Año tres
Lucianna se sentía miserable. Sí, así era. ¿Por qué no admitirlo para sí misma? Además, era ya tan evidente para todos que no valía la pena negárselo. Engañarse no era algo que hiciera así que debía afrontarlo. Estaba más que triste por la terminación de su relación con Oliver.
Una pequeña vocecita de protesta se alzó en su cabeza y se forzó a ignorarla. No, no iba a retractarse. Había hecho lo que debía y eso era todo. No había vuelta atrás.
–¿De nuevo? –preguntó su compañera de departamento, refiriéndose a los remordimientos que constantemente la asaltaban. Lucianna gruñó en respuesta–. Ya veo.
–Seguro que sí –murmuró Lucianna escondiéndose detrás del libro que tenía en las manos–. ¿No ibas a salir?
–Sí, eso haremos –acentuó el plural. Lucianna crispó las manos–. Lu...
–No, no quiero salir.–Un mes.
–No necesito que me recuerdes cuanto ha pasado.
–Debes salir. Ya es hora.
–No debo hacer nada. Quiero estar sola.
–Lu, no voy a dejar que te hundas en tu tristeza. ¿Crees que fue un error terminar con Oliver? ¡Perfecto! Búscalo y arréglalo. ¿O quizá crees que fue lo mejor? ¡Perfecto también! Sal y busca alguien nuevo.
–¿No hay una tercera opción?
–¿Al momento? Puedes salir con una amiga y tratar de pasarlo bien.
Lucianna reprimió un suspiro de derrota y asintió. Iba a salir de casa.
Una hora más tarde, Lucianna empezaba a arrepentirse de no haber tenido la precaución de preguntar a dónde iban. Un club nocturno no era su idea de una primera salida después de un rompimiento tan épico. Cerró sus ojos por unos segundos, intentando dejar el drama de lado. ¿Sería posible?
–Él está aquí.
–¿Eh? –Lucianna abrió los ojos y miró a su compañera– ¿dijiste algo?
–Lu... él está aquí –repitió con gravedad.
Lucianna no necesitó escuchar nada más. Era incuestionable a qué "él" se refería su amiga. Cerró de nuevo los ojos, rogando al cielo que no fuera lo que pensaba. Evidentemente, no había un Dios que pudiera escucharla, pues no solo lo localizó de inmediato, sino que lo que vio no le gustó ni un poco.
¡Maldito Oliver Torrenti! Ojalá se fuera al infierno. Si tan solo ella misma pudiera enviarlo, seguro se sentiría más calmada ante la visión que tenía de él.
Oliver se encontraba rodeado de un grupo de personas, nada nuevo. Solo que además, estaban dos chicas bastante parecidas entre sí, una a cada lado de él. La primera se encontraba diciéndole algo al oído y tenía su brazo rodeando el cuello de Oliver. La segunda conversaba con la persona del lado contrario mientras sostenía la mano de Oliver en las suyas.
–Lo siento, Lu... –murmuró contrita su amiga, pero ella la ignoró. Sin darse cuenta de lo que hacía, empezó a caminar hacia Oliver y su grupo de amigos. ¡Esto no iba a quedarse así!
¡Hacía apenas un mes él le aseguraba que la amaba y nunca la olvidaría! ¿Un mes era todo lo que duraba su tan proclamado y prometido "siempre"?
–¿Lu? ¡Lu, espera! –insistió siguiéndola. Lucianna no se detuvo–. ¡Piénsalo, Lucianna!
–Hola –se obligó a decir Lucianna una vez que estuvo frente a Oliver por unos interminables diez segundos–. Oliver.
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A tu lado (Sforza #2.5)
Historia CortaHistoria corta de Oliver Torrenti y Lucianna (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza)