¿Maldición?

59 12 15
                                    

Hace mucho tiempo los magos y brujas eran considerados seres iguales, pero estos seres con poderes mágicos eran muy diferentes, pero esto causaba un desequilibrio en nuestro mundo, los seres humanos no lo veían así, una joven la cual aun teniendo una vida por delante se atrevió a hacer lo que el “mago mas poderoso” nunca se atrevió a hacer en ese tiempo...

El joven de pelo negro se encontraba sentado en un sillón rojo, con una copa de vino en su mano derecha, se encontraba en la sala de su mansión pensando en el pasado. La sala donde se encontraba sus paredes estaba pintadas de un amarillo mostaza, una mesa de centro con un mantel de tejer color blanco con una botella de vino arriba de ella, un juego de sala de color rojo, aquella habitación tenia toques ingleses, él mago se encontraba sentado con sus piernas cruzadas, su pantalón era color blanco de mezclilla, camisa azul con los dos primeros botones sin abotonar, en su mamo derecha sostenía una copa de vino, movió levemente su mano, así mismo para que el vino no se concentrase en un solo lugar, suspiro pesadamente, y acerco con delicadeza la copa de cristal a sus labios para darle un leve sorbo al vino.

–¿Porqué es tan difícil renunciar a algo que una vez me perteneció? –. Se preguntó, miro la botella del vino, la cual estaba en la mesa de centro.

¿Tan difícil es renunciar a un objeto? ¿Tan difícil es renunciar a una persona? Cuando por fin pruebas aquello que tanto deseaste es difícil dejarlo, ¿Como renunciar a ello? No poder encontra una respuesta a sus preguntas le hacia sentir fatal.

Una risa se escuchó y detrás del sillón apareció una mujer de cabellos negros y unos ojos profundos color violetas, abrazo el cuello de aquel joven y acercó sus labios color rosados al oído del mago.

–Has probado lo prohibido y deseas más –. Susurro la joven mujer, ella no se detenía con sus palabras, tenía la intención de herirlo más de lo que ya estaba. –Sufriendo por ella que no puede estar contigo. Que inútil–. Dijo soltando al joven, el solo la miraba con frialdad. –Hay muchas mujeres que andarían detrás de ti –. Camino alrededor del sofá hasta llegar frente al mago y sentarse en las piernas de este. –Mirate como sufre el gran mago–. Decía en burla.

–Y mira quien lo dice–. Dijo en tono frío colocando su mano izquierda en la cintura de la mujer. –¿Acaso tu no me apoyaste Meital?–. La mencionada guardo silencio, ella lo apoyo incondicionalmente en aquel tiempo, pero no quería verlo sufrir de nuevo.

Un silencio profundo se hizo presente, Meital buscaba la forma de responderle a aquel mago, ella sabía bien que no renunciaría al amar lo prohibido pero ¿Cómo hacerlo entrar en razón? Ese no era el único problema, sabía que en ese asunto no debían involucrarse, la mujer solo deseaba que nada le pasara al mago.

–¿Sabes que es una maldición? No importa cuanto lo intentes Morirá–. Dijo segura de lo que decía.

Raúl no soportó lo que decía esa mujer, pues esta tenía la razón, pero no quería dejar de intentarlo, después de todo uno hace muchas cosas por amor, no lo pensó ni dos veces, empujo a la mujer tirándola al suelo, su copa de vino cayo, se pudo escuchar el sonido del cristal rompiéndose en pedazos.

–¡No entiendes!–. Exclamo lleno de frustración.

–Tú deberías de deshacerte de ese inútil sentimiento–. Grito furiosa Meital, por primera vez él la trataba de esta manera.

–¡No!–. Grito el mago, no estaba bien para escuchar a Meital, el en verdad estaba enamorado de alguien prohibida para él.

Se escucho un azotón en la puerta, la respiración agitada del joven de cabello azul. su cara demostraba miedo, estaba asustado, no podia articular alguna palabra, pero aquel sonido llamo la atención de ambos jóvenes para que vieran aquella cara de angustia y miedo en el rostro de yamir. Era raro que el siendo un guardián demostrase miedo, ya que Yamir es el guardián del mago más poderoso.

–Amo...–. Logró articular para caer al suelo incado, el amo corrió directo hacia su guardián ¿Qué pasaba?

–¿Qué tienes?–. Preguntó angustiado el mago.

–Usa tus malditos poderes Cassiel –. Hablo Meital colocándose de pie y sacudiendo el polvo del piso.

–Los... Sellos se han roto–. Articuló el guardián, el mago acarició el rostro de su querido guardián al verlo en aquel estado parecía tan débil. –Lo sien...–. No a completo la frase y se desvaneció en la brazos de su creador.

–¡Ya-Yamir!–. Exclamó angustiado.

–Esta débil, dejalo descansar–. Suspiro Meital y se acerco a Raúl tocando su hombro en muestra de apoyo.

–Jamas me vuelvas a decir Cassiel no soy él ¿Entiendes?–. Dijo molesto el mago acariciando el cabello del guardián.

Meital solo asintió con la cabeza, se giro dándole la espalda a Raúl, susurro unas palabras en otro idioma, en ese momento que musitó aquellas palabras una espesa nube negra cubrió su cuerpo envolviéndolo por completo cuando se desvaneció el humo ella ya no estaba, dejo al mago solo junto a su desmayado guardián, en aquella enorme y solitaria mansión.

No cabe duda que este ciclo vuele a comenzar... Princesa solo espera un poco más y yo... Yo te salvaré esta vez no, ¡No te dejare! Los sellos se han rotos y no quiero que vuelva a haber otro sacrificio y seas tú”

Siempre el mismo sacrificio, él ya estaba harto y solo deseaba poder salvarla aun cuando el tuviera que morir en el lugar de ella.

La Princesa y El Mago #BLAwards17 #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora