La llamada lo había tomado desprevenido. Escuchar la voz de Mace del otro lado, suplicando por una cena para hablar y aclarar las cosas, era algo que no se esperaba en un viernes por la mañana. El rubio había hablado rápido y demasiado, pero al final eso de "eres quien salvó mi vida, no puedo estar en discordia contigo" le había calado. Al final había aceptado, era lo mejor. Cerrar círculos, así le llamaban en algunos libros.
Se preparó mentalmente para el encuentro y buscó su ropa casual más atractiva para darle una inequívoca señal de lo que se había perdido por idiota. Llegó temprano, sorprendiéndose al ver al rubio ya en el lugar. Habían quedado en la terraza del penthouse de un hotel en el centro. Alzó una ceja cuando observó el arreglo del lugar: cortinas de seda, velas, la romántica mesita bajo las estrellas y sin duda, la habitación arreglada para la ocasión.
—Pensé que era un restaurante — dijo sentándose, evitando el abrazo que el rubio quiso darle.
—Bueno, lo es... privado, claro.
Beck se encogió de hombros y colocó la servilleta, esperando a que el mesero sirviera la cena.
—Espero que te agrade, es una selección vegetariana — Mace le sonrió — recuerdo que lo mencionaste en alguna ocasión.
—Gracias — dijo sonriendo apenas — y... ¿qué tal todo? escuché que recién volviste de una misión en Marte.
—Sí, unas reparaciones al hangar del hábitat principal — bebió un poco de agua — no puedo mantenerme fuera del espacio.
—Lo sé, lo amas — bebió también — yo ya no puedo — alzó la mirada al cielo — es hermoso, pero el solo recordar el frío y el aislamiento...
—Es una lástima, tus estudios son revolucionarios Beck — su mano vagó por la mesa, intentando enlazarse con los otros dedos. El castaño retiró su mano. — He leído todo — carraspeó alejando también la suya.
—Mmm — fue la única respuesta del joven. Volvió a beber y comenzó a comer el platillo frente a él.
—¿Qué cuentas de tu facultad? — buscaba sin éxito sus ojos — ¿alguna novedad como en los viejos tiempos?
—Cielos, no puedo hacer esto — Beck sonrió derrotado y se levantó.
—Beck...
—Lo siento Mace — caminó hacia la baranda de la terraza y se apoyó allí — no puedo mantener una cara impasible teniéndote cerca, pretender que todo está bien — le observó furioso — ¿tienes idea de lo mucho que me lastimaste?
Mace sentía su corazón caerse a pedazos. Quiso acercarse, pero Beck levantó su mano, pidiéndole detenerse.
—¿Crees que puedes aparecer de nuevo, traerme a cenar y arreglar todo? — sus ojos se pusieron brillantes — ¿ese era tu plan? creo que hasta tienes lista la habitación, ¿realmente crees que voy a acostarme contigo? — empuñó las manos — ¡¿de verdad crees que soy tan idiota para caer nuevamente?!
—Becky, yo no...
—¡No me llames así! — gruñó alejándose y respirando para calmarse — lo entendí, ¿sabes? al final lo entendí. Fue todo producto del sabernos varados, del pensar que nunca volveríamos a casa. Fui preciado mientras esa condición se dio, pero al volver tú — le observó con tristeza — no era real.
—Sí lo era Beck... aún lo es.
—¿Entonces por qué no apareciste esa noche? — su voz flaqueó — ¿por qué desapareciste así, con una llamada diciendo que lo mejor era pensar en nuestra carrera y en hacerle caso a la agencia?
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Efecto Radamantis
FanfictionMace despierta en una camilla de la enfermería en la estación espacial Radamantis. Algo terrible ha sucedido y el único que parece tener respuestas es el apuesto Dr. Beck. ¿Qué puede suceder cuando te quedas varado a cientos de miles de kilómetros d...