holu, aquí está el capitulo tan tan tan, ATENCIÓN: este capitulo puede contener párrafos algo más subidos de tonos, queda bajo su responsabilidad leerlo. faltan muy pocos capitulos, aaah:( Les dejaré la foto del precioso Steve aqui al lado, ¡ah! si quieren escuchar algo mientras leen les dejaré una cancion que va perfecta con la historia, enjoy it ;)
Sus labios no planeaban separarse por nada en el mundo.
Se necesitaban tanto el uno al otro, necesitaban sentir su sabor, reconocerse una vez más, nada los separaría.
Habían pasado dos meses desde que Lucy y Steve Donavaugh eran una pareja. Pública, claro. La prensa los reconocía como una pareja “estable, sana, ambos se amaban incondicionalmente, Lucy Brown y Steve Donavaugh llegarían al altar...”
— ¡Uy, no saben cuánto lo amo! ¡Pero qué gran mentira! —exclamó Lucy tirando la revista de chismes que leía.
— No me gustan esas fotos— dijo Harry, sentándose en el sillón junto a Lucy.
— A mi no me gusta que las tomen, posar para que las tomen, ¡no me gust...! —unos suaves labios la callaron.
— Shh, mi amor, está bien, yo lo sé —Harry besó la frente de su novia y acarició sus piernas, que estaban estiradas sobre las suyas— lo que importa es que ahora, estamos juntos, y eso es totalmente falso.
— Lo siento, lo siento — calló un rato y disfrutó las pequeñas caricias que Harry esparcía por sus extremidades. Miró su reloj, las cuatro con treinta— creo que debo irme.
— ¿No puedes quedarte mas tiempo?—ella negó con la cabeza— Oh, tu padre piensa que ya no estamos juntos, ¿no es así?
— Sí, eso le dije, o estarías enterrado en cualquier parte del mundo en este momento —ambos rieron. Lucy se levantó del sillón y Harry la imitó— ahora se supone que estoy en casa de Kate.
— No me gusta esto, ¿por qué no podemos salir al parque, o a comer, como las parejas normales? Digo, me encanta estar contigo, mi amor, pero a veces siento que el departamento se hace pequeño — subió a Lucy al mueble de cocina, acarició sus caderas y besó su cuello.
— Quizás, porque no somos una pareja normal— rió y tomó la cara de Harry para acariciarlo.
— Claro, nadie tiene una novia tan perfecta como la mía —se acercó a Lucy y la besó. Atrapó sus labios y los saboreó hasta que su lengua insistió en encontrarse con la de su novia y desatar una guerra.
— Te amo, Harry — lo miró a los ojo y se lo dijo, por fin, y después de cinco meses de un hermoso y perfecto noviazgo, por fin se lo dijo.
Esas palabras que habían estado guardadas por tanto tiempo dentro de su corazón y atadas con cadenas a su lengua cada vez que quería decirlo, por fin se habían liberado, viajando a través de los oídos de Harry y llenándolos de felicidad.
— Te amo mucho más, Lucy.
Manejó completamente feliz por las calles de Londres. Por fin, por fin lo había dicho.
Estacionó su auto fuera de su casa y entró, sonriendo de la emoción.
Desafortunadamente, su felicidad no le duraría mucho...
— ¿Y esa sonrisa? ¿lo pasaste bien en la casa de Kate? — preguntó su padre.
— Oh, sí, sí.
— Mentirosa, no fuiste a casa de Kate. ¿Dónde estabas?
— Papá, yo...
— ¿DÓNDE ESTÁBAS? ¿ESTABAS CON HARRY, LUCY? ¡SI EL TE HACE ALGO! ¡ENTIENDE QUE NO PUEDES ESTAR CON EL!
— ¡PAPÁ! ¡NO! ¡EL NO ME HIZO NADA! ¿Cómo crees? ¡Yo lo amo! ¿Por qué no me dejas ser feliz con el?
— ¿¡Qué no entiendes que es muy mayor para ti?! ¡¿Cómo lo vas a amar!? ¡Tu no puedes estar con él, Lucy! ¡No es para ti! ¡Te mereces algo mejor!
— ¡CÁLLATE! ¿Tu qué sabes que es lo que es bueno para mi? ¡No tienes idea de nada, nada! ¡Absolutamente nada! ¡¿Nunca haz estado acá y ahora vienes con que sabes lo que quiero, lo que necesito?! ¡Por favor!
— ¡No me hables así, Lucy! Soy tu papá, no debes hablarme así.
— ¡Já! ¿Eres mi papá? ¿Desde cuándo? ¿Desde que no sabes lo que quiero y sólo buscas lo que a ti te conviene? ¿Si quiera sabes cuándo es mi cumpleaños?
Negó con la cabeza, se dio media vuelta y corrió a su habitación. Sacó un bolso, echó unas mudas de ropa y ropa interior. Cerró el bolso con furia, tomó todas sus cosas y bajó las escaleras corriendo.
Las lágrimas corrían por su cara, no podía creer todo lo que había pasado. Nunca había discutido así con su padre, nunca, siempre lo había respetado y nunca se habría atrevido a gritarle así —de hecho, agradecía que su madre y sus hermanos no se encontraran en la casa— pero ya no más.
Esta vez le dió en lo que mas le dolía: su corazón.
No permitiría que su padre le dijera a quién amar, o que sentir, ya no más. La había controlado mucho, en sus estudios, amistades, salidas, todo, pero en esto ella tomaría el control de su vida.
Tomó las llaves de su auto, se limpió las lágrimas e ignoró los llamados y gritos de su padre. Subió a su auto y dejó el bolso sobre el asiento del copiloto.
Arrancó y se dirigió al único lugar del mundo donde sabía que, en estos momentos, podía ser feliz: su departamento con Harry.No le tomó mucho tiempo deshacerse de la polera de Harry.
Dejaba un camino de besos desde su boca a su oreja, jugueteando un rato con esta y luego volviendo a besar sus carnosos labios.
El había empezado a desabotonar lentamente su blusa, provocando en Lucy una desesperación. Una vez que ya había desenlazado los botones, ella arrojó la blusa al suelo acompañando al alfombrado y a la polera de Harry.
Su boca exploró su cuello, sus clavículas y sus hombros. Bajó sensualmente los tirantes del brasier de Lucy, dejándolos sueltos a un costado y dando un pequeño beso en cada hombro.
Lucy volvió a sentarse a horcajadas sobre Harry y agarró su cara con ambas manos, besando sus labios otra vez.
Sabía lo que estaba haciendo y sabía lo que quería. No dudaba de sus sentimientos, lo que sentía por Harry era algo que nunca antes había sentido, un amor tan fuerte que sería capaz de darlo todo, con tal de que permanezca y perdure para siempre.
Sus manos llegaron hasta el pantalón de Harry, desabrochándolo. El volteó, dejando a Lucy acorralada entre su cuerpo y la cama, balanceando el peso en sus brazos para no aplastar a su novia.
Con ayuda de sus piernas logró retirar el pantalón, y para no quedar desiguales, delicadamente bajó la prenda color negro de Lucy.
Ambos, abrazados, besándose, acariciándose, amándose. No había nada más perfecto, nada podía compararse con lo que ambos sentían.
Las manos de Harry vacilaron por la espalda de su novia, hasta llegar al broche de su sujetador, donde, dudosas, no sabía qué hacer.
— Sólo hazlo y ya.
Retiró el brazier color pastel de su cuerpo y lo tiró a su suerte. Admiró por unos segundos a su novia, haciendo que sus mejillas tomaran un leve tono carmesí.
Su vergüenza hizo que ella tomara a Harry por el cuello y lo acercara a sus labios otra vez.
— Eres hermosa, mi amor —él separó sus labios y miró fijamente a sus ojos, corriendo un mechón de cabello que se colaba en su cara.
Sólo una prenda cubría sus cuerpos, y estas no tardarían en desaparecer.
— Lucy, tú estás… ¿Estás segura? Digo, ¿tú quieres…? —Harry se separó de su novia al ver que ella empezaba a bajar su bóxer.
— Es lo que más quiero, Harry —ambos sonrieron y volvieron a dejarse llevar por el amor.
Ya nada los cubría, nada los detendría.
Harry sacó un pequeño sobre negro de su cajón y se protegió, besó los labios de su novia y volvió a posicionarse sobre ella, cargándose en sus brazos.
— No me voy a quebrar —rió ante las precauciones de su novio.
Se acomodó entre las piernas de Lucy y suavemente entró en ella, ahogando un suave gemido con sus besos.
Sus movimientos eran lentos y pasionales, no había apuros. Ambos se amaban y ambos disfrutaban de este momento como si fuera el mejor de sus vidas, aunque lo era.
Sus alientos se mezclaban al igual que sus cuerpos, ambos eran dos piezas de un rompecabezas que calzaba justo, ambos estaban hechos el uno para el otro.
Nada podía arruinar este momento, sus sentimientos eran verdaderos, y esa noche era una noche de amor, pasión y lujuria.
Esa noche, su amor rompía todas las reglas.