Sin Salida

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Yoon Hee sonrió ampliamente como si se hubiera sacado la lotería, llamó de inmediato a BoA para quedar en su casa, conduciendo entusiasmada, con miles de ideas que se iban acumulando en su cabeza; los ojos le brillaban de la emoción, mientras hacía planes para su futuro y el de su familia. Los que pronto se harían realidad gracias a una tonta chica.

Lo primero que haría, sería darle la maravillosa noticia a su amado esposo, para eso, tenía que preparar primero una estupenda cena, y después una intensa y ardiente noche de amor.

-¡En un hotel!- dijo emocionada, mostrando una amplia sonrisa, sin importarle que YuNa escuchara sus pensamientos desde el asiento trasero. Lo único que le importaba era ser feliz y hacer feliz a Keun; quería pasar una noche maravillosa a su lado, recobrar su vida marital y para eso tenía que alejarse de casa, estar a solas, en un ambiente nuevo y romántico y no podía esperar más para apartar la habitación.

Llamó para separar la habitación, estando aún detrás del volante, mientras YuNa escuchaba atenta, sintiendo que se moría por dentro; de solo imaginar que, en unas pocas horas esa maldita mujer estaría en los brazos del hombre que ella amaba, la lastimaba, la enloquecía, y la hacía querer morirse de nuevo.

También la trastornaba la idea de saber que apenas diera a luz, la separarían de su hijo, tenía que hacer algo ¿Pero qué? Antes de que pasara más tiempo, antes de que fuera Yoon Hee la que le diera la falsa noticia de que tendrían un hijo; tenía que adelantarse y decirle la verdad.

¿Pero cómo lo haría? ¿Tal vez cuando la dejara en su casa? 

Mientras Yoon Hee planeara su noche romántica ella podría llamarlo y contarle todo; tal vez al hacerlo, él podría considerar quedarse con ella y protegerla junto a su bebé y ser felices como siempre soñó serlo... OK, estaba soñando demasiado, ¿pero qué otra cosa le quedaba hacer? Si estaba envuelta en una nebulosa tan tensa que no le permitía ver la cruda realidad. Al menos no, la que ahora se avecinaba.

Tenía que verlo, necesitaba de su ayuda, porque sin él no podría hacer nada, YuNa era insignificante al lado del poder de Yoon Hee. Le aterrorizaba la idea de quedarse sin lo único valioso que le había quedado de aquel inmenso amor que sentía hacia Keun Suk, un hijo, "su hijo", aunque Yoon Hee se empeñara en decir lo contrario.

Lo peor era que la menor sabía perfectamente que si se negaba a entregar al bebé, se lo quitarían, sin miramientos; y si huía, la encontrarían, así se escondiera debajo de las piedras; y ni pensar en lo que le pasaría a ella misma si lo pensaba siquiera.

-Ahora te sacaré del país- dijo Yoon Hee decidida después de colgar la llamada, mirándola por el retrovisor.

-¿Qué?- contestó sorprendida y casi sin aliento- ¿Qué acaba de decir?... ¿Del país?... Pero, pero ¿Por qué?- apretó su vientre por encima de la ropa con mucho miedo- Yo no puedo irme...- vio cómo la expresión de Yoon Hee cambió de inmediato al escucharla, apartó la mirada buscando alguna excusa rápida que pudiera salvarla de su ira, algo que le sirviera para ganar tiempo y ocultar el terror que estaba sintiendo- No puedo dejar a mi madre sola...- bajó la voz, sumisa.

-Por ella no te preocupes- después de lo que dijo, una sospecha se apoderó de ella, haciéndola dudar- Pondré a una persona para que cuide de ella. Tú solo tienes que concentrarte en cuidar de mi bebé- hundiendo el dedo en la herida.

¿Qué?, ¿Su bebé? 

¡No es su bebé, es mío!", quiso gritar YuNa pero tenía miedo de ella, mucho miedo, solo apretó los dientes para contener su frustración, pero sin poder evitar que una lágrima se colara de sus ojos. Yoon Hee frenó en seco al verla, apretando con fuerza el volante como si quisiera que fuera el cuello de la chica. Se giró hacia atrás tan rápido que asustó aún más a YuNa que se reponía a duras penas del golpe sufrido por el frenazo; frunció el ceño tanto, que su cara se puso roja al ver sus manos que aún se aferraban a su vientre.

Mi amor... Te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora