Capítulo 4

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Desperté sintiendo el peso de la muerte sobre mi. ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?
Pestañeé varias veces hasta que logré recordar todo lo sucedido hasta ahora,
la sangre que cubrió mis manos hace tan solo unas horas.

Me levanté de la suave cama en la que estaba y miré a mi alrededor, cuando había llegado ni siquiera me había tomado el tiempo de observar los detalles. Después de haber limpiado el crimen de mis manos, solo llegué y me acosté en la cama sin siquiera cambiarme.

Ahora que tenía bastante tiempo pude darme cuenta que a lo contrario de lo que yo esperaba, Fénix Oscuro tenía muchos recursos, demasiados si los gastaba en que sus habitaciones lucieran de lujo. Analicé la pequeña mesa de cristal con una lámpara de neón sobre ella y me pregunté si venía de alguno de los doce reinos o cuánto valía. Luego miré un armario de roble que se extendía por toda la pared y decidí acercarme para ver si había algo que pudiera usar. Para mí suerte los asesinos fueron muy considerados y lo llenaron de unas cuantas blusas, pantalones, botas y muy importante, capas.

Decidí tomar una color vino, más el resto de la ropa y me metí a la ducha. Literalmente cabían tres personas en ese bañera, el baño era del tamaño de un cuarto y sus paredes blancas estaban perfectamente pulidas.
Me pregunto si todas las habitaciones de Fénix oscuro están igual de arregladas... o ¿Cuántas tendrán?

Una vez que salía humo del agua me metí y me quedé allí reflexionando lo que había pasado el día anterior...

—Gracias por toda la información Phytox. —sonreí sabiendo que había logrado entrar oficialmente al gremio. Después de todo el entrenamiento que había recibido anteriormente no había hombre o humano al que yo no pudiera quebrar, no había nadie que podía guardar secretos ante el filo de su espada.

Ustedes me dejaran ir —rugió el hombre con odio y furia, mirándome con la más mínima gota de esperanza.

No estás en la posición de dar órdenes, pero claro dejaré que te vayas al reino de la muerte. —Al pronunciar la última palabra, dos cuchillos largos aparecieron en mis manos y pude ver el terror en los ojos del hombre. —Tal vez si no hubieras sido tan lento para responder, hubiera perdonado tu vida. —Con eso me volteé para ver la mirada aprobadora de Theros y arrojé un cuchillo con precisión exacta al corazón de Phytox. Rompí mi promesa de que lo dejaría vivir, pero lo merecía. Era un maldito enfermo que abusaba de niños y además nunca se debe confiar en las palabras de un asesino.

Miré mis manos aún pensando en lo que había hecho. Desde hace años que había entrenado para matar, todo con un único propósito, derrotar al rey. Si para lograrlo debía volverme un monstruo, entonces que así sea.

Una vez que salí de la tina, recordé lo que Angel me había dicho antes de mostrarme mi cuarto. Que hoy recibiría mi nombre de asesina y por fin podría ser una miembro oficial de Fénix Oscuro.

¿Qué clase de nombre debería escoger?
Debe ser algo épico, un nombre ante el que todos tiemblen... ¿La tenebrosa? ¿Dragonia? ¿Dariagne?
No...

Me ajusté las botas y por último me coloqué la capa vino sobre los hombros, frente al espejo. Ésta me daba un aspecto intimidate y no pude evitar imaginarme con mis ojos brillando de oro en la oscuridad de la noche.

Un nombre poderoso... Un nombre...

Miré el cuadro que estaba en una de las paredes de mármol blancas del pasillo. Era una pintura de una noche cargada de estrellas, pero había una que brillaba con las fuerza que el resto, que emitía una luz peculiar.

Trono de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora