Perdido

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La maleta seguía en el mismo lugar donde la había dejado cuando volvió a su apartamento. Su chaqueta, la bufanda, incluso su gorro, seguían sobre el sofá donde los había tirado al llegar. Mace no había aparecido y la sensación de incertidumbre lo había invadido desde el primer minuto tarde.

Luego la incertidumbre se transformó en pánico. ¿Y si algo le había sucedido?, ¿qué tal si la agencia tenía algo que ver? Del pánico, pasó al enojo, justo cuando recibió la llamada de un cansado Mace diciéndole que quizá no era una buena idea, que debían ser sensatos y pensar en sus carreras. Que no quería perjudicarlo, que lo amaba tanto que podrían dejarse un tiempo y encontrarse cuando fuera seguro.

Luego, vino la rabia, la frustración por la falta de razones y la inmensa desilusión. Michael parecía deleitarse en repetirle "te lo dije". Él sólo quería que todo mundo se fuera al carajo y lo dejaran a solas con su amargura. Bajó de peso y sus ojos perdieron el brillo. No hubieron más llamadas ni noticias de Mace, hasta pasados unos meses, cuando se enteró que iba de nuevo a una misión espacial.

—Ok, traje comida y vas a comer Chris — Michael dejó las bolsas sobre la mesa — ¿qué haces leyendo de nuevo ese artículo?

—No lo sé — dijo lanzando a un lado la revista con la entrevista al "renovado John Mace".

—Fuiste su pasatiempo, nada más — el castaño sirvió la mesa y le sonrió — no necesitas esa falsedad en tu vida. Necesitas de alguien que cuide de ti.

—Necesito concentrarme en mi presentación — dijo masajeando su hombro y observando la comida sobre la mesa — en una semana voy a presentar todo el estudio.

—Y estoy seguro que vas a conseguir el premio que tanto anhelas — se colocó tras él y masajeó sus hombros — no estarás más tenso, vas a salir más. Me pondré celoso cuando algún respetable hombre de ciencia quiera cortejarte...

—Jamás voy a volver a entregarme — dijo moviendo sus hombros, soltándose de la no solicitada caricia— he tenido suficiente por una vida.

—Eres cruel — Michael se arrodilló a su lado y le observó con ojos de cachorro — ¿tienes idea de lo que cualquiera daría por estar contigo?

—¿Por cuánto tiempo? — Beck se levantó y caminó hacia la ventana — ¿mientras sea conveniente?

—Sólo porque él te lastimó así, no significa que...

—Aún lo amo — dijo apretando sus propios brazos — no sé cuáles sean sus razones, quizá amenazas, algo... — negó con la cabeza — pero sé que él también me ama... o me amó — sus ojos se pusieron llorosos — lo sentí...

—¡Él no te merece! — Michael alzó la voz, lanzando a un lado los platos de la mesa. Beck dio un respingo y dio un paso atrás por instinto. —¡No te merece Chris! es un promiscuo mentiroso, una escoria que llegó a ser astronauta por suerte, un perdedor.

—Yo conocí a alguien diferente Michael — se giró y apretó las manos — conocí a quien creí que podría ser mi pareja para siempre.

—Pero no es así, él fingió — bufó exasperado — sólo quería poseerte y cuando se cansara de ti, iba a desecharte. Ibas a sufrir a su lado, yo lo sabía... por eso él tenía que saberlo, tenía que saber que eras demasiado para él.

—¿De qué hablas? — Beck se giró con el ceño fruncido.

Michael se mordió la lengua y volteó el rostro.

—Michael... ¿qué...?

—Sí, fui a verlo y a decirle que no te lastimara — bufó — le dije que si en verdad te amaba, debía dejarte ir. ¿No lo ves Chris? ibas a sufrir a su lado, ibas a perder tu prestigio, todo tu esfuerzo.

Efecto RadamantisWhere stories live. Discover now