Capítulo 19

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Me sentía mas confundida que nunca. Henry estaba más frio después del beso en la cocina. "No quiero que te vayas", me había dicho, pero desde entonces no había tenido contacto conmigo. Me sentí usada las dos veces que me beso, pero a él parecía no importarle. Ya ni siquiera me sentía su amiga.

Yo quería que me amase y que lo supiera todo el mundo. Quería que él fuera el primer hombre en comprarme flores y en abrirme su corazón. Mi papá me había advertido que Henry era hombre y que en algún momento querría más que una niñera para sus hijos. Necesitaría una mujer. ¿Había llegado ese momento? ¿Por qué no podía ser yo esa mujer?

Luego del servicio religioso de la víspera de Navidad, fui a buscar a los niños mientras Henry se quedaba para presentarle el pastor a sus padres. A mi regreso, me encontré con que no era el pastor a quien estaban conociendo sus padres, sino a Nora. Me quede helada viendo la escena de lejos mientras los celos corrían por mis venas.

Hacía meses que veía a Nora coquetear con Henry, a pesar de que él no parecía darse cuenta. Se sentaba siempre a su lado durante la clase de la escuela dominical, pero él no hacía más que contestar sus preguntas. Ahora tenía su mano en el brazo de Henry, acto que veía como posesivo y atrevido. Los cuatro se reían y Nora provocaba a Henry con su radiante sonrisa.

Esta noche, no parecía estar inmune a su carisma y belleza. A mí siempre me hizo recordar un poco a Regina. Su cabello negro estaba peinado a la perfección. Lo usaba largo hasta los hombros y tenía una manera particular de moverlo de un lado al otro con la mano, un acto que según yo era para llamar la atención.

Al sonreírle a Henry, sus ojos azules decían mucho. Sus labios carnosos se veían seductores y displicentes. Henry le devolvió la sonrisa. De golpe se me revolvió el estómago y me dolió el corazón. Él estaba al acecho, pero yo no era la mujer que tenía en mente.

Finalmente, me arme de coraje y me acerque a ellos. Tome a Abigail y a Thomas de la mano. Henry sonrió al vernos acercarnos, pero yo no lo mire.

— ¿Recuerdas a Sophia?-le pregunto a Nora.

Un par de ojos fríos cafés me congelaron.

—Si claro, tu niñera.

Nadie había utilizado la palabra "niñera" de manera tan amarga. Nora se volvió a dar vuelta hacia Henry y le dijo algo muy suavemente. Ambos rieron, dejándome con la sensación de creer que yo había sido el motivo del chiste.

Aparentemente, Ashley se dio cuenta de mi incomodidad.

—Henry, debemos ir a casa. Los niños están listos para abrir los regalos.

— ¿Puedo hablaren privado contigo por un minutos? —Le pregunto Nora a Henry— Lo retendré solo un minuto—le aseguro a su mamá.

Nora lo tomo del brazo y lo aparto a un costado.

Vi a John mirando con preocupación a su esposa. Era obvio que ella no era la única que veía a esta señorita como una amenaza. Fuimos hacia el automóvil, y para cuando estábamos sentados con los cinturones de seguridad abrochados, Henry ya había regresado. Se veía distraído.

La tradición de los Crawford era abrir los regalos después del servicio religioso de la víspera de Navidad, y hoy no sería de otra manera. Luchaba por quitarme de mi cabeza lo que estaba pensando. Detestaba tener esos pensamientos y sentir celoso. No lograba estar con el ánimo festivo que la ocasión merecía. Abigail y Thomas rompían uno tras otro el envoltorio de los regalos deleitándose con cada nuevo que abrían. Henry abrió la nueva Biblia, con su nombre en la tapa de cuero, que yo le había regalado. Aparentaba estar muy conforme con su regalo.

No te dejaré©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora