De qué querías hablar, Levi-chan?

-Deja de llamarme así... -Gruñó Levi, y empezó a tirar fuertemente uno de los largos mechones caoba de su cola de caballo, lo cual hizo que Hanji se acuclillara y entrecerrara con fuerza los dedos de sus largas manos.

-¡Vale, vale, vale! –Respondió Hanji apretando los dientes. Ella volvió a ponerse en pie una vez Levi le soltó el mechón de pelo que juró que le habría arrancado si seguía a ese paso-. Entonces... ¿Cómo te llamo? –Preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado con cierto aire inocente.

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