Hubo una vez, en el Reino de las Hadas; una familia de hadas que enfrentaba años de mala suerte.
Pues no tenían a una bruja que viera por ellos y los protegiera.
Nunca habían tenido el problema de falta de protección porque su única hija tenía el peor don de todos; hablar con las aves carroñeras.Pasaron dos años desde el nacimiento de la pobre hada con el peor don de todos. Cuando nació su hermana menor, una bellísima hada que con el tiempo descubrieron su don; crear todo lo que quisiera en oro.
La hermana mayor sentía celos de su hermana menor y cada vez que pasaba más el tiempo, siempre estaba acechándola para robarle su don. La espiaba mientras dormía pero no era capaz de asesinar a tan bella hada.
Los padres cuando descubrieron su don, realizaron la mejor de las fiestas. Todos hacían reír a la niña mientras le daban charolas y cosas para que se las convirtieran en oro, porque ese don sólo funcionaba cuando el hada era feliz. Stella, decidieron nombrarle a tan bella hada. Nada que ver con el nombre de Olga, que fue el que recibió la hermana del terrible don.Cuando Stella cumplió quince y Olga cumplió diecisiete, se le mandó a hacer a Stella una gran celebración porque haya podido sobrevivir de todos los intentos de robo de sus dones. Incluso los intentos de su propia hermana.
Olga sólo veía fijamente cómo se divertía su hermana convirtiendo en oro todo lo que le ponían enfrente.
Nadie notaba a la pobre Olga porque era muy difícil perder de vista a Stella pasando sus dedos sobre lo que le pedían que convirtiera en oro.
Olga no lo soportó más. La envidia. Los celos. Debía quitarle su don de la manera más justa:
—¡Stella! Ya me cansé de tu preferencia por parte de todos, ¡Pido que tengamos un duelo hechizo a hechizo!
—¡Olga! ¿CÓMO PUEDES DECIR ESO? Eres mi hermana y sabes que te estimo tanto
—¡Estoy harta de eso! ¿Por qué nunca lo demuestras si es cierto? Te quitaré tu don. ¡Arcoiris y centellas denme el don que tiene Stel...
Pero antes de que Olga pudiera terminar, Stella mandó un encantamiento mucho más rápido y le quitó a Olga el ridículo don que tenía. Ya que Stella le quitó su don, Olga debía cumplir su palabra sobre el duelo y hacer lo que hacen las perdedoras; convertirse en la bruja guardiana del ganador.
—Stella te lo suplico, esto no debe ser así
—Dijiste que esto era un duelo y yo gané, eres mía y ahora me perteneces para siempre.
Los padres se entristecieron porque una de sus hijas perdió el privilegio de ser un hada. Llegaron las hadas de la justicia y juntas le quitaron las alas a Olga y con eso hicieron una bola que parecía de agua y se la dieron a Stella diciéndole:
—Esto que ves aquí parece agua pero en realidad son las alas de tu hermana. Una vez que te ponga esto en el corazón, cuidarás el don de Olga a cambio del servicio eterno que tendrá contigo. Cuidado porque he visto a brujas desesperadas robarle los dones a sus hadas mientras duermen matándolas pero Olga no es así. El don está en las alas y yo ya se las quité. Podrás leer su mente cuando quieras y ella hará todo lo que le pidas porque no puede negarlo. Tú tienes su don, lo que más importaba en la vida de un hada. Ya no podrá lanzar hechizos sin hacer mezclas porque perdió básicamente su dignidad como la hada que fue alguna vez, ¿entendiste?
—Sí.Al principio Stella no dormía por paranoia a que Olga la asesinara. Todos piensan que no se daban cuenta pero cuando Stella era niña recuerda sentir la mirada de su hermana cada vez que se relajaba, aprendió a vivir así pero esto ya no era igual.
Siempre que despertaba en media noche por el miedo a su hermana, se ponía a leer los pensamientos de Olga que tuvo durante el día. Sus pensamientos eran aleatorios y nada peligrosos porque Olga ya sabía que se les puede leer los pensamientos a las brujas.
Olga siempre debía ayudar a Stella. Pues Stella tenía el mejor don de todos. Olga tenía que saltar de la nada con un escudo que ahuyentaba todos los hechizos lanzados a Stella.
Stella se cansó de vivir en el Reino de las Hadas con tanto peligro buscándola. Decidió ir a vivir a un reino donde nadie conociera su don porque los mortales no sabían nada de eso. Algunos creían y otros, no. Buscó una cueva, y se instaló con Olga viviendo muy feliz.
El peligro ya no la acechaba así que Olga y ella empezaron una mejor relación de hermanas que nunca habían tenido.Pasaron meses para que el reino las conociera bien. Stella ya no usaba su don de nacimiento porque Olga no se lo pedía.
En una noche de tormentas en el reino, Scarlett, una hada que tenía el don de lanzar rayos a su gusto se sintió cansada de tan poderoso don y decidió buscar al hada de oro.
Se oyó un gran golpe en la puerta y...
—Vengo por algo que quisiera tener —dijo Scarlett.
—Señora, aquí sólo hago brujerías y remedios —dijo Olga repitiendo lo que le decía al reino. Excepto a la familia real, sólo ellos sabían el secreto de duelo de ambas hermanas.
—Olga, Olga, Olga... Sigues siendo igual de patética con o sin don. Fuiste muy ridícula al pensar que podrías ganarle a Stella, puesto que ella es el hada de oro que hizo leyenda en el mundo
—Scarlett, te pido que te retires por favor —dijo Stella preocupada porque Olga no tenía su escudo.
—Stella, primero debo deshacerme de tu tonta bruja para que no me asesine después de asesinarte. Porque después me robaría el don y lo sabes. Todo es muy sencillo sólo lanzaré un rayo que sólo les dolerá poquito, sólo hasta la médula de sus huesos.
Sin decir más, le lanzó un gran rayo a Olga pero Stella ya se había preparado para saltar hacia ella:
—¡Stella! —gritó Olga, tomándola en sus brazos escuchando sus últimas palabras:
—Ella es idéntica a ti, rechazada por todos. Belem es la indicad...
Ni siquiera terminó la frase porque falleció.
Scarlett desapareció porque la tormenta había terminado. Sólo podía cumplir su don si el clima era tormentoso.
Olga reflexionó sobre las últimas palabras de Stella. Algunas hadas podían predecir el futuro. Casi siempre lo hacían al morir para que los que escucharan cumplieran esa voluntad que había deseado el hada presenciar. Pero Olga no sabía cuándo iba a suceder eso.
Por miedo a que el rey la tachara de asesina, enterró a su bella hermana debajo de la cueva. Olvidó quitarle el don pero cuando lo recordó ya era tarde; la cueva se había convertido dorada por dentro tomando el don de Stella, era lo justo, nadie pelearía por él.Con el pasar de los años, Olga mantuvo en secreto por mucho tiempo la muerte de Stella. Lo confesó cuando se le notaba a más no poder por el rostro, pues se volvió más amargada y marchitada porque había perdido a su única amiga y hermana. Y a sus padres porque ya no podía entrar al Reino de las Hadas sin un hada.
Lo único que la mantenía viva era esperar para cumplir la profecía que Stella había dicho...
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Cuentos De Hadas
AlteleCuentos de fantasía que no siempre tienden a tener un final feliz. Segundo volúmen disponible en mi cuenta.