Epílogo

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Había vuelto a esta casa donde todo había comenzado.

Era el único que se mantenía de la misma forma que al principio.

Profesionalmente, los tres tomamos un camino seguro, la psicología, el mundo deportivo y el ser escritor de novelas eróticas y romanticas reconocido habían hecho de nosotros hombres reconocidos y provechosos. Independientemente de que éramos los tres magníficos herederos de la familia Kaulitz, tres hijos que destacaban por tener profesiones y seguir con las finanzas familiares haciendo de nuestro apellido una familia que tenía su nombre puesto en casi todo el mundo.

Los tres habíamos logrado destacar en el mundo y estábamos satisfechos con ello.

Llegue intentando recordar aquella escena de nuestro primer reencuentro, hace ya poco más de seis años.

Aquella confusión, aquella cachetada, aquella burla y aquel reto habían sido el comienzo de lo que habíamos vivido día con día.

Después de cumplir 19 decidimos marcharnos y hacer nuestras vidas siguiendo aquel futuro que siempre pensamos tener, Brasil, Italia y Madrid habían sido los destinos que nos formaron.

Ahora, estando de vuelta, sentía una emoción inmensa. Las cosas en casa había cambiado y eso no me preocupaba, tampoco el hecho de que mamá, papá y Lilian no estuvieran para recibirnos. Ellos se habían mudado a un lugar más pequeño dejando la gran casa al cuidado de algunas personas.

Entre a casa y subí a la habitación, escuchaba ruidos dentro, me advertía que no me encontraba a solas.

Al abrir la puerta me encontré con ellos, mis hermanos conversando tranquilamente sentados en sus respectivas camas, aun con 25 años, ninguno sentía la necesidad de pedir una habitación aparte.

- ¡Bienvenido! - fue Bill el primero en acercarse y abrazarme, había cambiado mucho desde la última vez que lo vi, su cabello rubio un poco largo se notaba precioso, su tenue barba y su extremadamente delgado cuerpo no hacia más que resaltar aquella belleza natural que poseía. Después del abrazo vino aquel tierno beso que tanto esperaba.

- ¿Que tal todo? ¿Y Gustav? - pregunté curioso mientras me aferraba de nuevo a sus labios.

- Vendrá en una semana, ya sabes, él prefiere darnos nuestro espacio. No se si sepa realmente de lo que va lo nuestro pero intuye que existe algo superior que nos mantiene unidos y sabe que no debe intervenir ni buscar razones - explicó tomando una de mis maletas y llevándola al closet mientras un par de fuertes brazos me envolvía hasta casi asfixiarme. Su barba, ya crecida, me picaba pero no era incómodo, su cabello suelto se colaba por mis fosas nasales y me hacía querer estornudar.

- Te eche mucho de menos - dijo al separarse de mi.

- No tiene mucho que nos vimos - respondí antes de besar sus labios de forma tierna. Después de lo sucedido, aquel estúpido arranque que había tenido aquella vez, los tres habíamos optado por abrirnos y ser más honestos.

- Lo sé pero es difícil cada separación - comentó - además, la última vez que nos vimos no tenías esas rastas negras, por cierto, te quedan muy bien - añadió.

- Gracias.

- ¿Y Geo? - pregunto Bill cuando nos separamos.

- Vendrá la semana próxima, igual que Gustav, sospecha algo pero no lo dice, supongo que no le importa.

- ¿Y tu Tom, esperas a alguien para la semana próxima? - Pregunto Bill curioso.

Sonreí de lado, luego de pasar mis años en soltería, siendo un cotizado escritor, el tener a alguien ahora suponía una noticia agradable.

- Si, una chica, Natalie - respondí mientras me sentaba en mi cama. Sentí a Nick arrodillarse a mi espalda mientras masajeaba mis hombros.

- ¿Una chica? ¡Wow! Creo que a mamá le gustará saber que tiene un hijo que no es gay - comentó con gracia.

- Sabe que mantuve una relación con Andreas, no creo que suponga lo contrario - añadí.

- Bueno, el punto no es ese - Bill tomó lugar sobre mis piernas, rodeo mi cuello con sus manos y se acercó a mi - estaba preparado para compartirlos con hombres, como ha sido los últimos años. Jamás imaginé tener que compartir a alguno de ustedes con una chica, eso golpea mi orgullo - soltó antes de besar mis labios con dedicación.

Respondí al gesto y lo imite con Nick cuando me separe de Bill. Las cosas habían tomado ese rumbo y a ninguno le molestaba.

- No debes sentirte así, sabes que siempre están primero ustedes - asegure.

- ¿Es en serio? - pregunto Nick recargando su cabeza sobre mi hombro derecho ya que Bill utilizaba el izquierdo del mismo modo.

- Lo es. Saben que siempre, en donde sea, siempre será así. Aunque sea en casa el lugar donde podemos disfrutarnos libremente - asegure.

Y esa era la verdad. Una relación más profunda que lo fraternal era lo que nos mantenía unidos, nada importaba que tuviéramos una vida fuera de estas paredes, no importaba que tuviéramos pareja y que tuviéramos la típica vida que se espera de chicos ricos como lo éramos, eso era irrelevante bajo este techo. En casa éramos tres unidos en cuerpo y alma, por sobre todas las cosas.

En casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora