Capítulo 16

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Por ser del sur de California. Encontré maravilloso el otoño. Una tarde, me encontraba afuera con los chicos, juntando hojas, cuando inesperadamente Henry llegó temprano del trabajo. Los niños corrieron a saludarlo; yo anhelaba tener la libertad para hacer lo mismo.

Sabía que en el proceso de devolver a nuestras vidas un semblante de normalidad, había levantado paredes entre Henry y yo. Cuidaba mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, no sintiéndome libre de abrirme por completo a él. Notaba también que él se movía cuidadosamente, evitando cualquier tipo de intimidad. Mantenía conversaciones moderadas y se aseguraba de no tocarme siquiera accidentalmente. Me miraba cada vez menos.

Su semblante estaba más relajado que desde antes del beso. Me sonrió, cosa que ya no hacía a menudo. Eso fue todo lo que mi corazón necesito para reaccionar. Me sonrió al ver que me acercaba a sus hijos.

— ¡Buenas noticias! —dijo el, mostrando un sobre que traía en la mano—No podía esperar para contártelo.

Se veía tan apuesto que mi corazón se derritió. Esperaba ansiosa lo que él tenía que decirme. De repente, levanto a Thomas y cuidadosamente lo arrojo a la montaña de hojas. Luego levanto a Abigail e hizo lo mismo. Ambos chicos gritaron de placer.

— ¡Los informes de nuestro caso son maravillosos! El abogado estima que esta locura podría terminar para Navidad.

—Maravilloso—respondí sin emoción en mi voz.

Vi como volvía a arrojar a los niños sobre las hojas. Mi corazón había remontado vuelo al escuchar "no podía esperar para contártelo". Luego se precipito a tierra al escuadra la palabra "Navidad". Un par de meses más y me iría para siempre.

De repente, Henry me levanto en el aire. Riendo, me arrojo junto a los niños en la montaña de hojas. Los chicos gritaron y se abalanzaron sobre mí. Al intentar escaparme, Henry los levantaba y los volvía a tirar. Finalmente los chicos y yo nos unimos contra él, tirándolo a las hojas junto a nosotros.

Henry pasó por encima de mí hacia el otro lado, pero me las arregle para tirarlo a las hojas conmigo. El tiempo se congelo al quedar acosada de espaldas, tan cerca de Henry que podía sentir su respiración en mis mejillas. Henry quedó acostado boca abajo a mi lado.

Vi como un caleidoscopio de emociones pasaba por el rostro de Henry. Se me aceleraron los latidos del corazón y me costó tragar saliva al anticiparme a lo que sucedería. Me miro de la misma manera que lo había hecho en el barco, y como antes, deseaba estar en sus brazos con sus labios en los míos. Estaba segura de que el sentía lo mismo, a pesar de que no hizo nada al respecto.

¿Por qué lo hacía? Un instante de placer no valía la pena el dolor y el rechazo que proseguiría.

—Tengo que ir a preparar la cena—mi voz sonó ronca.

Él se puso de pie y me levanto del suelo. Me quito las hojas pegadas al cabello y en parte de atrás de la camiseta.

—Te saque las hojas más grandes—me dijo.

—Gracias— nuestras miradas parecían estar entrelazadas.

Sentía que ambos teníamos algo en mente, palabras que deseábamos decir, pero ninguno lo hacía— te avisare cuando esté lista.

— ¿Que?

—La cena; te avisare cuando esté lista.

Era el turno de el para tragar con dificultad. Camine rumbo a la casa. Una vez dentro, me recosté contra la mesada de la cocina y cerré los ojos. Quizá era buena irme para Navidad. Mis sentimientos no podían soportar el sube y baja de vivir a su lado.

No te dejaré©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora