Capítulo 3: Baja la cabeza

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Tras quedarme un rato en la comisaría hablando del caso "Jennifer Aymeson", nombre de la chica que fue asesinada al frente del Centro Médico Gabriele Amorth, al Capitán Nolan le llegó una alerta de que "Diabolo" había atacado de nuevo, por lo que decidí acompañarlo personalmente a la escena del crimen.

--No tenía idea de que nuestro demonio también trabajaba con hombres.

Nolan tenía razón. En este caso, no era una mujer atada a su cama, mutilada y descuartizada, sino que era un hombre crucificado a la pared de su apartamento, y da la casualidad de que lo conocía. Se llamaba Ian Morrison, estuvimos juntos en el mismo escuadrón durante un año en Vietnam, era un buen hombre, incluso cuando nos dieron de baja seguiamos siendo amigos, pero un día simplemente me dijo que se mudaría, y no supe más de él. Un trágico final para un verdadero soldado.

No se notaba, pero cuando lo intentamos bajar nos percatamos de que tenía una serie de clavos y tornillos incrustados por todo el cuerpo, todo esto para mantenerlo de una manera mínimamente estable dado que el 70% de sus huesos estaban completamente destrozados de manera muy violenta. Según la mirada rápida del equipo forense, Ian no fue torturado, todas sus heridas fueron propiciadas durante un combate. Supongo que al adivinar las intenciones del asesino, decidió pelear contra él, por las marcas en sus manos parece ser que tomó algún tipo de bastón o palo de madera para defenderse de lo que presumen era un mazo de construcción.

--La pared..., Nolan. Corta la corriente eléctrica del edificio y tráeme una luz ultravioleta, es importante.

--Hagan lo que dice. Parece que tienes algo en mente, ¿que harás? --Me preguntó Andrew, mientras enviaba a sus hombres a hacer lo que pedí.

--Estoy seguro de que nuestro asesino no eligió a Ian de manera aleatoria, esto no es un evento fortuito.

En plena oscuridad, con la luz ultravioleta, otro mensaje en latín emergía utilizando exactamente la misma técnica.

--¿Qué rayos es esto, Sawyer? ¿latín? --Dijo Nolan, insinuando de manera obvia que tradujera aquel texto.

--Sed nos fata inducit alios amicos, quos nescierunt ipsi iter transibis... Es un poema, en resumen, habla de la amistad. Pero eso significa que... espera.

--¿Qué pasa?

Un texto que se extendía hasta el suelo decía:

"Amicitia pulchrum est ¿Ne Howland Dominus cogitas? Intantum quod non nisi intra interfici sicut et novimus. Et dabo tibi X minutes, tunc currere melius, non solum, sed etiam animam tuam filio tuo unigenito propter Rosaline."

Se traduciría como:

"La amistad es hermosa, ¿no le parece señor Howland? Es algo tan fuerte que sólo puede ser destruida desde adentro, como ambos sabemos hacerlo. Te doy 10 minutos, para entonces será mejor que corras, no sólo por tu vida, sino que también por la de tu querida Rosaline".

--"Te doy 10 minutos, para entonces será mejor que...". ¡Salgan de edificio, ya! --Exclamé mientras me percataba de que, detrás de la pared, había aproximadamente 15 kilos de explosivo C4 esperando ser detonado.

--Desgraciado... ugh. --Lamentó el Capitán justo al salir del edificio mientras contemplaba la destrucción causada por la explosión.

--Acaba de destruir cualquier tipo de prueba que pudiéramos utilizar para encontrarle, además... Rosaline, ¡maldición! tengo que advertirle ahora mismo. --Tomé un Cadillac 51 de la policía y fuí lo más rápido que pude al hotel donde estaba Rosaline.

--¡Rosaline! --Grité su nombre, aunque desde afuera todo se veía completamente tranquilo.

--Ugh, ¿Sawyer? ¿qué pasa? --Ella estaba apaciblemente dormida, y de hecho me miraba como si fuera un demente.

--Escucha, es sobre el Diabolo: de todo esto entiendo muy poco, pero sólo sé que aquí estamos en un gran peligro. Toma tus cosas y en cuanto estés lista... --Intenté explicarle la situación lo más rápido posible a la adormecida dama, para luego ver por la ventana de la habitación que da a la calle y llevarme una desagradable sorpresa. --¡Abajo! --Por lo que pude ver, una de las bandas criminales más influyente de la ciudad ha decidido armar un convoy para acribillarlos, por suerte para nosotros, una puerta lateral y un tiro certero de mi magnum al tanque de gasolina del auto provocó una pequeña explosión que nos dió el suficiente tiempo como para salir de una vez por todas de ese infierno. Ahora mismo estoy dando unas vueltas por la ciudad en zonas que la policía controla para ahuyentar a esos buscadores de nuestra estela... Es momento de que nos escondamos por completo.



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