Regresa la temporada de tormentas
¿Alguna vez han hecho algo que los hizo sentir realmente vivos? Emily me contó una vez que cuando era niña, nada la hacía sentir tan libre como cuando acompañaba a su padre a pasear en su motocicleta. Ese viento que acariciaba suavemente su cabello y en ratos lo golpeaba violentamente, sacaba sus manos fuera de la protección que le ofrecía la espalda de su padre para que volaran con la velocidad de la maquina. Sus yemas frías regresaban a la parte metálica situada detrás de ella y daba un hondo respiro, mientras que un aire rico y suave llenaba sus pulmones.
Creo que es lo que estoy sintiendo en este momento, mientras mis ojos se hayan ligeramente cerrados y mi cuerpo no opone resistencia.
Emily me sugirió que comenzara a andar en bicicleta. Por un rato lo intentamos, fuimos al centro de la ciudad donde se puede rentar una bicicleta por 200¥ todo el día. Japón es un país básicamente plano y con muchas áreas donde puedes recorrer toda la ciudad de un modo seguro. Además la cultura japonesa está más que acostumbrada a usarla, es un medio de transporte básico y barato.
A Emily se le da estupendamente bien, en cambio a mí, bueno nunca aprendí a andar en bicicleta. Digamos que me hace falta mucho equilibrio.
Deseaba con todo mi corazón encontrar aquello que me liberara de ese modo. Cuando corro es un sentimiento liberador, saber que sin importar la situación no me sentiré atado, más bien, puedo estar en el lugar que desee en poquísimo tiempo. Puedo ver los arboles de cerezo y su lluvia de pétalos rosados bajo la luna primaveral en Tokio. Puedo apreciar los sitios ancestrales de Kioto. O ver las personas soñadoras y ocupadas corriendo de un lado a otro desde la cima de un gran edificio en Osaka.
Pero esta sensación que libere cada parte de mi cuerpo, haciéndome sentir como un ave en pleno vuelo es algo incomparable.
Las pequeñas gotas de lluvia comienzan a refrescar mi cuerpo extasiado mientras sigo cayendo libremente hacia los edificios bellamente iluminados.
Solo hay un momento en que se puede explotar el potencial del heraldo del Rayo y es en una de las maravillosas tormentas de esta temporada del año. Agregando aquí el hecho, de que si no hubiera nubes no podría generar un rayo.
Cruzo la última nube que se ilumina intermitentemente por las descargas eléctricas. Preparado para esta especie de deporte que inicie hace poco, unas botas, pantalón de mezclilla y una chaqueta negra y larga, la cual resiste muy bien la lluvia y me protege del viento helado de las alturas, cubriendo desde debajo de la cintura, con cuello largo, llegando hasta mi boca. Terminando con unos guantes con dedos cortos y unos lentes de aviador de tipo antiguo que dan la apariencia de un visor, con los cuales conservo mi visibilidad en la lluvia.
Con un suspiro abro mis ojos, mirando las miles de luces comerciales, símbolo de poder económico, en mi descenso a toda velocidad.
Les daré una idea, todo cuerpo es llamado a la tierra debido a la fuerza de la gravedad, como yo en este momento, cayendo a una velocidad de 9.8 m/s^2. Activando, en un principio el heraldo de la tormenta a una altura de 70 m. en un edificio, elevándome hasta quedar a una velocidad de 0 a una altura de 4 km. aproximadamente sobre el nivel del mar, estando en este preciso momento a una altura de 500 m. Sí, esto es peligroso, ya que llevo ganando una velocidad equivalente a la altura recorrida hacia tierra.
-¡Pero nada que no pueda superar! –Grito-.
Alzo mi brazo velozmente apuntando con Raiji al cielo una vez más, elevándome con fuerza y velocidad para evitar el impacto mediante la habilidad del heraldo, el cual llama un rayo directamente hacia el portador. Regresando a una altura máxima de 1 km. sobre el nivel del mar, ganando una vez más una velocidad de 0, ya que, naturalmente, y como mencioné con anterioridad, todo cuerpo es llamado a tierra.
Esto llega a ser hasta poético, no importa lo mucho que quieras elevarte en las alturas, la tierra siempre te reclamará. Libertad contra cadenas de la naturaleza, quizá.
Mis entrañas recienten el cambio abrupto de velocidad por la implicación de dos fuerzas, un costo pequeño pues, sin Raiji estaría muerto. Pero al final, no debería prestarle atención a eso ahora. ¡Esto es asombroso!
Grito con fuerza, rozando los cristales de los edificios y regresando a las alturas una vez más. Dando un giro en el aire, llevando mi rostro hacia atrás, sintiéndome uno con las gotas de lluvia que caen libremente, por lo menos un instante.
Volviendo a elevar a Raiji, mando otra descarga eléctrica por mí, esta vez deteniendo mi cuerpo a la altura de una azotea en una construcción, donde no paro, sino comienzo a correr velozmente hasta arrojarme por el otro extremo hacia la calle.
Extendiendo mis extremidades, cual clavadista, sintiéndome listo para todo lo que me espere.
Qué bien se siente regresar. Extrañe esta época tan especial, el regreso de lo que se fue alguna vez. Soy Zai, pero eso ustedes ya lo saben.