Capítulo 5: Cenizas sin llanto

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Me despierto de un salto en mi interior, porque estaba atado de pies y manos a una silla de madera, desarmado, fuertemente golpeado y listo para morir... ¿Cómo se supone que llegué a esto? ¿con qué objetivo? Da igual, son tonterías, o al menos así se convirtió todo al escuchar esa voz.

--Al fin despertaste. --Comentó con un aire fúnebre aquella chica la cual por alguna razón tenía puesto un vestido negro no muy corto y su pelo, también negro, corto y ondulado.

--¡Rosaline! ¿estás bien? urgh, vamos a salir de esta, ¿me oyes? --Le intenté afirmar a la vez que intentaba levantarme, sólo para darme cuenta segundos después, que la silla estaba clavada al suelo; en cuanto a Rosaline, ella estaba atada de la misma manera que yo, aunque sus heridas eran más específicas. No se habían centrado mucho en ella, mis heridas en cambio, parecían más innecesarias que, de hecho, lo eran. Es decir, no tenían sedados, ¿por qué molestarse en golpear a dos cuerpos inconscientes? Cada vez entiendo menos lo que pasa.

--Esta vez saldrás tú solo. --Replicó Rosaline.

--¿De qué demonios estás...

--Curioso, no es la primera vez que predices el futuro, Rosaline Griffin. --Me interrumpió una voz grave con tono irónico mientras encendía lo que eran aparentemente las luces de la habitación en la que nos encontrábamos. Al encender el resto de luces, acompañó a ese bombillo individual el cual estaba sobre nosotros, dejando completamente al descubierto el rostro de aquel sanguinario asesino.

--Así que decidiste dar la cara. --Le dije cuando pude ver a esa persona alta, caucásica, de cabello castaño extrañamente peinado, con una barba de un par de días, y en traje formal.

--Lo mismo digo. --Continuó Diabolo. --Sawyer Howland, detective privado, especialista en casos... ilícitos, o prefieres que le diga... ¿particulares?

--Felicidades, sabes leer una ficha referencial. Ahora dime, ¿por qué estás detrás de nosotros? --Cuestioné mirándole fijamente como si esperara todas las respuestas de la existencia.

--Oh, ese comentario me hiere, no sólo sé eso. --Evidentemente ni siquiera me prestó atención. --Soldado de la primera línea de defensa en Vietnam, dado de baja con honores en el 65, aunque todas esas medallas, estandartes y reconocimientos no te podían importar menos. Como sea, en el 67 conociste a una mujer, y de hecho se casaron, pero un desafortunado incidente acabó su vida. ¿Cómo se llamaba? Sa...

Antes de que terminara de hablar, me percaté que por alguna razón estaba desatado de la silla, como si hubiera roto las cuerdas que ataban mis manos; no estaba entendiendo casi nada, pero por alguna razón estaba lleno de ira y desesperación. Con furor salté sobre el asesino, sin darme cuenta de que el suelo estaba completamente empapado de gasolina; eso hizo que resbalara, quitándome el elemento sorpresa de mi ataque y dándole una ventaja radical a Diabolo. Nunca fui muy dado al combate cuerpo a cuerpo, suelo solucionarlo todo con la pólvora, por lo que fue una pelea ajetreada en la cual el coraje desenfrenado era lo que me hacía seguir, sin embargo en uno de los momentos en los que nos separamos, Diabolo continuó hablando.

--Está bien, no hablemos de tu esposa, hablemos de los que dejó su muerte. --Me dijo entre risas burlonas.

--¡Cállate y pelea! --Arremeto contra él sin resultado, él estaba hablando.

--¡Eso es!, eres un hombre de acción, o al menos así te vendiste a la Bratva cuando tenías problemas. --Por alguna razón me quedé paralizado. --"Elimínalos a todos, nosotros te ayudaremos". Para tu mala suerte La Cosa Nostra no es fácil de desintegrar, pero sí que dejaste cadáveres ese día, de hecho realmente te temían, temían que volvieras a terminar el trabajo. Es más, Rosaline, ¿sabes cómo se le conoce a tu amigo Sawyer en el territorio de La Cosa Nostra?

--"Diabolo" --Completó Rosaline con un aire sombrío, como si fuera un fantasma que me culpa por todos mis pecados.

Me abalancé una vez mas, tenia que terminar con todo, estaba al final de la línea, podía terminar el caso... desgraciadamente no soy un peleador nato, por lo que Diabolo me sometió y sacando un estilete decorado de su traje, atravesó mi mano dejándola adherida a la pared de madera. Mientras experimentaba un dolor agonizante, Diabolo se alejó de mí, se posicionó al costado de Rosaline y desveló la pistola que yo le había dado a ella.

--Esto no fue tu culpa, solo fue un accidente. --Dijo el frívolo asesino al apuntar el cañón contra la sien de Rosaline.

--Al final, sólo le fallaste a Sarah. --Afirmó Rosaline, aceptando su inminente final.

--¡No! --Solté con desesperación... Un disparo me ensordece y me quita cualquier impulso de luchar.

No me quedaban fuerzas, no quería tenerlas. Todo había terminado, ya era el fin, pero por lo visto Diabolo tenía otro plan para mi, me golpeó hasta dejarme casi inconsciente, me sacó de la pared y me sacó del pequeño edificio en el que no encontrábamos. Al salir, me dejó en la parte trasera de un vehículo y aprovechando que todo el edificio estaba empapado de gasolina, lo prendió en fuego, dejando el cuerpo sin vida de Rosaline dentro del mismo, luego entró el el auto y empezó a conducir. Pasados unos cuantos minutos, el hombre me tomó del tobillo y me arrastra fuera del auto, y sabiendo que aun no estaba completamente conciente, me dejó unas vendas, mi revólver, una nota y un mapa.

Al despertar al día siguiente, me propongo leer la nota, más latín, decía algo como:

"Ya hemos jugado bastante, ven a verme, estaré en tu verdadero hogar. Es momento de terminar con esto."

Al leer esto me levanté, cubrí la herida de mi mano con las vendas que tenía, tomé mi revólver, el mapa y me propuse ir al sitio. Me propuse terminar con esto.



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