La fantasía de un futuro mejor
-¿Escuchaste?
-¿Lo de la clínica?
-Sí, escuché que puedo haber sido el robo de un drogadicto necesitado.
-No, no es posible, yo escuché que entró desde la azotea.
-Sólo que tuviera alas.
-Oye, ese fue el reporte oficial. Además las cámaras de seguridad no captaron nada claro, solo un destello azul. Algunas otras cámaras tenían los circuitos sobrecargados.
-¡Atención! El profesor está por llegar.
-Silencio todos. Zai, por favor levanta el rostro del pupitre, no es hora de dormir -Dijo el profesor dejando su maletín sobre el escritorio-.
Levanté mi rostro, frotándome los párpados con las yemas de ambas manos. En ese momento escuché una suave voz pedir permiso para pasar a clase.
-Señorita Lizbeth, que bueno que nos acompaña, pase por favor –Contestó el profesor-.
-Buenos días Zai, ¿Qué tal tu fin de semana? –Escuché la linda voz de Lizbeth detrás de mí-.
Giré mi cansada mirada para corresponder el saludo, cuando su tierna expresión cambio a sorpresa.
-¿Qué te pasó? –Dijo al mirar mi rostro-.
-Nada, solo un mal fin de semana –Agaché mi mirada con pena-.
No estoy muy concentrado, deben ser las medicinas, no sé cómo estoy viendo las nubes en el techo de la escuela ahora mismo, debería estar comiendo algo, ya es la hora del almuerzo. Cierro mis ojos, sintiendo como descansan mis parpados. Sólo puedo pensar en que debo pasar más tarde a ver como está Emily y la niña.
-Ten –Escucho la voz de Lizz detrás de mí-.
Me giro lentamente sintiendo un extraño escalofrió en mi estómago, la chica de piel canela sostenía una bolsa de compras de la cafetería, dentro tenía un emparedado empaquetado y una cajita de jugo de manzana.
-Sé que es comida fría e industrial, pero sabes que no suele haber tan buena comida rápida en la maquina dispensadora de la cafetería –Dijo sonriendo-.
-Oh, ¡no! Está perfecto, muchas gracias –Dije sonrojándome-. Por favor, déjame reembolsarte lo que gastaste.
-Sabes que es no es necesario Zai, somos compañeros, ¿no?
Lizz se apoyó entonces en la malla del extremo de la azotea, dio un suspiro hondo y parpadeo muy lentamente, tomándose el tiempo para sostener suavemente el aire en su interior.
-El desayuno es la comida más importante del día Zai –Dijo mirándome mientras yo sacaba el jugo de la bolsa-.
-Lo sé, no sé dónde ha estado mi mente últimamente –Contesté hacia el patio de la escuela, unos cuatro pisos abajo-.
-¿Seguiste mi consejo? –Me preguntó-.
-Si –Pausé-. Bueno, más o menos –Puse mi mano sobre mi nuca de manera pensativa-.
-Oh, y, ¿cómo es eso? –Lanzó una mirada directa a la mía acompañando su pregunta-.
-Bueno, yo, fui con un especialista como dijiste.
-¿Y luego?
-Pues, ahora tengo el medicamento que recomendó el doctor –Mi voz fue bajando gradualmente al terminar esa oración-.
-¿Cómo te has sentido con eso? ¿Es por ello que has estado tan distraído y cansado?
-Creo que sí, espero que sólo sea un efecto secundario. Fuera de eso, mis, eh, ataques de ansiedad han desaparecido por ahora.
-Me preocupas, Zai –Dijo mirando al cielo-.
-No te preocupes, no me conoces mucho. Estaré bien –Contesté-.
-Tienes razón Zai, sé no conozco mucho tu historia de vida, así que solo puedo sentirme conectada a esa esencia tuya. Sé lo que es vivir atormentado con fantasmas del pasado, cargando cosas y personas que quizá ya no están ahí físicamente, pero siguen lastimando.
-Cadenas del alma –Sólo esas palabras pudieron salir de mí al terminar de escuchar a Lizz-.
-Exacto, ¿sabes? Antes de venir aquí, estuve dos años en una profunda depresión. Mi hermano falleció, lo asesinaron al robarle mientras regresaba a casa. Encontraron su cuerpo por la bahía.
-Lo siento, yo –Dije sintiéndome un gran idiota-.
-No te preocupes –Lizz paró mi oración avergonzado justo ahí-, son heridas que han ido cerrando, ya no causan el mismo dolor.
Siendo un sentimiento de empatía, o proyección, comencé a sentir un fuego en mi pecho, solo imaginando el dolor y frustración que Lizz podía sentir. Por mi salud no debería dejar que me afectaran tanto los problemas de terceros, pero jamás he podido evitarlo.
-Y el relicario, ¿Ya se lo diste a esa persona especial? –Dijo cambiándome el tema-.
-Aún no –Contesté regresando en mí-.
-Pues debes armarte de valor y entregárselo rápido –En ese momento ella se levantó y comenzó a caminar hacia las escaleras-. Oh por cierto –Se giró hacia mí-, encontré un lugar fabuloso cerca del centro donde escuchar buena música, ¿Vamos el fin de semana?
-Eh, ¿el fin de semana? Yo, eh –Trataba de dirigir mi mirada a otro lado apenado-. Aún no sé que tengo en mi agenda.
-Pues revísala rápido y avísame antes del viernes –Dijo amablemente mientras bajaba las escaleras-. Nos vemos en clases.