Capítulo 1

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——Flor, estamos listos para despegar. Vamos a sentarnos —Informó Carla llegando a mi lado.

Revisé si los pasajeros se habían abrochado el cinturón y me fui a mi lugar junto a mi amiga.

—¡Aquí vamos Miami! —susurré cantadito en el oído de mi amiga, ella chilló despacio y aplaudió.

Cuando ya estábamos en el aire y pudimos soltar nuestros cinturones, me preparé para empezar el tan ansiado por los pasajeros: servicio a bordo.

Ya llevábamos tres horas de vuelo y lo que nos había tenido un poco atareadas había terminado. No había sido un inicio muy perfecto.

El niño de cinco años que tanto me había molestado pidiéndome cinco vasos de Coca-Cola en menos de treinta minutos, y sus padres, al fin se habían dormido— Tres menos.

Las chicas de la última fila iban por su quinta copa de espumante, pero conversaban silenciosamente, por lo que no las veía como una amenaza— Dos menos.

El chico solo de la fila del medio tenía los audífonos puestos y veía una película. No me había pedido nada en todo el vuelo, por lo que me olvidé de él— Otro menos.

Y mi vista por fin se posó en el hombre misterioso. El sensual chico tenía la vista fija en la pantalla de su laptop. Se removió tenso sobre el asiento y se acomodó las gafas. No puede dejar pasar el delicioso espectáculo que dieron sus dientes al agarrar su labio inferior y apretarlo. Tenía el ceño fruncido y parecía preocupado.

Mierda, que hombre más guapo —pensé.

Lo estaba desvistiendo con la mirada cuando él levantó la vista de la pantalla y me quedó mirando fijamente, como si hubiera leído mi pervertida mente. Aparte de estar buenísimo, tenía unos hermosos ojos grises que resaltaban por el brillo de la pantalla del computador.

No sé cuántos segundos o minutos pasaron en que nos miramos fijamente, pero sé que fue el tiempo suficiente para sonrojarme a nivel tomate. Aparté la vista nerviosa y miré mis zapatos. No podía seguir parada en medio del pasillo, por lo que me di media vuelta y corrí a esconderme en el galley delantero.

—Y tú, ¿qué? ¿corriste por el pasillo ida y vuelta? ¿Por qué estás tan roja y respiras tan agitada? —interrogó insistentemente mi amiga— ¿Hola? Carla llamando a Florencia... ¡Hey! ¿Pero qué mierda te pasa? —insistió enojada.

Por un momento creí que se me había olvidado como hablar.

—Yo... Eh... Yo... —me costaba modular por los nervios— Este... nada, solo tengo un poco de sueño y.... No.... No me pasa nada —mentí desastrosamente.

—Bueno... —murmuró con cara de no creerme nada.

¡Por eso la amaba! Nunca insistía demasiado.

—Yo me preocupo de los pasajeros, tu ve a sentarte y duerme —anunció guardando la lima de uñas en su bolso.

—¿Estás loca? ¡Si duermo me despiden! —exclamé y me crucé de brazos aún confundida.

¡Su mirada me puso muy nerviosa! ¡No podía dejar de pensar en su mirada! ¿Qué significaba esto que había provocado en mi?

Cerré los ojos intentando calmarme. Nunca me había pasado esto en mis cinco años como azafata, y eso que había llevado a famosos actores y futbolistas que estaban buenísimos, pero con ese hombre era diferente.

Su mirada. Su mirada era tan... ¿Interesante? ¿Misteriosa?

—¿Oye? —llamó Carla de una manera poco amigable. Salté de la sorpresa.

Me había sumergido demasiado en mis pensamientos.

—Lo siento ¿Qué? —pregunté desorientada.

Carla puso los ojos en blanco y soltó un pesado suspiro.

—Siéntate y relájate, yo iré a dar una vuelta por la cabina —anunció. Se puso de pie y me obligó a sentarme en el jumpseat.

Volví a cerrar los ojos y comencé a regañarme mentalmente. ¿Que tenía esa mirada que me hacía ponerme tan nerviosa?

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Así Me Quiero QuedarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora